Adiós a la globalización, hola, nacionalismo / Enredos financieros - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Estimado lector, desde el año pasado nos hemos encontrado con los efectos de la tercera revolución industrial, entre lo que contamos la vuelta de los nacionalismos, que pensábamos ya superados desde hace muchas décadas.

Derivado de la tercera revolución industrial y los principios de la cuarta revolución industrial los empleos bien remunerados han ido migrando de aquellos que implicaban un trabajo manual importante a aquellos que se necesitaba un trabajo más de mentefactura. Los empleos que implicaban mucho trabajo manual fueron depreciándose en salario para los que lo hacen hasta llegar a hacer a China una potencia mundial, sobre todo porque tiene muchas personas sin trabajar (o tenía) y lo que les pudieran dar era más que suficiente para ellos.

A la par de China, que se convirtió en el maquilador del mundo, y poco a poco fue haciendo ricos nuevos (pero no reduciendo de forma importante la pobreza, ojo con eso), otros países empezaron a replicar el modelo que empezó a surgir durante la década de los noventa en México, la maquila, donde sólo la mano de obra es lo que les crea valor a esos países. Indonesia, Vietnam, El Salvador, entre muchos otros, se convirtieron en maquiladores y peleaban entre países por llevarse a las empresas con las mejores condiciones para las corporaciones y las peores para los trabajadores.

Sólo hubo un país que a la par de apostar por la maquila, apostó por maquilar la inteligencia o el trabajo que llamaríamos “pensante” y fue la India. Actualmente más de la mitad de las declaraciones de impuestos se hacen en la India, y cada vez están acaparando más este mercado tanto en EU como en la Unión Europea. Desafortunadamente para ellos, la automatización del pago de impuestos y los programas computacionales inteligentes, también harán que pierdan sus empleos. La automatización es tal que lo que antes era de sueño, el trabajo en Wall Street donde pisos enteros estaban repletos de corredores de bolsa quedó en el pasado. Ahora solo se tiene al personal que atiende a los clientes importantes, lo demás, lo hacen las computadoras y sus algoritmos.

Esta falta de empleo es lo que ha hecho que los nacionalismos triunfen. En este caso, y como falla del sistema capitalista en su conjunto, en las naciones que comenzaron de manera exitosa la globalización que ahora tenemos. El primero de ellos la Gran Bretaña, el precursor del capitalismo, el creador del primer imperio globalizado, al salir de la Unión Europea en el Brexit, el segundo, el heredero del imperio, y no sólo eso, el impulsor de la globalización mundial, Estados Unidos.

Se ha comparado mucho estos nacionalismos a lo ocurrido en la época del fascismo en Europa, en donde tanto Alemania como Italia se rindieron ante los nacionalistas que prometían regresar a las glorias del país. Pero existen sus diferencias. Alemania, Italia y Japón, los países conocidos como del “eje”, era para expandir sus fronteras, el Siglo XIX, del colonialismo, los dejó fuera porque no estaban unidos de forma coherente como nación. Alemania, Italia hasta las postrimerías del siglo XIX se consolidaron como naciones, y ya no había gran parte del mundo para “repartir”. Su sueño era expandir el espacio vital, sea como sea, y eso llevó a una guerra mundial de proporciones épicas y que esperamos no se vuelva a repetir nunca. Ahora, los nacionalismos son para cerrar fronteras, para no expandir sino contraer, para separar, no para juntar.

Lo común entre ambos nacionalismos es la creencia del derecho “divino” de una raza por sobre otra, de un género por sobre otro. La xenofobia, el machismo, el feminismo de ultranza pareciera que es lo de moda. No hay puntos medios, todo es extremos. Si eres creyente, lo eres de extrema, si eres ateo, lo eres de extrema. Si quieres una mejor visión de lo que es ser hombre, eres machista a extremo, si reivindicas los derechos de la mujer, eres feminista de extremo.

Este es el mundo que se fue fraguando, poco a poco, desde las crisis de los años noventa en México, Asia, de la crisis de las empresas punto com en el 2000 y que terminó por desestabilizar el sistema la crisis del 2008 mundial. La pérdida de empleos es lo que lleva a tener la esperanza de que algún político volteé a ver a la perdida clase media y traté de resucitarla, porque es la principal afectada de todo este movimiento de capitales depredadores por el mundo.

No creo que las ideas de Trump, o de Theresa May como nacionalistas modelo sean lo mejor, ni tampoco las ideas de globalización de Angela Merkel. Es tiempo de repensar el capitalismo, no con amenazas, ni desde la postura de intereses personales, sino desde la postura de un mejor mundo para todos. Desafortunadamente, en los más de 5,000 años registrados de la historia de la humanidad no ha habido de manera exitosa un gobierno de ese tipo.


A pensar cómo aprovechar la ola nacionalista entonces.

 

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