La semana que acaba de terminar fue sin duda una de las más intensas en la vida pública de nuestro estado. No es simplemente una época de cambios, es un cambio de época.
El jueves pasado tomó protesta el nuevo gobernador, Martín Orozco Sandoval, quien después de una controversial derrota el año 2010, seis años después logra su cometido. El nuevo gobernador tendrá una serie de desafíos que enfrentar, el más importante sin duda, entender la forma de ejercer el poder en esta nueva época.
El poder, tal y como lo conoció la generación de Martín Orozco, no existe más. El día de hoy los grupos de presión, la ciudadanía y las élites han ido involucrándose cada vez más (aunque no lo suficiente) en la vida pública modificando un día sí y el otro también la agenda. Si Martín entiende esto, su gobierno logrará ser no sólo popular, sino eficiente y eficaz. Si se encierra en la jaula de sus ideas y las de sus colaboradores únicamente, dejará mucho que desear.
Ese mismo jueves, fue anunciada la renuncia del gobernador del Banco de México, Agustín Guillermo Carstens Carstens, que desató la controversia entre los economistas nacionales. El nuestro, el país del sospechosismo, nos hace pensar en que hay algo más detrás de esta decisión. Uno puede pensar que Agustín no quiere estar presente cuando se cumplan sus vaticinios del inicio de una crisis. “Ya viene la tormenta” había dicho Carstens antes de la victoria de Donald Trump. El peso se deprecia, los mercados apuestan en contra de México, Trump ya anunció la renegociación del TLC y el petróleo no sube y no pinta para subir. Sin duda, son razones suficientes para abandonar un cargo, sobre todo con los recientes (y ahora públicos) enfrentamientos que Agustín ha tenido con el nuevo secretario de Hacienda y Crédito Público en materia de política económica.
Por otro lado, están también quienes dicen que nada pasa, que cualquier economista al que le ofrecieran ser el gerente del Banco de Pagos Internacionales renunciaría a cualquier cargo sin pensarlo dos veces, que no hagamos caso a los llamados de “ahí viene el lobo”, que las cosas están mejorando en la economía nacional. Y podríamos creer, pero no asegurar.
Nadie puede tener la certeza de lo que viene, lo cierto es que la economía mexicana y las relaciones internacionales de nuestro país, cambiarán de forma radical. Lo que nos queda es liquidar cualquier crédito bancario que el lector tenga y en definitiva, al menos por los siguientes 4 años, cambiar el destino vacacional si es que acostumbra visitar Estados Unidos.
Por último, el día de ayer la Junta de Gobierno de la Universidad Autónoma de Aguascalientes designó al doctor Francisco Javier Avelar González como el nuevo rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes para los siguientes 3 años. Sabia decisión de la Junta de Gobierno fue considerar el hecho de que una persona afiliada a un partido político no puede ser rector con base en el argumento esgrimido en este espacio (léase la columna “Ser y no ser al mismo tiempo bajo las mismas circunstancias” de este mismo diario, semanas atrás), teniendo como criterio el estrictamente académico para la designación del nuevo líder de la máxima casa de estudios. Esperemos que ese sea el mismo criterio para la designación de los nuevos decanos de los 10 centros de la institución. Sin duda la UAA se enfrentará también a una serie de desafíos en materia de acreditación de carreras en el ámbito internacional, las nuevas regulaciones en materia de transparencia y en el campo del desarrollo académico. La Universidad comienza también una nueva era en la que se requerirá de visión y responsabilidad en medio de una crisis nacional en las universidades públicas.
Se dice que la única constante es el cambio, concuerdo con dicha percepción. Ahora solo resta preguntarnos ¿los cambios son buenos o malos? La respuesta que propongo es que el cambio simplemente es cambio. Depende de las personas que sea para bien o para mal. Y somos las personas quienes, a partir de ahora, debemos dejar de ser espectadores convertirnos en protagonistas de la historia. Las épocas de cambio son de coyunturas ¿estamos listos para influir positivamente en la historia?