Más que la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, fue un ensamble de cámara de la propia orquesta quien ejecutó la obra que abrió la cuarta y última temporada del año 2016 de nuestra máxima entidad musical, se trata del Concierto de Brandemburgo No.4 de Johann Sebastian Bach, el padre de la música.
Como sabemos, Bach perteneció al período barroco en donde todavía no existía la orquesta como la conocemos hoy en día, ésta apareció en el clasicismo, es decir, después de 1750 y se atribuye su paternidad a Franz Joseph Haydn, por lo que este tipo de repertorio no están diseñados para la gran orquesta. Muchas personas han criticado, lo he escuchado yo mismo o me han hecho el comentario directamente a mí, de por qué nuestra Sinfónica no toca música barroca, bueno, es muy simple, ya lo hemos apuntado líneas arriba, sin embargo, en atención a que muchas personas desean escuchar este repertorio, se ha programado uno de los más luminosos y fáciles de escuchar de los seis conciertos que forman el ciclo de Brandemburgo de Bach, el cuarto que es el BWV 1049, es uno de los mejores ejemplo del concertó grosso, lenguaje típicamente barroco en donde el ensamble se divide en dos entidades, una de ellas se encarga de ejecutar el acompañamiento y se llama ripieno, la otra parte se encarga de las partes solistas y se llama concertino, en este caso, el concertino estuvo integrado por cuatro instrumentistas de la Sinfónica de Aguascalientes, el violinista Román Pavón estrada, los flautistas Megan Mariorana y Sergio Ávila Franco y Gaby Martínez en la clave, por cierto, todavía tengo vivo el recuerdo de aquella ejecución magistral que Gaby hizo del Brandemburgo No. 5 en el clavicémbalo, no sé, hace más de 10 años, pero fue verdaderamente sobresaliente, es uno de esos concierto inolvidables.
Buscando respetar las formas, el ensamble de 15 músicos de nuestra Sinfónica ejecutó la obra de Bach de pie y sin director, así era como se hacía la música en el siglo XVII y me parece muy bien que se respete el protocolo con el fin de ser lo más fiel, de acercarse lo más que se pueda al contexto original.
La segunda obra, ya con orquesta completa, fue el Concierto para viola y orquesta del británico William Walton, una obra contrastante con la anterior, música ya de nuestros tiempos con un lenguaje muy distinto al de Bach, bien decía en alguna ocasión el maestro Román Revueltas que hacer la programación de un concierto es hacer un pequeño ejercicio de equilibrio, aunque en realidad no es tan pequeño, tiene su dosis de complicación y es parte del trabajo del director titular.
El solista para el concierto de Walton fue el maestro Sergio Carrillo, coprincipal de la sección de violas de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes y violista del cuarteto de cuerdas José White que, por cierto, hace unos cuantos días ofrecieron un concierto con cuartetos de Beethoven en el ciclo de Polifonía Universitaria.
Muy buena y digna la versión que nos propuso el maestro Carrillo del concierto de Walton, una ejecución muy limpia sobresaltando las buenas formas y el tratamiento de muy buen nivel de esta enorme partitura del siglo XX, no es fácil compenetrarse de este tipo de repertorios, que aunque no llegan a los radicalismos, no necesariamente excesos de otros lenguajes contemporáneos, sobre todo atonales, sí representan un interesante reto para el solista que Sergio Carrillo supo sortear con solvencia irreprochable.
Después del intermedio disfrutamos, porque la verdad sí fue un placer escuchar la propuesta que nos hizo el maestro Revueltas, director titular de nuestra Sinfónica, de una de las partituras más deliciosas, pero con mucho menos reflectores que otras obras de Tchaikovski, la Suite No.4, Op. 61 en sol mayor Mozartiana, no cuenta con el interés que sí tienen, por ejemplo, sus últimas tres sinfonías, la cuarta, quinta y sexta, sus dos monumentales conciertos, para Piano No.1 y el de violín, la Variaciones Roccocó para violoncello y orquesta, sus tres suites para ballet, incluso su música de cámara. Resulta increíble cómo es que esta maravillosa música no tenga la misma difusión que las obras antes mencionadas.
Es una obra escrita en cuatro movimientos, al estilo de la sinfonía que efectivamente se acerca mucho al estilo galante del lenguaje sinfónico de Mozart, de ahí su nombre, y si le buscamos un poco en las entrañas de este primer concierto de temporada, notaremos, como hilo conductor, ese coqueteo con el estilo galante propio del clasicismo, esta tendencia también es evidente, por cierto, en el Concierto de Brandemburgo No. 4 de Bach, sólo que en este caso, se asoma a lo que vendría después, como una adelante que Bach nos da de cómo sería la música en el siguiente período, mientras que con Tchaikovski, es ver por el retrovisor lo que se había hecho anteriormente. Como sucede cada vez que el maestro Revueltas tiene en su atril una partitura de Tchaikovski, se sublima enormemente y nos ha ofrecido una gran interpretación de esta bellísima y dulcísima página orquestal de uno de los más grandes representantes del romanticismo musical.
Para la próxima semana, en el segundo concierto de temporada, tenemos programada la Obertura Helios, OP. 17 de Carl Nielsen; el Concierto, OP. 36 en bemol mayor para clarinete de Franz Krommer con la participación de la maestra Mariana Jazmin Pascual Flores en el instrumento solista y finalmente la Sinfonía No. 9, Op. 70 en mi bemol mayor de Dmitri Shostakovich, el director para este segundo programa de la cuarta temporada será el maestro Gaetan Kuchta en su calidad de huésped. La cita con su majestad la música es el próximo viernes 21 de octubre a las 21:00 en el Teatro Aguascalientes, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.