- No hay respeto del principio de división Estado-Iglesia, consagrado en la Constitución
- Al asumir una responsabilidad pública, los servidores deben dejar de lado sus creencias religiosas
Hace falta consolidar al Estado laico al reconocer a la religión como un derecho humano, sin embargo, la devoción debe permanecer en el ámbito personal y privado de las personas, refirió la senadora Angélica de la Peña Gómez: “nadie puede meterse en eso; yo como mamá educo a mis hijos en lo que yo quiero que crean, cuando mis hijos tengan mayoría ya podrán decidir lo que quieran, ese es un derecho, digamos, inalienable. Si yo profeso una religión y esa religión la inculco a mis hijos, ese es mi derecho. Si después ellos deciden otra cosa, están en su derecho”.
En el ámbito público, la laicidad reside en garantizar el ejercicio equitativo de las leyes: “no nomás para católicos, musulmanes o ateos; la ley debe servir a todos por parejo sin importar qué religión profesemos”, declaró la legisladora por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) al reconocer la necesidad de reformar la legislación para lograr la separación de las Iglesias del Estado, pues aunque este principio ya está contenido en la Constitución, no ha sido respetado.
“¿Por qué sigue imponiéndose en un régimen de estado democrático, en un estado de derecho, laico, el que a un cura enfrente el derecho canónico pero no se ponga ante la autoridad cuando viola a un niño? Sea un ministro del culto que sea, como todo ciudadano que comete un delito tendría que estar en la cárcel, ese tipo de contradicciones las tenemos en un estado laico”, dijo la presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Senado de la República en su última visita por Aguascalientes.
Subrayó que al asumir una responsabilidad pública, los servidores deben dejar de lado sus creencias religiosas y anteponer el interés superior de la sociedad, lo que no se ha logrado en la actualidad y la negativa a la despenalización del aborto es ejemplo de lo anterior: “pareciera que sigue imponiéndose a las mujeres su condición de biología diferente a la de los hombres, que es la de embarazarse; el embarazo nos ha circunscrito al ámbito privado y doméstico, cuando tenemos derechos iguales como todas las personas, decidir cuántos hijos debo tener, el espaciamiento entre ellos o bien, no tenerlos porque es mi humanidad, persona y mi cuerpo”.
Desde la perspectiva de Angélica de la Peña, las iglesias deben reformar su concepción de los derechos, pues debido a su naturaleza patriarcal son propensas a controlar a las mujeres y excluir a las minorías, lo que en últimos años ha reducido su feligresía: cada que hay una encuesta del Inegi sobre la religión que tiene los primeros que brincan es la Iglesia católica porque van viendo cómo van disminuyendo.
Para ampliar su punto, detalló: “Yo soy una luchadora de los derechos de la niñez (…) para mí es fundamental que una criatura sea amada por quien la tiene bajo su resguardo; montones de casos de niños en situación de calle que huyen de sus casas porque no son queridos, no fueron deseados y esos a nadie le importan. Me parece que un elemento importante de una persona que tiene bajo su resguardo a un niño o niña, es que lo quieran, lo amen, lo deseen, lo protejan”.