En estos días se impone una reflexión que es obligada en todos los sentidos y para todas las actividades que se realizan, ya sea de manera cotidiana tanto como aquellas que hacemos de manera esporádica.
Nuestra vida está llena de ciclos, algunos son muy cortos y duran un día: despertar, bañarse, desayunar, trabajo, comer, descansar, cenar, dormir. Hay ciclos semanales o quincenales que muchas veces parecen eternos si lo que estamos esperando es nuestra paga. Hay ciclos trimestrales o cuatrimestrales para efectos fiscales, los hay semestrales muy importantes cuando estudiamos un nivel superior. Existen anuales que festejamos, como cuando es un cumpleaños, o conmemoramos, cuando no nos causa placer.
Pero no todo queda allí, en nuestra vida política muchos programas o acciones se van desarrollando en ciclos de tres y seis años. Empezamos un nuevo ciclo, con nuevas ideas, algunas germinarán y trascenderán, otras probablemente ni siquiera vean la luz de la realidad y se guardarán para mejor ocasión.
No hay que perder de vista la importancia histórica del proceso electoral que vivimos en Aguascalientes durante los últimos meses del 2015 y casi todo el año 2016. Más allá de la alternancia en la elección de gobernador, el proceso sirvió para darnos cuenta del sustento que requiere el cúmulo de actividades que se desarrollan para que una persona pueda emitir su opinión y ésta sea respetada y debidamente conducida a convertirse en la voluntad popular.
A lo largo de más de un año hemos sido testigos, pues, de uno de los eventos que quedará en los anales históricos del estado, porque como todo proceso electoral es único en sí mismo, cambiante, mutable, siempre bajo la premisa de la incertidumbre, del ¿quién ganará?, principio básico de la democracia electoral, en el entendido de que si supiéramos de antemano quién de los candidatos ganaría, no tendría ningún sentido hacer elecciones.
Como todo proceso además es mutable, con una serie de disposiciones legales novedosas que por primera vez se aplicaron en el estado y que, como decía, vuelven obligada la reflexión acerca de la viabilidad de las reformas. Un proceso como cualquier otro, sí, pero con figuras inéditas de las cuales en este espacio dimos cuenta puntual de su implementación, desarrollo y de su potencial éxito o fracaso.
Un proceso electoral que se va asemejando cada vez más a lo que queremos. Un momento de transición en paz, sin sobresaltos, amparado en reglas que conocen los contendientes con la anticipación debida y unos tribunales con la estructura suficiente como para determinar, bajo la luz del derecho, la validez de los procedimientos de la autoridad administrativa y de la elección misma.
El 9 de octubre de 2015, según consta en las actas respectivas, se dio inicio formal al proceso electoral con la sesión en que se declaró formalmente el inicio de los trabajos que autoridad, partidos políticos, candidatos y ciudadanía, habríamos de realizar para llevar a buen puerto la renovación de poderes. Proceso que inevitablemente habría de concluir, al menos 8 días después de la jornada electoral con la entrega de las constancias de cada uno de los funcionarios electos por los principios de mayoría relativa y de representación proporcional, y tras la declaratoria de validez de la autoridad jurisdiccional, respecto de la elección de la primera magistratura del estado, supuesto que se amplía en término dado el evento en que se interponga algún medio de impugnación, en cuyo caso, habrá que esperar para concluir con el proceso hasta que la última instancia de la autoridad judicial en la materia determine lo que a derecho proceda.
Un año, dos meses y 18 días después, es decir, el martes 27 de diciembre, en la Sala Consejeros del IEE, el mismo recinto donde se declaró el inicio del proceso, se marcará de igual manera su final, en una sesión solemne, revestida de esa categoría de solemnidad por el tema que ha de tratarse. En la historia quedarán las actuaciones de cada uno de quienes intervinieron en el proceso, lo que se hizo y lo que se dejó de hacer. Quienes ganaron y quienes perdieron. Quienes obtuvieron la oportunidad inigualable de servir a su estado dentro de la función pública y quienes tendrán que comprender que nuevos ciclos se abrirán y que, después de la reflexión, nuevas oportunidades vendrán.
/Landeros IEE | @LanderosIEE