Se termina otro año y por tradición se acostumbra realizar un balance de lo logrado y lo pendiente. En el caso de la vida pública y los quehaceres del gobierno, es obligado el recuento porque se trata de lo que afecta al país y a todos nosotros. Mas resulta inevitable decir que entre el 2016 y el 2017 han quedado muchos fierros en la lumbre.
Se quedó pendiente el rumbo de la economía nacional en medio de un clima de inestabilidad e incertidumbre. Comenzó así el año y lo termina peor. La baja en los precios del petróleo alternada con tímidos aumentos determinó la inestabilidad de nuestra moneda que terminó devaluándose en más del 30 por ciento. Después de cuatro años de endeudamiento irresponsable, el gobierno recurrió a los recortes presupuestales, en programas sociales no en sus altas nóminas, y eso será el sello del gasto público para el 2017. La elección del proteccionista Donald Trump como presidente norteamericano, complicó el panorama para el próximo año por el anunciado endurecimiento de su política económica y migratoria, y la renuncia anticipada, dudosa e insuficientemente explicada del Gobernador del Banco de México agrava la incertidumbre. Y el gobierno mexicano no da señales de saber qué hacer; sólo parece esperar que lo que viene no sea tan terrible como aseguran los pronósticos. Por lo pronto, empezaremos 2017 con la carestía desatada por el peso devaluado y una gasolina encarecida porque un gobierno ineficiente opta por la recaudación fácil y rápida de cobrar impuestos por el 45 por ciento, o sea 6.50 pesos por cada litro.
Sigue pendiente el combate a la corrupción. Se aprobó el Sistema Nacional Anticorrupción; un proyecto ciudadano y legislativo de gran calado que deberá funcionar a partir del próximo nombramiento del primer Fiscal Especializado en Delitos de Corrupción. Sin embargo, los escándalos de corrupción se incrementaron al conocerse los saqueos a las arcas públicas por parte de varios gobernadores. Mientras tanto los responsables de perseguir esos delitos, la PGR y la Secretaría de la Función Pública, siguen en el papel de simuladores, que más que castigar, parecen administrar mediáticamente los procesos judiciales de la lista cada vez más larga de políticos indiciados, prófugos o bajo sospecha.
Igual sucede con la seguridad pública. Aunque el presidente afirmó recientemente que la estrategia nacional de seguridad está avanzando, los datos duros lo desmienten: la Envipe 2016 del Inegi, demuestra que la gente se siente más insegura, la cantidad de víctimas del delito equivale a la tercera parte de la población, y las familias y empresas cada vez gastan más en protegerse. La propia Secretaría de Gobernación ha reclamado a los gobernadores de los estados porque no han cumplido con la reestructuración y saneamiento de las policías, y en varias regiones del país se vive un clima de “estado fallido”. El general secretario de la Defensa Nacional con rudeza ¿necesaria? se los dijo: los soldados siguen haciendo labores de seguridad pública porque no hay policías confiables. Peña Nieto aún habla de Mando Único policial cuando el Senado ya aprobó la creación del Mando Mixto, mismo que se atoró en la Cámara de Diputados. Y a esa reforma atorada, ahora se agrega la pretensión de regular el “estado de excepción” y el ejército sigue reclamando un marco legal para militarizar la seguridad pública del país.
La procuración de justicia sigue atrofiada. Ni la anterior procuradora, ni el actual procurador, designado casi por aclamación se inmutaron ante los terribles datos del Índice Global de Impunidad, que dice que sólo se castigan tres de cada cien delitos cometidos en el país. Los organismos internacionales señalan que el acceso a la justicia en México es un derecho casi nulificado por la impunidad. Y ante esto, sigue pendiente la Fiscalía General de la República autónoma, que ahora sigue en peligro de quedar, por los siguientes nueve años, en manos del actual “fiscal-carnal” como varias ONG han definido al actual procurador por su cercanía con EPN. Entretanto, el crimen contra los normalistas de Ayotzinapa sigue la pronosticada ruta del olvido y la vergüenza cuando los organismos internacionales denuncian el cochinero que ha hecho la PGR para bloquear la investigación. El operador de esa suciedad, Tomás Zerón, dejó su cargo pero sigue protegido en el manto cómplice del gobierno.
Se acerca la sucesión presidencial y está abierto un debate que tendrá que resolverse en los primeros meses de 2017, porque después no servirá de nada. Muchas voces dicen que hay que implantar la segunda vuelta electoral y los gobiernos de coalición para garantizar mejor gobernabilidad. El presidente, en su papel de jefe real del priismo ya dijo que no. Aún así, hipotéticamente podrían coincidir las fuerzas de oposición con la jugada beltroniana, pero están a contrarreloj y ninguno de los principales contendientes del 2018 está seguro de arriesgar la posibilidad de ganar la presidencia con una votación terciada.
Darle rumbo estable a la economía nacional ante la “película de suspenso o terror” de Trump, Carstens dixit, hacer realidad la lucha contra la corrupción, crear un sistema de seguridad ciudadana confiable, avanzar en la procuración de justicia despolitizada, autónoma y eficiente, y la creación de mecanismos de cambio político, son tareas pendientes, no sólo del 2016, sino de la historia nacional. Son los fierros en la lumbre de un régimen incapaz que se agotó cuando la realidad le exigió respuestas. Son los fierros en la lumbre de la historia política de México que tendrán que resolverse con la acción de los ciudadanos
Por eso no hay que olvidar lo mejor del año que termina: en varios estados los ciudadanos decidieron castigar, en las elecciones locales, a gobiernos corruptos y abusivos. Fue una buena señal en medio de un año difícil. En la ruta del cambio democrático, hay buenos augurios.
Postdata. A los lectores de Esfera Pública y La Jornada Aguascalientes, les expreso mis deseo de que hayan pasado una feliz conmemoración de la Natividad de Jesucristo, punto de partida de nuestros tiempos y nuestra cultura. También hago votos para que el año nuevo que empezará en unos cuantos días, sea pleno de salud, trabajo y logros para todos; como personas, familia y comunidad.