En Aguascalientes no tenemos cabarets, el espíritu mocho no lo permite, así que muchos los conocimos de niños únicamente por la televisión, la programación pasaba las películas de ficheras una y otra vez hasta que las series americanas invadieron el interés del televidente a mediados de los noventas.
Las tardes de los sábados y los domingos tenían como única opción las peripecias de las vedettes y los problemas que su belleza les provocaba. Recordemos que vedette proviene del latín vídere y esta palabra refiere a lo visto, por ello estas actrices se denominan como vedettes pues eran las protagonistas en las películas, las primeras en ser vistas aunque ya en cabaret ese término se acuñó con poca ropa.
A las vedettes las podíamos admirar en la televisión y los capitalinos tenían la facilidad de verlas en vivo en los teatros y cabarets de la Ciudad de México como el Teatro Blanquita y el Frufrú. Eran la admiración de hombres y mujeres e incluso muchas de sus seguidoras ansiaban trabajar como ellas en un espectáculo de plumas y bailarines en México o las Vegas.
Las vedettes de los 80 y 70 actuaban, bailaban y algunas otras tenían trucos bajo el bustier para deleitar al público. Eran mujeres con un cuerpo envidiable y mucha soltura de cadera y con sus movimientos exóticos lograban encantar e hipnotizar. No todas las vedettes de la pantalla grande se dedicaban a hacer teatro, algunas reservaban la belleza de su naturaleza solo para el cine.
Se comenta que el cine de ficheras se desarrolló durante una época de decaimiento por parte de la industria cinematográfica mexicana, después de la época de oro de los 40 y 50 sin embargo, se filmaban un sin número de películas por año y todas eran vistas ya fuera en los cines de código rojo, como lo fue el cine París en la calle Madero hasta hace poco, o en la televisión poco tiempo después. Evidentemente si existía este género cinematográfico y de cabaret era porque la demanda de éste era basta y contaba con un gran número de seguidores.
Sin embargo, el tiempo de cabaret y el cine de ficheras pasaron de moda y surgieron nuevas propuestas cinematográfica que aún buscan establecerse entre el público, los cabarets y algunos centros nocturnos se convirtieron en antros y el gusto del público cambio por la influencia de la industria hollywoodense, algunas de las primeras vedettes comenzaron a madurar y el trabajo faltó, como espectadores sólo las vimos desaparecer sin preguntarnos ¿qué había sido de ellas y a qué se dedicaban ahora?
Este 25 de noviembre se estrenó el documental Bellas de Noche de la directora María José Cuevas, una joven entusiasta quien junto a su padre, el escultor José Luis Cuevas, disfrutó de los espectáculos que estas vedettes ponían en escena en su época de oro. La directora se dio a la tarea de investigar, obtener recursos para poder ofrecer un producto donde las protagonistas del cabaret volvieran a serlo pantalla grande sin más que ofrecer que lo que son en realidad como ser humanos y no como celebridades, aun si en México no somos muy asiduos a los documentales.
Así pues a lo largo de 10 años la joven directora de cine logró que cinco primeras vedettes le dieran su testimonio, de esta manera podemos conocer las vidas después de la fama y la edad adulta de Olga Breeskin, Lyn May, Princesa Yamal, Wanda Seux y Rossy Mendoza.
Una de las discusiones ha sido que quizá faltaron algunas vedettes de la época, sin embargo María José Cuevas argumenta que retrató la vida de las actrices del cabaret que ella más admirada gracias a que su padre la llevaba al teatro a verlas de niña.
Así con 70 copias y con la sola exhibición del documental en 16 ciudades de México Bellas de noche intenta no caer en el estereotipo de un documental de uno de los dos consorcios televisivos más grandes que viven del chisme y morbo producido por el espectáculo.
Lo interesante de este documental es el observar cómo pudieron estas actrices sobreponerse a ellas misma después de la fama y la pérdida de ésta, la manera en la que viven ahora su edad adulta y a lo que se dedican de manera natural después de haber sacrificado todo por el poder que da ser celebridad.
No todas conservan su bella figura sin embargo son tan desinhibidas como en sus años mozos y sólo una de ellas disfruta los frutos de su trabajo holgadamente, todas tratan de lucir jóvenes, notablemente son mujeres son un sexapil que no les permite pasar desapercibida aun en la actualidad.
Lo interesante de este documental no es el morbo de lo que son ahora sino el demostrar que todo tiene un principio y un fin del cual pueden surgir nuevas perspectivas de vida y que todos somos presas de nuestras decisiones conscientes o inconscientes.
Con este documental profundo y filosófico nos damos cuenta que seguimos viviendo en un pueblo bicicletero donde el cine de arte y los documentales son pocos concurridos y eso evita que Aguascalientes sea elegido dentro de los centros de distribución de películas de éstas denominaciones fílmicas y como buenos cinéfilos acudimos a las salas de la Ciudad de México o Guadalajara.
Querido lector, le invito a salir de la media de los “cinéfilos” aquicalitenses que solo gustan y buscan gringadas para disfrutar de este documental que marca el ahora de las mujeres que trascendieron e hicieron historia en el cine mexicano acudamos a pedir a la gerencia del cine que los patrocina al menos una o dos funciones para poder verla en nuestro terruño o hagamos una excursión a Guadalajara sólo para disfrutar esta propuesta diferente sobre las divas de los 70 y 80.
Esperemos no ocurra lo mismo con la remasterización de los Caifanes que pudimos disfrutar ayer lunes 28 de noviembre de 2016 en la Cineteca Nacional, más de ello hablaremos la próxima semana.
Laus Deo