Nueva York, Unión Americana. 21 de noviembre de 2016. En un mensaje video-grabado, el mandatario electo de los Estados Unidos, Donald Trump, anuncia que su equipo de transición está organizando una lista de acciones ejecutivas para su primer día como presidente. El magnate neoyorquino anuncia: “Mi agenda estará basada en un simple principio clave, poner a América primero… ya sea produciendo acero, construyendo carros o curando enfermedad. Quiero que la siguiente generación de producción e innovación suceda aquí en nuestra gran patria”.
La escena arriba descrita sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar el origen del concepto “América primero” y cómo se relaciona con las políticas que pretende implementar Donald Trump y cómo éstas afectan a México.
Tras vencer al Imperio británico en su guerra de Independencia, los noveles Estados Unidos de América surgieron como la primera nación libre y soberana en el Hemisferio Occidental. Basado en esta experiencia, varios de sus incipientes estadistas urgieron a la joven república evitar la intromisión en los asuntos de otras naciones y concentrarse en los contenidos internos.
Ejemplo de lo anterior fue la carta de despedida de George Washington -fechada el 19 de septiembre de 1796- en la cual urgía a la Unión Americana a “permanecer alejada de alianza permanente con cualquier porción del mundo exterior”. Al mismo tiempo, en su discurso inaugural del 4 de marzo de 1801, Thomas Jefferson fue claro: los Estados Unidos debían priorizar “la paz, el comercio y la amistad honesta con todas las naciones” y evitar “las alianzas enredadas”.
En sus primeros años, Estados Unidos sufrió el embate de la Francia republicana y trató de anexionarse el Canadá, entonces dominio británico. Debido a esta experiencia, el secretario de Estado, y futuro presidente, John Quincy Adams, advirtió, el 4 de julio de 1821, a sus compatriotas que su país no “debía salir a buscar monstruos que destruir”.
Las únicas excepciones al aislacionismo norteamericano fueron: la Doctrina Monroe, elaborada por el propio John Quincy Adams y atribuida al mandatario James Monroe. Esta declaración afirmaba que la intervención europea en América sería vista como una “manifestación de una disposición hostil hacia los Estados Unidos”. En pocas palabras, “América para los americanos”.
La otra aclamación expansionista fue el llamado “Destino Manifiesto”, cuyo progenitor fue el periodista John L. O’ Sullivan, quien, en 1845, deseaba que Estados Unidos anexionara Texas y Oregón. O’ Sullivan proclamaba que la Divina Providencia había ordenado a la Unión Americana “poseer la totalidad del continente”.
México fue la primera nación en sufrir los embates del Destino Manifiesto, pues como consecuencia de la guerra de 1846-1848, nuestro país perdió la mitad del territorio nacional ante los herederos ideológicos de Monroe y O’ Sullivan.
En la segunda mitad del siglo XIX, la república norteamericana hubo de sortear una guerra civil y la oposición manifestada por las tribus indias en las grandes llanuras. Sin embargo, una vez pacificado el vasto país los Estados Unidos se estrenaron como gran potencia tras derrotar al carcomido Imperio español en Cuba y las Filipinas.
Los Estados Unidos entraron en 1917 a la Primera Guerra Mundial para “asegurar el mundo para la democracia”. Sin embargo, tras fallar en la ratificación del Tratado de Versalles, se retiraron parcialmente del escenario mundial para concentrarse, en materia de política exterior, en América central y en Asia.
El surgimiento de la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperial motivó poco al Tío Sam para salir de su modorra geopolítica. Sin embargo, la caída de Francia en junio de 1940 y la resistencia homérica de Inglaterra -bajo el férreo liderazgo de Winston Churchill- hicieron pensar al presidente Franklin D. Roosevelt que el aislacionismo no era una buena opción.
Sin embargo, el sentimiento aislacionista era muy fuerte en las entidades federativas del Medio Oeste. Fue precisamente, en la ciudad de Chicago, Illinois en donde el 4 de septiembre de 1940 se fundó el Comité América Primero. Esta organización era presidida por el general Robert E. Wood, presidente de Sears. Entre los miembros distinguidos se encontraban: Walt Disney; Robert R. McCormick del Chicago Tribune, el aviador Charles Lindbergh, el escritor Gore Vidal y los futuros mandatarios John F. Kennedy y Gerald Ford.
Los puntos de América Primero eran los siguientes: Estados Unidos debe construir una fortaleza impregnable; ninguna potencia extranjera puede atacar con éxito a una Unión Americana preparada; la democracia estadounidense únicamente puede ser preservada si se mantiene fuera de una guerra europea; y la ayuda al Reino Unido debilita la defensa de la Patria.
América Primero llegó a tener 800 mil miembros, pero el ataque japonés a Pearl Harbor provocó su disolución. Sin embargo, a pesar de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, la lucha contra la Rusia soviética en la Guerra Fría (1947-1991) y la unipolaridad (1991-2008), la mentalidad aislacionista no desapareció del todo del psique colectivo estadounidense.
La Gran Recesión de 2007-2009, las derrotas militares en Afganistán e Irak, el ascenso de China y el resurgimiento de Rusia como gran potencia, aunado al sentimiento de que la globalización poco o nada beneficia al estadounidense común -el little guy– han hecho resurgir el sentimiento aislacionista, el cual fue capitalizado por el magnate inmobiliario, Donald Trump, cuyo mensaje: Make America Great Again, encontró eco entre el electorado.
En su anuncio, Trump indica que retirará a su país del Acuerdo de Asociación Transpacífico. Sin embargo, no hace mención al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y sólo comentó que se concentrará en “pactos bilaterales justos”. Asimismo, proyecta apadrinar una directiva para investigar “los abusos de los programas de visa, que recortan los empleos para los estadounidenses”.
Trump ataca dos intereses vitales para México: nuestro comercio exterior, cuya piedra angular es el TLCAN; y la migración hacia la Unión Americana, la tradicional válvula de escape para el Gobierno Federal, el cual ha sido incapaz por muchos años de crear las condiciones necesarias para crear empleos bien remunerados y justos en México.
Estados Unidos repliega líneas para fortalecerse: ¿Llenarán este vacío geopolítico China y Rusia? Y, ante esta nueva realidad, cabe preguntar a nuestra élite empresarial y política, la cual apostó todo al TLCAN: ¿México primero? ¿Para cuándo?
Aide-Mémoire.- En Lima, Perú, Rodrigo Duterte conoció a su ídolo, Vladimir Putin, quien a su vez saludó por última vez a su rival, Barack Obama. Por último, China envió mensajes de que desea tomar las riendas del proyecto globalizador en Asia.