El año pasado tuve la fortuna de ver al maestro Jorge Galván, quien cumplió 63 años de carrera profesional y 80 años de vida, entonces me di a la tarea de investigar lo mucho que el maestro realizó en varias de sus facetas en teatro, cine, televisión, dándome cuenta del legado que dejó como artista. El maestro aportó mucho al teatro en Aguascalientes, varios de sus alumnos ya son reconocidos maestros y sus enseñanzas dejaron frutos en varias generaciones. Como un sentido homenaje, dejó en manos de los lectores esta conferencia que en marzo de 1999 dio el maestro Jorge Galván a profesores y estudiantes de varias disciplinas artísticas y en la cual yo estuve presente. En ella charlaba acerca de su experiencia artística como actor y director de cine, teatro y televisión. ¡Descanse en paz, querido maestro Galván!
El arte de la actuación
Son técnicas distintas que se requieren en televisión o en cine. En el país existía la escuela de actuación del Instituto Nacional de Bellas Artes en los cincuenta, donde estuvieron maestros muy prestigiados como doña Prudencia Grillet y los hermanos Soler, quienes daban las clases con un enfoque de carácter teatral. Considero que el actor del teatro puede actuar en todos los escenarios, ya que el teatro es un lugar donde el actor se nutre de los elementos primigenios de esa fuerza que ha estado por siglos. El teatro se puede representar en la calle, en el Palacio de Bellas Artes, en la Plaza de Toros, en un Jardín, etcétera. El secreto del teatro está en la comunicación (…) a cada espectador hay que sentirlo en lo individual. El actor de teatro debe estar consciente que sirve y trabaja para un espectador, el actor debe tener en cuenta esto durante toda su vida.
Televisión
Surgen los teleteatros, al inicio de éstos, los actores no tenían la menor idea de qué se trataban, ya que la mayoría crecieron en el cine, como Arturo de Córdova, María Félix, esos actores nacieron con el cine y para el cine, y con ellos llegaron los actores de las dinastías teatrales como los Soler, los hermanos Manzano y don Joaquín Pardavé, por mencionar algunos. En televisión, el control de calidad de actuación es mínimo, por la rapidez que se graban los capítulos de una serie o telenovela, por ejemplo, si el actor tiene que emocionarse y llorar le ponen sus gotitas y pone cara de compungido y está resuelta la escena. Es decir, hay una serie de trucos en el trabajo actoral en televisión. El actor, la comodidad del apuntador. Yo trabajé en la televisión con Argos en la novela Nada personal.
Cine
En el cine se le impone al actor una mayor sinceridad y credibilidad para que no se vea que está actuando, la tendencia anteriormente era actuar pero la realidad es que el compromiso que asume el actor es confrontar los problemas como propios. El actor debe estar muy pendiente de la voz de Acción y hacer su tránsito por el set, llegar a pararse justo donde dice el director frente a la cámara. Se enfrenta con la luz, la intensidad y lo más tremendo es actuar en desorden las escenas.
Mi participación en cine fue iniciando como extra, pero como el cine de mi país estaba marcado por el cine de Hollywood, las mujeres tenían que estar igual de bonitas, de perdida como Dolores del Río o María Félix, y los señores como Pedro Armendáriz o como Arturo de Córdova y, desde luego, yo no tenía nada qué hacer ahí y empecé a decir: “A mí el cine no me interesa”, pero la realidad es que el cine no quería nada conmigo, hasta que empiezan a aparecer directores interesantes como Alejandro Galindo y buscan tipos comunes como David Silva, Víctor Parra, Roberto Cañedo y Pedro Infante. Aparece Lilia Prado y Amalia del Llano. Llega el sexenio de Luis Echeverría y surge Ernesto Gómez Cruz, Eduardo López Rojas y entonces toma la pantalla “la naquiza”. En ese cine se empezaron abrir los grandes temas, tomar cosas de nuestra historia, nuestro pasado con un sentido nacionalista. El Estado, al encontrarse con películas como Canoa, El apando, decide retirar su apoyo y queda todo en manos de los industriales, y empiezan a surgir mujeres de muy buen cuerpo y cómicos albureros, muy respetables, muy simpáticos, que se apropian de los teatros y del cine en México.
El cine mexicano tiene tres premios al año, uno lo da Televisa a través del periódico El Heraldo, otro lo da Pecime (Periodistas Cinematográficos Mexicanos) y otro lo da la Academia del Cine y Artes, y yo tuve la suerte de llevarme esos tres.
Teatro
Pertenecí a una familia que acostumbraba una vez a la semana ir al teatro; cuando era niño yo veía títeres de alambre, de barro y jugábamos al teatro en cajones de jabón y lo utilizábamos como teatrino, era todo un ejercicio de comunicación teatral; después fui maestro y trabajé para el INBA. Aquí en Aguascalientes me ha ido muy bien, trabajé en obras muy interesantes.
Los años más luminosos de mi carrera teatral fueron aquí con mi grupo Los Teatristas de Aguascalientes, de 1969 a 1980; en realidad esa es la etapa medular donde yo maduré como director, como actor prefería que los muchachos actuaran. Tenía de compañeros a Arturo Pedroza, Jesús Velasco y María Elena Cervantes. Y voy a confesar algo: “yo no tenía seguridad en mí como actor”; yo me consideraba un actor chistosito, por eso cuando yo actuaba hacía obras de Moliere, buscaba cosas cómicas y resulta que cuando regresó al DF y me ofrecen papeles de otra naturaleza le entró, con cierto temor, pero con mi experiencia que tuve como director me permitió realizarlos sin ningún esfuerzo. Así fue mi tránsito por el teatro.