El 8 de noviembre mucha gente, pueblos completos, vivieron quizá una de las más grandes desilusiones que políticamente hace mucho no se sentía, la terrible decisión de la democracia neoliberal que legitimó la presidencia de los Estados Unidos al racista Donald Trump. Para las personas progresistas, para quienes pensamos en la igualdad como un derecho principal de la humanidad, este fue un golpe seco y humillante. Al mismo tiempo lo acontecido en el vecino país del norte desenmascara el rostro de un discurso que hasta entonces era avasallador, la democracia perfecta que se vive en los países de mayor potencia económica es resultado de la excelente educación, del respeto a los derechos humanos y desde luego al desarrollo de la sociedad, pero todo eso se esfumó, se volvió nada cuando ese fatídico martes la ultraderecha asomó su intolerancia y decidió imponer a quien basándose en un discurso racista, xenófobo, misógino y de nacionalismo exacerbado ganó las elecciones presidenciales pese a tener menos cantidad de votos. Nada raro, así es el jueguito de la democracia, siempre se acomoda y sobre todo siempre está al alcance del que más dinero tenga para comprarla, en Estados Unidos y en muchos otros países ha sido así, el despojo de lo que pueda representar los derechos y la apropiación del poder de quienes protegen intereses mezquinos.
Desde luego que México no es la excepción, de forma inconcebible vemos ir y venir una cantidad indigna de congresistas tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado que no hacen más que saquear al erario público porque permanecen encubiertos por un sistema hecho por la misma clase política que se favorece de esos puestos, vemos el desfile de gobernadores que endeudan a sus entidades, presidentes municipales que abandonan la presidencia cuando los municipios quedan en bancarrota y lo increíble es que una y otra vez los mismos partidos políticos llegan al poder precisamente porque el sistema de elección y de política está diseñado para no modificar nada y mantener intacto la rueda de la fortuna que siempre favorece a los mismos.
El engranaje de desigualdad social que la ultraderecha ha creado la falta de acceso a la justicia en su sentido más amplio y la complicidad de un sistema salvaje que siempre asesta un golpe severo casi aniquilante a todo eso que se mueva, es decir a las personas o movimientos sociales que busquen concretar un proceso de liberación se han arreciado en los últimos tiempos.
Por supuesto que estoy hablando de los Estados Unidos, pero también de México y de Aguascalientes con su Congreso arrodillado ante una sotana, a un organismo electoral que francamente no sirve para nada, que reconoce la injerencia fuerte de la Iglesia católica en los procesos electorales pero que premia la impunidad de la violación al estado laico con vericuetos que a fin de cuentas le dieron el gane a ese que representa la ultraderecha de nuestro estado, a ese que firmó públicamente y en ese gesto asumió su rechazo a la educación sexual, al pleno reconocimiento de los derechos de todas las personas que vivan en Aguascalientes, a la salud de las mujeres, al acceso de la justicia ante la violencia sexual que viven principalmente las jóvenes y las adolescentes, en fin, también para el estado fue muy triste la forma corrupta y violenta en que el sistema democrático mexicano impuso al panismo más recalcitrante acomodándose a placer de los dueños de la democracia mexicana, es decir ponen a modo la ignorancia, el prejuicios y la doble moral para que eso sea lo que gane y lo que reine en un país plagado de desigualdad. Y es que de eso también se trata la globalización, de tener que importar y permitir que domine el racismo, la homofobia, la misoginia y el autoritarismo.
Por si fuera poco el resultado en los pocos días del triunfo de Trump ha sido una cantidad bárbara de actos de discriminación, de hecho al siguiente día el 9 de noviembre aparecieron pintas en los muros donde se leía “make america white again” la blanquitud vergonzosa y toda su maquinaria hoy basa su discurso de odio en una tramposa mayoría, en un falso discurso sobre la familia y el nacionalismo, los seres humanos de primera y de segunda.
Y en Aguascalientes la diferencia no es tanta cuando vemos la impunidad en que la jerarquía local católica impone sus criterios a quienes deseen entrar al juego político, vemos el cinismo de congresistas que ahora buscan urgidos lavarse las manos ante su ineficiencia y la afectación que le han hecho a la sociedad negando los derechos a la diversidad sexual a quienes supuestamente también representan, escuchamos al denominado Frente Nacional por la Familia hablar de su rechazo a la ideología de género, al derecho a la información científica y laica sobre la salud sexual y otra vez este discurso tramposo de las mayorías parece surtir efecto y en nombre de esa lógica violenta y chantajista imponen sus prejuiciosos criterios a quienes supuestamente impulsan las leyes que irán transitando hacia la justicia social y la igualdad de derechos.
Aunque lo oculten en el fondo esta corriente ultraconservadora en Aguascalientes es la misma que habita en el país del norte puesto que comparte los mismos prejuicios, aquella que ahora nos asusta tanto en México, son los mismo discurso de odio, los mismos grupos de intolerancia que se han levantado en los Estados Unidos y en Aguascalientes. Su propuesta basada en el determinismo biológico, en la heterosexualidad obligatoria que pretenden enmascarar de “natural” negándose a debatir y reconocer el sistema de dominación/subordinación que esto implica principalmente para las mujeres, oponiéndose a reconocer el género como una categoría de análisis que trastoca todos los ámbitos sociales, políticos y económicos y el peligro que estos grupos conservadores de Aguascalientes ve en la lucha por las libertades y la igualdad de derechos es el mismo que Trump ve principalmente en las personas migrantes; reconocer que en esas manos está la riqueza sobre la cual se ha sentado y el miedo enorme de que esas personas se liberen y dejen de ser los subordinados que este sistema ansioso con seres humanos de primera y de segunda pretende que por siempre sigamos siendo.
@Chuytinoco