La cuarta temporada de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes continúa celebrándose en la todavía sede de nuestra máxima entidad musical, el Teatro Aguascalientes, y digo todavía porque en unas pocas semanas la Sinfónica se va a mudar a su nueva casa, una sala de conciertos ubicada en el complejo MECA, Macro Espacio para la Cultura y las Artes, es una extraordinaria noticia porque esta construcción está diseñada para eso, para conciertos, no es un teatro, es sala de conciertos con todas las especificaciones y requerimientos que esto representa. No sé, en verdad, cuántas salas de conciertos hay en nuestro país, pero son muy pocas, en este momento sólo puedo recordar una, la Sala Nezahualcóyotl en el Centro Cultural Universitario de la UNAM y sede de la Ofunam, no recuerdo otra, probablemente me equivoque, pero no creo que haya otra en nuestra inmensa geografía, y ahora tendremos ésta que será la nueva casa de la OSA, pero ya dedicaremos un espacio exclusivamente para platicar de este asunto.
El segundo concierto nos ofreció un programa compuesto por la Obertura Helios, OP. 17 del danés Carlo Nilsen, el Concierto para clarinete y orquesta, Op. 36 en mi bemol mayor de Franz Krommer con la participación de la maestra Mariana Jazmín Pascual Flores en el instrumento solista, y después del intermedio, ya en la parte final, disfrutamos de la Sinfonía No. 9, Op. 70 en mi bemol mayor del soviético Dmitri Shostakovich, el director para este segundo programa fue el maestro Gaetan Kuchta, actualmente, titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Hidalgo.
La obertura Helios de Nilsen es una obra de poca duración pero de profunda inspiración, construida a la manera de un poema sinfónico por su evidente carácter descriptivo e inspirado en la belleza del Mar Egeo durante la estancia del compositor en Grecia. Se trata de una obra que exige del intérprete, de manera concreta del director quien finalmente es el que define los criterios de la interpretación, el total conocimiento de la fuente de inspiración para ser, o intentar ser, lo más fiel posible a la idea original del compositor. Me parece que el maestro Gaetan Kuchta ha entendido bien de qué se trata el asunto y nos obsequió una digna ejecución de esta bella partitura.
El checo Franz Kormmer es un compositor con pocos reflectores, pero su música es lo suficientemente luminosa para hacerlo brillar con luz propia en el período clásico de la música, de hecho este concierto que escuchamos, el de clarinete Op. 36, es una obra que responde al perfil más ortodoxo y exigente del más puro estilo vienés. La orquestación es la propia de la época, una orquesta de formación clásica o también llamada “mozartiana”, con la cuerda completa, sin más metales que los cuatro cornos, maderas a dos y timbales, y transpirando un profundo estilo vienés.
La solista fue la jovencita Mariana Jazmín, Pascual, hija del maestro Francisco Javier Pascual Aquino, clarinetista de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Ella apenas tiene 15 años de edad, pero resolvió las exigencias del concierto de Krommer con la solvencia necesaria, no hizo nada más de lo que estaba obligada a hacer, finalmente no tiene una sola razón para tomar riesgos innecesarios, se apegó a la partitura y terminó proponiéndonos una muy buena ejecución de esta obra, no ofreció ningún encore, pero sin duda el público se mostró agradecido por el trabajo realizado por esta clarinetista que apenas acaba de dejar de ser niña para entrar en la adolescencia y ya anda metida en estas exigentes y comprometedoras delicias de su majestad la música, sin duda tiene un futuro brillante, tan brillante como la obra que le tocó ejecutar.
En la parte final del concierto, disfrutamos de la Sinfonía No.9, Op. 70 en mi bemol mayor de Dmitri Shostakovich, de hecho, si quisiéramos buscar un hilo conductor, aunque sólo sea por ociosa curiosidad, diremos que éste es la tonalidad en la que están redactadas las dos obras de gran formato que escuchamos la noche del viernes 21 de octubre, las dos, la de Kormmer y Shostakovich están escritas en mi bemol mayor.
El maestro Gaetan Kuchta, director huésped para este segundo concierto, nos propuso una convincente lectura de esta partitura, una obra que lejos de satisfacer las expectativas de las autoridades soviéticas, las confundió y hasta las indignó por no hacer lo que ellos esperaban, recordemos que el sufriente Shostakovich siempre estuvo oscilando en los afectos de acuerdo a la miopía y torpeza de las autoridades de su país, cuyos criterios aletargados no consideraban toda manifestación artística de la extinta Unión Soviética como digna del espíritu de la revolución de 1917, de hecho no sé si fue una casualidad o así lo planeó nuestro director, el maestro Revueltas, al programar esta obra en el mes de octubre, mes en la que estalló la revolución bolchevique de ese 1917.
Para la próxima semana, en el tercer concierto de temporada, tendremos el Romance, Op. 42 en do mayor de Jean Sibelius, el Concertstück para cuatro cornos, Op. 86 en fa mayor con la participación de Jonathan Wilson Miles, Iván Vázquez Díaz, Jana Navarro Antun y Mariana Martínez Robles. Después del intermedio escucharemos Die Toteninsel, o la Isla de la muerte, sublime poema sinfónico de Sergei Rachmaninov y finalmente la Sinfonía da réquiem de Benjamin Britten, aunque sé de buena fuente que como la obra tiene derechos que pertenecen a una casa editorial y los derechos son muy costos, es muy probable que el programa se vea modificado por esta razón.
La cita con su majestad la música es el próximo viernes 28 de octubre a las 21:00 hrs en la todavía casa de nuestra Sinfónica, el Teatro Aguascalientes, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.