Si antes había pocos lectores en México, en la actualidad las cosas han empeorado. Las personas que leían un poco ahora no lo hacen pues el escaso tiempo que destinaban a la lectura ahora lo pierden en las redes sociales.
La mayor parte de la población, como buenos mexicanos, siempre está llena de pretextos para terminar un libro. Es parte de la cultura de este país el que los proyectos no se concluyan o se realicen de último momento, a las carreras, con baja calidad y con procesos dudosos.
Siempre se dice que el mexicano es muy ingenioso, y sí lo es ¿por qué no hay un número considerable de escritores y científicos que sobresalgan? No porque no los haya sino porque el número podría ser alto y tendríamos entonces, como consecuencia un nivel de cultura mayor.
¿Cuántos investigadores tiene México como Roberto Hernández Sampieri quien cada mes ofrece conferencias en el extranjero y sus libros son estudiados en todas las instituciones de educación superior en Latinoamérica? ¿Cuántos profesores de educación básica a superior leen y promueven la lectura? ¿Cuántas instituciones estimulan la lectura en sus aulas?
Entre que los mexicanos son tardíos para concretar proyectos y por tanto a leer y terminar hasta la última página los libros y las instituciones no promueven la lectura el futuro de nuestros educandos es gris.
A veces en las aulas nos preguntamos el porqué los alumnos tienen bajo rendimiento y no pueden responder correctamente los ejercicios, la mayoría de las ocasiones es porque no saben leer bien y por tanto no comprenden las consignas de los ejercicios de tal manera que se desencadenan una serie de sucesos cuyo final es predecible, una educación más relajada, alumnos quienes por ley ya no reprueban y todo culmina en una sociedad sin cultura, así como una economía deplorable.
Podríamos pensar que la mayoría de las escuelas particulares promueven la lectura en inglés, español o francés sin embargo, la realidad es diferente, si los coordinadores de área no leen, sin importar el idioma que sea, los estudiantes no tendrán un acercamiento a la lectura, pues si la cabeza no lee y vivimos del menor esfuerzo, los profesores frente a grupo tampoco lo harán para evitar carga extra de trabajo sin pensar en las oportunidades que les roban en conocimiento y sintaxis a los jóvenes. Un solo profesor que lee no puede cambiar un sistema privado o público, mas la suma de los padres sí lo puede lograr.
Cuando los jóvenes se enfrentan a padres y maestros renuentes a la lectura por un sinnúmero de pretextos, pocas posibilidades tienen de desarrollar a temprana edad su yo lector. Con padres de familia que en lugar de comprar e invertir en educación fuera de la formación institucional rentan todos estos sitios web donde pasan series y películas para evitar tener que cuidarlos o la pregunta de ¿por qué no lees? Es más sencillo tener una niñera de varias pulgadas que los embobe desde pequeños para que de grandes desarrollen un sistema automatizado: llegar de la escuela, encender la televisión o el gadget y perderse hasta la noche.
Los hijos siempre repetirán los hábitos negativos y positivos de los padres, si ninguno de ellos leen y dentro de la familia no hay una figura cercana que sea lectora, esos chicos lejanos se encuentran de llegar a serlo.
Todos tenemos intereses, si lo que me gusta es la decoración de interiores, puedo leer sobre eso en específico o bien, si lo que me interesa es la mecánica automotriz puedo leer revistas especializadas y desarrollar mi conocimiento pero, si ponemos atención sobre lo que vende más, es la nota roja y las revistas de chismes, prensa escrita que no ofrece nada a sus lectores.
Para que la educación en México en verdad tenga un cambio significativo es necesario que la lectura se cultive en casa. Con padres que no leen literatura de calidad no se puede transmitir cultura.
Leer no necesariamente significa recurrir a textos científicos sino encontrar algo de lo que nos gusta hecho libro. Hay madres de familia muy religiosas que leen las vidas de los santos, tal vez para muchos no sea significativo más para ella sí y puede encarrilar a sus hijos en el hábito de la literatura por ese camino, si la lectura se promueve de manera atrayente ese mismo joven comenzará a buscar otro tipo de lecturas que le permitirán ampliar su bagaje cultural.
Por ejemplo, recientemente un adolescente dejó de atrapar pokémones cuando su padre lo acercó a la lectura, así de sencillo cambió su gadget por un libro. Es suficiente con que uno de los padres lea para que la vida de un joven pueda abrirse a la literatura.
Sin embargo, cuando papá y mamá no leen ni las recetas médicas es más probable que los chicos al entrar a la escuela sean flojos para hacer labores y tengan un promedio bajo.
Si como mexicanos comprendiéramos que la cultura general hace que los países sean más fuertes y su economía sólida nuestra historia sería diferente. Como padres de familia no podemos cruzarnos de brazos y cerrar los ojos a la lectura, necesitamos abrirlos a la posibilidad de generar un cambio por medio de la adquisición de conocimiento por medio de los libros para adecuarnos a la modernidad que no es justamente el leer malos contenidos y con errores sintácticos en las redes sociales.
México necesita lectores, y la escuela no los producirá sino los hogares ¿estás dispuesto a iniciar el cambio?
Laus Deo