- El discurso de Bob Dylan en los Nobel 2016
- Ni una vez he tenido tiempo para preguntarme a mí mismo, “¿Son mis canciones literatura?”
Al final, no se presentó en la gala de entrega de los premios Nobel, celebrada en Estocolmo, pero Bob Dylan preparó un discurso para agradecer su Nobel de Literatura. Lo acabó leyendo en su nombre la embajadora de Estados Unidos en Suecia, Azita Raji.
Previamente, Horace Engdahl señaló en un discurso que “Las letras de las canciones son una continuación de la creación literaria de Blake o Shakespeare. El gramófono reivindicó el papel de la poesía para hablar de lo que nos rodea. Fue una enorme revolución”, mientras que sobre Dylan indicó que merece un lugar junto a los griegos, “Junto a Ovidio, junto a los visionarios románticos, junto a los reyes y reinas del blues”, enseguida Patti Smith interpretó el tema A Hard Rain’s A-Gonna Fall, emocionada a tal grado que se le quebró la voz en dos ocasiones, “Lo siento, les doy mis disculpas, estoy muy nerviosa”, se disculpó la autora de Horses.
A continuación, una traducción del texto que envió Bob Dylan para agradecer el Premio Nobel de Literatura:
Buenas noches a todos. Extiendo mi más afectuoso saludo a los miembros de la Academia de Suecia y a todos los distinguidos invitados presentes esta noche.
Lamento no poder estar con ustedes en persona, pero, por favor, sepan que sin duda alguna estoy con ustedes en espíritu y me siento honrado por haber recibido un premio tan prestigioso. Ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura es algo que nunca podría haber imaginado o previsto. Desde muy temprana edad, me he familiarizado y leído y absorbido el trabajo de aquellos que fueron considerados dignos de tal distinción: Kipling, Shaw, Thomas Mann, Pearl Buck, Albert Camus, Hemingway. Estos gigantes de la literatura cuyos trabajos se enseñan en las aulas, que se guardan en bibliotecas por todo el mundo y de los que se habla con reverencia siempre me han causado una gran impresión. Que yo ahora me una a los nombres de una lista así está más allá de cualquier palabra.
No sé si estos hombres y mujeres pensaron alguna vez en el honor de ganar un premio Nobel, pero supongo que cualquier persona que escriba un libro, un poema, o una obra, en cualquier parte del mundo, muy en el fondo alberga ese sueño secreto. Probablemente enterrado tan profundamente que ni siquiera saben que está ahí.
Si alguien me hubiera dicho que tenía la más mínima posibilidad de ganar el premio Nobel, habría pensado que serían las mismas posibilidades de poner un pie en la Luna. De hecho, durante el año en que nací y unos años después, no hubo nadie en todo el mundo que fuera considerado lo suficientemente bueno como para ganar este premio Nobel. Así que reconozco que estoy en una compañía muy rara, por decir lo menos.
Estaba de gira cuando recibí esta sorprendente noticia, y me llevó algunos minutos procesarla adecuadamente. Empecé a pensar en William Shakespeare, la gran figura literaria. Quiero pensar que se consideraba a sí mismo un dramaturgo. La idea de que estaba escribiendo literatura no podía haber entrado en su cabeza. Sus palabras fueron escritas para un escenario. Pensadas para ser habladas, no leídas. Cuando estaba escribiendo Hamlet, estoy seguro de que estaba pensando en muchas cosas: “¿Quiénes son los actores apropiados para estos papeles?”, “¿Cómo debe ser representado esto?”, “¿Realmente quiero que esto suceda en Dinamarca?”. Su visión creativa y ambiciones estaban por delante de cualquier cosa en su mente, pero también había otras cosas más mundanas que había que considerar y de las que hacerse cargo. “¿Es el financiamiento adecuada?”, “¿Hay suficientes asientos para mis patrocinadores?”, “¿Dónde voy a conseguir un cráneo humano?”. Apostaría que lo más lejano en la cabeza de Shakespeare era la pregunta “¿Es esto literatura?”.
Cuando de adolescente empecé a componer canciones, e incluso cuando empecé a conseguir algo de renombre por mis habilidades, mis aspiraciones para aquellas canciones nunca fueron muy lejos. Pensaba que podían ser escuchadas en algunos cafés o bares, quizá más adelante en lugares como el Carnegie Hall, o el London Palladium. Si estuviera soñando en grande, quizá podía imaginarme grabando un disco y escuchar mis canciones en la radio. Ése era el verdadero gran premio en mi cabeza. Grabar discos y escuchar mis canciones en la radio significaba que estaba llegando a una gran audiencia y que quizá podría seguir haciendo lo que me propuse hacer.
Bueno, llevo haciendo lo que me propuse desde hace mucho tiempo ya. He grabado docenas de discos y he tocado miles de conciertos por todo el mundo. Pero son mis canciones el centro vital de casi todo lo que hago. Al parecer encontraron un sitio en las vidas de tantas personas y de tan diferentes culturas, y por ello me siento muy agradecido.
Hay algo que debo decir. Como intérprete, he tocado para 50 mil personas y también para 50 personas, y puedo asegurarles que es más difícil tocar para 50 personas. 50 mil personas son como una sola persona, y no así cuando son 50. Toda persona tiene una identidad separada e individual, un mundo dentro de sí misma. Pueden percibir las cosas de manera más clara. Tu honestidad y cómo se relaciona con la profundidad de tu talento se pone a prueba. El hecho de que el jurado del Nobel sea tan pequeño no es cosa de poco para mí.
Pero, como Shakespeare, estoy a menudo ocupado con la búsqueda de mis esfuerzos creativos y lidiando con los aspectos mundanos de la vida: “¿Quiénes son los mejores músicos para estas canciones?”, “¿Estoy grabando en el estudio apropiado?”, “¿Está esta canción en la nota adecuada?”. Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años.
Ni una vez he tenido tiempo para preguntarme a mí mismo, “¿Son mis canciones literatura?”.
Así que agradezco a la Academia Sueca, tanto por tomarse el tiempo de considerar esa misma pregunta, así como para, finalmente, ofrecer tal maravillosa respuesta.
Mis mejores deseos para todos,
Bob Dylan