En estos días, Luis F. Aguilar Villanueva presentó una publicación del Instituto Nacional Electoral sobre democracia, gobernabilidad y gobernanza. No es novedad, para quienes estudian la Ciencia Política y la Administración Pública, conocen la calidad como académico y además de que este tema ha sido el que ha llevado a Aguilar Villanueva a ser el referente internacional sobre gobernanza.
En la presentación, lanzó algunas frases provocadoras: “Gobernar estas sociedades es más complejo de lo que ha sido siempre”, “Se dio mayor importancia a cómo elegir a los gobernantes que a la eficacia de los gobiernos; tenemos elecciones democráticas pero gobiernos ineficaces”. Además, en el texto: “Gobernanza es un concepto postgubernamental del gobernar, no uno antigubernamental.” Y define gobernanza como:
“La nueva gobernanza es la forma de gobernar del gobierno democrático, que desde su origen incluyó y valoró tanto el involucramiento de los ciudadanos en las decisiones de interés público mediante el diálogo como su compromiso con la realización de las decisiones públicas.”
Este nuevo modelo de gobernar significa, en otras palabras, la muerte del gobierno como todos lo hemos conocido, un modelo unidireccional y vertical. Sin embargo, según Luis F. Aguilar este modelo no surge por un discurso populista de incluir a los ciudadanos, sino que surge por una necesidad fundamental: el gobierno no puede gobernar.
Luis F. Aguilar resume todos los problemas de gobierno con base en cinco conceptos: ilegitimidad, impotencia, incompetencia, ineficiencia e insuficiencia. Aguilar, aunque estoy en contra, afirma que los primeros tres factores han sido suficientemente solventados, al menos en México gracias a las instituciones electorales, mecanismos constitucionales y metaconstitucionales para que el poder ejecutivo pueda conducir el país, entre otros.
Aunque tiene razón en que los esfuerzos institucionales de crear y fortalecer instituciones como el Instituto Nacional Electoral o el de Transparencia y Acceso a la Información, son medidas que permiten combatir la ilegitimidad, también es claro que la ineficiencia e insuficiencia de los gobiernos, particularmente del federal en México, ni con las mejores instituciones electorales o de transparencia puede recuperar la legitimidad. Que Reforma ha evidenciado: es muy baja.
En ese sentido, el fondo del problema es la ineficiencia e insuficiencia, pero la reflexión de Aguilar no responsabiliza al gobierno de manera exclusiva, sino que hasta cierto punto, como lo menciona en la frase sobre gobernar las sociedades y su dificultad; en resumen: los justifica afirmando que los gobiernos no pueden gobernar. No porque no quieran, o sean malos gobernantes, o porque los ciudadanos eligieron incorrectamente simplemente no tienen los recursos suficientes y cuando hablamos de recursos no solo hablamos de recursos económicos, sino de recursos humanos e intelectuales.
Esto es ocasionado por diversas razones, entre las que destacan el desprecio por la política, el rechazo por participar y la vergüenza de ser considerado parte de la clase política, del lado de la Sociedad Civil. Así, ni los académicos y un buen porcentaje de la sociedad civil rechaza cualquier vínculo de gobierno. Por otra parte, el gobierno mantiene la máxima del modelo de gobernar unilateralmente: “mientras la sociedad civil y los ciudadanos estén más lejos, mejor”
Sin embargo, el gobierno ha demostrado no ser capaz de diseñar, por ejemplo en México, el mejor modelo educativo, la mejor política nacional de educación cívica, el mejor programa nacional de transparencia o de combate a la corrupción o el mejor programa para reducir la desigualdad. Han sido, en su mayoría y a lo largo de la historia, proyectos diseñados desde el gobierno, con lo que llaman algunos, ceguera de taller.
Algunas instituciones como el INE o el INAI han sido una luminosa excepción: han incluido a los ciudadanos en el diseño de los programas nacionales, o incluso el modelo de gobierno abierto en Jalisco que mediante consultas y mesas de trabajo con académicos y la sociedad civil se diseñó un plan de acción con diversos objetivos para cumplir en el 2017, en áreas de educación, empleo, seguridad y combate a la corrupción. Sin embargo, aunque estos intentos son valiosos, no se han asumido como modelo de gobernar sino como estandarte de los titulares en turno para hablar de su apertura y sus cualidades demócratas. Incluso algunos, en estos modelos construyen simulaciones que terminan por validar los planes del ejecutivo diseñados previamente y no a atender las propuestas de la sociedad.
Este modelo de gobernanza es la solución a los problemas públicos en todo el país, sin embargo es muy complejo y requiere de la construcción de un principio básico: recuperar la confianza. Si bien la clase política debe mostrarse abierta y dispuesta a trabajar, escuchar y obedecer a sociedad civil (académicos, periodistas, empresarios) también las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general deben dejar al lado la pureza que los acompaña y co-crear las soluciones al lado del gobierno.
Ambos bandos se deben repensar el uno sobre el otro, las instituciones gubernamentales sobre la ciudadanía y viceversa. Incluso más, la ciudadanía tiene que considerar como apoyo fundamental instituciones de origen ciudadano como el INE o el INAI, se deben defender, proteger, colaborar pero también vigilar y denunciar los excesos. Estos mecanismos, como las Auditorías se deben separar de los intereses partidistas y de los poderes tanto legislativo como ejecutivo y es ahí cuando la ciudadanía y en muchas otras ocasiones debe otorgar sus recursos intelectuales para diseñar mejores soluciones que las que proponen las instituciones gubernamentales.
@caguirrearias