I got no future, I know my days are few.
The present isn’t that pleasant, just a lot of things to do.
I thought the past would last me, but the darkness got that too.
Darkness – Leonard Cohen.
Seré breve. En el ambiente flotan distintas tensiones que ponen el contexto para el desasosiego colectivo. Las noticias no son nada halagüeñas y -de a poco- minarán (y ya lo han hecho) en el ánimo de las personas. Es una visión pesimista, claro; sin embargo, justificada en los hechos. Describo de manera general, a partir de los cortes mundial, nacional y local, solo a modo de repaso sobre cómo cerramos el 2016.
Las noticias del mundo fluctúan entre el caos y la amenaza: La confirmación de Donald Trump en el Colegio Electoral de EEUU como presidente electo de Norteamérica. La presunta intervención de Rusia en la elección norteamericana (el hecho de que EEUU se queje con amargura porque una potencia mundial influyó en su elección presidencial para imponer a un presidente medio facho y conservador, es un chiste de deliciosa amargura), con lo que se logró que una pésima broma derivara en una pesadilla política. La trágica guerra civil en Siria (que confronta -otra vez- a las visiones polares del mundo) en cuya dinámica ha sido -otra vez- preponderante la participación de Rusia. En el mismo tenor, el asesinato del embajador ruso en Turquía y el atentado con un camión en un mercado de Berlín adjudicado -otra vez- por presuntos radicales religiosos que buscan impacto político. En suma, la nota mundial es el conflicto, el anuncio del conflicto y las trágicas consecuencias del conflicto. Un mundo que no termina de ponerse de acuerdo sobre cómo coexistir en la diferencia ideológica, étnica, religiosa y política.
En el ámbito nacional, las cosas tampoco suenan acogedoras: el desprestigio de la clase política completa es imparable, con los inmorales “bonos” a los diputados, con los exgobernadores pillos (Javidú a la cabeza de los impresentables), con los dirigentes de los partidos mayoritarios que muestran su estolidez sin saber comunicarse ni entender a su electorado. El eco de la violencia contra las mujeres con (y sobre todo sin) proyección mediática. Los cada vez más delincuentes muertos a manos ciudadanas. La conmemoración de una década de “guerra contra el narco” que ha puesto a la población civil en grave amenaza a los Derechos Humanos, y a clase militar en un hartazgo propicio para el debilitamiento del poder civil. La reiterada explosión en un mercado de pirotecnia, que sólo nos desnuda con la tragedia en nuestra incapacidad para seguir protocolos básicos de seguridad y nuestra proclividad hacia la corrupción. Los penosos resultados educativos en la población nacional de nivel básico. El temido fracaso de la Reforma Energética, que nos podría dejar un 2017 en la indefensión de la mano invisible que mueve la cuna del mercado con una terrible volatilidad de combustibles. La frivolidad y estupidez anodina con la que encumbramos eventos imbéciles en las redes sociales.
¿Y qué hay de lo local? La patria chica se tiñe de sangre con la tendencia al alza de quienes -por voluntad propia- deciden privarse de existir. El presunto desabasto de combustibles que da cabida a la especulación y a la corrupción con el recurso energético. El gobierno saliente es señalado por actos de corrupción, que van desde concesiones de taxi y demás prebendas, todos “obsequios” de agradecimiento a los comparsas del exgobernador (que más bien parecen “manzanas envenenadas”), hasta opacidad y mala maña en el órgano de fiscalización, proyectos “culturales” elitistas, snob y con oscura asignación de recursos públicos, y planeación “a modo” de la obra pública para beneficiar económicamente a la clase política. Presunciones que nos desalientan de la democracia y que no le preocupan al ciudadano común, hasta que éste se vea afectado en su bolsillo.
Ante este oscuro panorama, ¿qué nos queda? Revitalizarnos con los nuestros, como decía Mario Gensollen en su columna de esta semana, disfrutar y disfrutarnos, reunirnos con nuestros amados y valorar lo importante de estar juntos. Finalmente, el mundo dará otra vuelta al Sol, y mañana y pasado mañana, y el día después de pasado mañana, estarán esperándonos los mismos problemas. El mundo es un lugar fascinante, los humanos también somos una especie excepcional. No hay un dios que nos salve, ni en la vida ni ahora en la hora de nuestra muerte. Estamos solos en la orfandad de nosotros mismos flotando en una piedra azul en medio de la nada, de lo infinito de la nada. Vivamos el vértigo de saber que somos nuestro principal problema, pero también nuestra única solución, y actuemos al respecto. Aprendamos de eso, abracemos a nuestros amados, y recordemos que la oscuridad es necesaria para que la luz engalane nuestras formas. No puede haber pesimismo ante eso.
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