Sin importar la civilización de la que hablemos, una constante del ser humano, desde tiempos inmemoriales es el desconocimiento del futuro, y la casi imperiosa necesidad que tenemos de conocerlo, de preferencia con la mayor exactitud.
Según nos cuenta la historia, en la antigua Roma existían los adivinos públicos, una costumbre tomada de griegos y etruscos. Para ello, existía un cuerpo colegiado de adivinos segmentado en cuatro prestigiosos colegios sacerdotales en la Roma de ese entonces. Incluso podríamos denominarlo como un cargo oficial y solo podrían ser consultados por los magistrados en recintos especiales.
El cargo oficial era el de Augur, ostentado de manera vitalicia y no exclusiva: el Augur también podía ser un magistrado o sacerdote de alguno de los templos. Utilizaba el Augur para su desempeño dos tipos de libros, los rituales que contenían fórmulas fijas, y los de comentarios, en donde se escribían resúmenes de las actuaciones. Para sus labores, el Augur podría invocar a los dioses para que manifestaran su voluntad por medio de las dichas fórmulas rituales, o bien, descifrar los signos de la voluntad de los dioses, aparecidos en eventos sin aparente explicación.
Obviamente también había Augures particulares, que podían ser consultados de manera extra oficial. En cualquiera de los dos casos, los Augures se volvieron una figura trascendental en la Roma y su dicho tan importante para toda clase de asuntos públicos y privados, que bastaba con que uno de ellos declarara que los auspicios no eran favorables, para con ello traer como consecuencia la anulación de una asamblea, las elecciones, un matrimonio, una cosecha o hasta alguna resolución de los magistrados.
Para los efectos de la adivinación, el Augur podía analizar las señales del cielo (los rayos y relámpagos eran considerados de buena suerte, si mirando al sur, caían a la izquierda) o calcular el hambre de los pollos sagrados (si los pollos sagrados tenían apetito se consideraba favorable para la causa. Caso contrario si el pollo se encontraba inapetente), y por supuesto, cualquier acontecimiento surgido de manera imprevista, era considerado de mala suerte.
El tema viene a colación porque el mes que comenzamos es un mes de inauguraciones. A partir del día 1 de diciembre, quienes vivimos en esta hermosa tierra, ponemos bajo los mejores augurios a la nueva administración del Poder Ejecutivo, para que, siguiendo la premisa de que si al gobierno le va bien, al pueblo le irá bien. El último día del año se cumple un ciclo en la administración municipal y se inaugurará otra a partir del 1 de enero de 2017, así como ya se hizo en el ciclo administrativo, con el Congreso del Estado el pasado noviembre.
Estos ciclos tendrán una particularidad en su duración, pues no serán en su extensión tal y como estamos acostumbrados a tres y seis años, debido a que derivado de la más reciente reforma político electoral, el objetivo es que se empaten las elecciones y las ceremonias de toma de protesta en las mismas fechas a nivel nacional, por lo que Aguascalientes, al tener un desfase con respecto al calendario electoral nacional, se ajustará de la siguiente manera: el gobernador entrante, concluirá su periodo el 30 de septiembre de 2022, luego de una duración en su cargo de 5 años y 10 meses; los diputados que comenzaron su periodo en noviembre pasado, concluirán su encargo el 14 de septiembre de 2018, veintiún meses y medio después de haber tomado la protesta respectiva. Los alcaldes, regidores y síndicos que comiencen su encargo el próximo 1 de enero de 2017, durarán en su encargo 2 años y 9 meses y medio después, es decir, los próximos ayuntamientos se renovarán el 15 de octubre de 2018 y solo lo harán por dos años, es decir, hasta el 2021.
Todo ello se convierte en un reto para autoridades y ciudadanos. Las autoridades tendrán que realizar las acciones prometidas en campaña en tiempos más cortos de tiempo que sus antecesores, y queda en el ánimo del ciudadano el evaluar los logros de las distintas administraciones en su justa dimensión.
Por lo pronto, lo que nos queda es poner bajo los mejores augurios a quienes a partir de este jueves primero de diciembre encabezan las diferentes áreas administrativas de gobierno del Estado, sabiendo de antemano que, sin necesidad de ser adivino, el trabajo arduo y dentro de la legalidad, conlleva el éxito en cualquiera de los ámbitos de la vida del ser humano.
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