“Mientras exista tanto desequilibrio económico, mientras sigan siendo sólo algunos los que tengan la concentración del poder y de la riqueza, no habrá paz social en el mundo; no dejará de existir la violencia.”
Esta fue una reflexión que hizo hace algunos años en una entrevista, el escritor y artista chileno Alejandro Jodorowsky, al hablar de la situación de algunos de los países de América Latina.
En México, según las cifras del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, la pobreza aumentó en dos millones de personas entre 2012 y 2014, al pasar de 53.3 millones de personas (45.5 por ciento) a 55.3 millones de personas (46.2 por ciento).
Casi la mitad de quienes aquí vivimos se encuentran en esta condición. Y todavía nos seguimos preguntando ¿por qué hay tanta violencia?
Los mexicanos nos hemos vuelto impotentes de llevar a nuestros hogares los recursos necesarios para vivir dignamente. A pesar de las jornadas extenuantes de trabajo de la generalidad, los salarios siguen por los suelos y se hace selectiva la cobertura de las necesidades familiares.
En el “mejor” de los escenarios, por decirlo de alguna manera, unos delinquen; en el peor, se adhieren a las filas del narcotráfico donde incluso ahogan sus conciencias para hacer “lo necesario” y contar con más de lo que el promedio recibe por remuneración a su trabajo.
Bajo este panorama, esta misma semana finalmente el Gobierno Federal hace su tan esperado y lastimoso anuncio económico: a partir de la liberación de los precios de los combustibles los mexicanos tendremos que pagar históricamente mucho más por el consumo de gasolina.
Desde el 1 de enero de 2017, el precio de este energético subirá hasta 20.1 por ciento, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda. Con el incremento la magna pasará de 13.98 a 15.99 pesos en promedio, la premium de 14.81 a 17.79 pesos y el diésel de 14.63 pesos a 17.05 pesos por litro.
Así, el costo promedio de consumo por vehículo de los hogares se disparará impactando no sólo la economía de las familias, sino varios sectores como el del autotransporte de carga, por mencionar alguno.
El golpe de esta medida, traerá un aumento considerable a la inflación. Los expertos han señalado que las consecuencias se verán de manera inmediata. El Índice Nacional de Precios al Consumidor superará el cuatro por ciento para 2017, y la economía alcanzará en el mejor de los augurios un crecimiento apenas por arriba del dos por ciento.
Los aumentos irán en espiral hasta llegar a los productos de la canasta básica, lo que vaticina un mayor descontento social y por ende más violencia. Muy a pesar de los anuncios de los funcionarios de Hacienda que buscan calmar los ánimos, el disgusto crece.
No es posible ,señor presidente de la República, que busque justificar sus erróneas políticas, sobre todo económicas, que han sido impulsadas desde el inicio de su administración, de las que argumenta beneficios que simplemente sólo usted ve.
Estamos hasta la madre, reclamó un día Javier Sicilia. Estas acciones, solamente han traído más miseria, más inseguridad, más descontento. No somos tontos y estamos cansados de constatar cómo sólo algunos siguen beneficiándose de la política y del poder.
Debemos despertar las conciencias de todos y rechazar iniciativas que sigan lastimando a los más desprotegidos. “La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos que es justa”, Abraham Lincoln.