Para los fanáticos de la música era una especie de chiste local el burlarse de aquellos que definían un sonido como indie ya que en el sentido más purista de la palabra, la independencia habla sobre la realización y producción de un álbum o sencillo en un sentido monetario. Si cinco personas juntaron algo de dinero para pagar una cabina de grabación y el máster, o si es un chico en algún poblado sin circuito de escenarios pero mucha creatividad y una computadora apenas competente para renderizar una composición, eso es indie. Lo que deja de serlo es el momento en que una de las tres disqueras grandes te mete dinero. Teóricamente, The XX y Adele son lanzamientos indies porque su disquera primaria es Rough Trade/Beggars, además de que mantienen cierta decisión en la promoción y elección de sencillos.
En el cine considero que es un caso complicado ya que salvo experimentos vomitivos o somníferos, es la visión de un equipo y diversos intereses. Irónicamente, un cine de autor sólo lo logra un individuo con demasiado apoyo y derecho de corte final, situación que se cumple si 1) es millonario o tiene patrocinadores muy silenciosos 2) es un consagrado. No por nada se dice que Star Wars es la saga independiente más grande del mundo. Era la visión de George Lucas, el dinero de Fox y el corte final de Lucasfilm.
El estilo de cinematografía y guionismo que ubicamos (tal vez de manera irónica) como indie en estos tiempos, más bien es algo llamado mumblecore, que tiene su padrino en Noam Baumann e impactantemente un gran aliado en Ben Stiller. En Bocadillo, la columna, ya hemos platicado sobre el mentado final de película indie: pasa algo desconcertante y la película se va a negros. Nos dejan con la expectativa y nos sentimos inteligente por la confianza del final abierto, la audiencia (nosotros) podemos decidir qué pasó con los personajes. Ejemplo: El final de It Follows, una película de miedo que fue la darling de los festivales, tiene a los protagonistas supuestamente a salvo y curados de su mal, pero podemos ver que alguien continúa persiguiéndolos. Corte a negros y Directed by. Estos finales, yo pienso que antes de ser una decisión consciente, más bien se decidían por cuestión de presupuesto.
El otro día mi novia estaba viendo Save the Date y, pum, final indie. No sabemos qué pasó con la chica, su novio, su vida. Fue bueno el viaje pero ¿importa el final? En Safety Not Guaranteed el final que se agregó luego de festivales le hace daño al todo. En el final original, no sabemos si funciona la máquina del tiempo y vamos a negros porque el director no tuvo dinero para efectos visuales. Cuando recibió distribución para ir a cines, el director (el mismo de Jurassic World) agregó los fx de la máquina, sabemos que el protagonista no era un loco. Yo prefería la incertidumbre.
Esta tendencia se ido agregando a las series en cada capítulo. Mad Men lo hacía; no veíamos la resolución de escenas súper incómodas, solamente íbamos a créditos. Es el pan de cada día en Girls y de hecho Love (la de Judd Apatow y Lesley Arfin) se basa enteramente en esa premisa, aunque [claro] los finales de temporadas siempre son cliffhangers no necesariamente una oda a la inteligencia del espectador. Oh y Gilmore Girls: A Year in the Life acaba justo como película indie, en un tono muy diferente a la serie original.
Bocadillo: Unas mumblecore para el fin de semana serían Greenberg, Lola Versus y Frances Ha. Todas tienen algo en común.
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