Tras el muy preciso resumen y anotaciones hechas por Enrique Pasillas en su texto “Trumpismo triunfante: una explicación plausible”, es poco lo que queda acotar sobre cómo fue la elección presidencial del país vecino del norte.
Creo que la pregunta nuclear del fenómeno electoral gringo (que la mayoría de los analistas han catalogado de retroceso político) es por qué el colegio electoral gringo ha designado a Donald Trump como líder del país de mayor auto-presunción democrática en el mundo, inclusive capaz de “ayudar” a otros pueblos a consolidar sus propias democracias.
Trump representa todo lo contrario al ideario de igualdades democráticas; es xenófobo, machista, misógino, clasista y totalitario; ¿de verdad cómo es posible la asunción de un personaje de esas características elegido por el pueblo paladín de la democracia?
Contrario a los discursos de Obama, Clinton, de propios analistas mexicanos y hasta Andrés Manuel López Obrador, el mundo no debe estar tranquilo cuando un tipejo de la calaña de Trump y un genio loco como Vladimir Putin tienen la llave de sus respectivas plataformas de lanzamiento de misiles. No cuando un xenófobo traerá de nuevo, después de décadas de una creciente conciliación entre razas, la discriminación y actos de violencia; situación que se ha comenzado a dar en las escuelas particularmente contra de niños latinos a los que sus compañeros de aula les gritan que deben construir el muro. No cuando ha mostrado un desprecio por las mujeres, que gracias a su esfuerzo se han ido empoderando en los diferentes ámbitos profesionales y sociales. No cuando el Partido Republicano tiene la mayoría en los órganos legislativos y que poco servirán como contrapesos ante las ideas conservadoras más arraigadas en el pueblo estadounidense, que apoyan a un recalcitrante nacionalismo que olvida que su origen está en la migración y mezcolanza de pueblos.
El pueblo estadounidense definió como presidente a la caricatura de Trump, después de que el establishment no hizo las cosas de manera tal que la ciudadanía estuviera conforme con su forma de proceder.
Lo mismo podría suceder en nuestro país, la clase política no ha entendido que los votantes cada vez más están informados de los sucesos internacionales como fue el caso de la elección de gringa; pero también de las noticias nacionales en las que se da cuenta de la toma de justicia por mano propia ante la incapacidad gubernamental de proveer seguridad pública.
Se empieza dar cuenta y a denunciar (por lo menos en redes sociales) de lo mal que están los servicios de salud. Comienza a aborrecer los privilegios de la clase política.
Pero, ¿cómo debe México actuar ante el riesgo que representa Trump? Creo que lo primero es evitando ser un vecino subordinado y socio comercial complaciente; no sólo en cuestiones del muro y su pago, sino en el hecho de que la relación bilateral sea entre pares, cosa de la que creo incapaz al gobierno de Enrique Peña Nieto; aun cuando ahora quieren presumir de su gran capacidad previsora y poco errónea de invitar a Los Pinos al entonces candidato republicano; lo cual a todas luces es uno de los peores errores en la historia diplomática de nuestro país. La tendida como tapete que hizo nuestro presidente le servirá únicamente para sobrevivir al sexenio.
Tampoco se ve en ninguno de los precandidatos que están en el radar de la elección presidencial que tenga la fuerza suficiente para exigir ese trato ante el xenófobo Trump.
Son muchos los analistas que plantean un escenario no tan negativo, pues apelan a que ya siendo presidente tendrá que guardar formas y tendrá limitaciones propias del cargo, pero quien puede parar a un presidente que sus contrapesos son del mismo bando.
También ya se empiezan a manifestar en las redes sociales aquellos que llaman a consumir productos nacionales y evitar la visita a establecimientos de empresas transnacionales; es una bonita invitación que debió hacerse desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para evitar ser un país que no solo importa desde maíz sino hasta gasolina. Debemos obligarnos a ser de manera real lo que no hicimos hace 200 años, independientes.
Ahora más que nunca nuestro gobierno debe tener los suficientes para defender a los mexicanos que están de forma ilegal o legal en tierras norteamericanas.
Hay todavía personas que piensan que no se debe de criticar al gobierno con el argumento que se tienen más cosas buenas que malas, a ellos yo les digo que las peores cosas que tiene nuestro país y que han sido causa de un gran estancamiento nacional son la corrupción y la impunidad. Cánceres que únicamente se controlan si el pueblo tiene acceso a la educación y la cultura, a salarios dignos, a la paz social y con la verdadera impartición de justicia; de no hacerlo corremos el riesgo de que en México tengamos nuestro propio Trump o peor aún a alguien incapaz de enfrentarlo.
@aguileralespron