Es una pena que los actuales comicios se vean expuestos a una serie de situaciones, algunas provocadas por los mismos partidos, otras, atribuibles, dicen, a errores humanos, que en resumidas cuentas, atentan contra uno de los valores consagrados en el espíritu de nuestra legislación electoral es la certidumbre en los procesos electorales.
Los eventos se pueden contar por decenas, algunos de ellos completamente irrelevantes, diría yo, la mayoría, pero otros, aunque no representan cuantitativamente muchos, lo que sí, por su naturaleza, pegan fuertemente a la certeza que se supone debe brindarnos la autoridad electoral en cada uno de los comicios que se llevan a cabo.
Quisiera referirme al más próximo pasado, el de la no contabilización de 2 mil 800 sufragios que debieron de haberse contado, en este caso a favor de Lorena Martínez, pero que un descuido humano, se dijo, evitó que esos sufragios entraran a la contabilidad de los votos.
Más allá de si esos votos habrían hecho la diferencia en el resultado, yo creo que el daño mayor se genera cuando surgen preguntas como: ¿Serían los únicos votos que no se contaron?; ¿Se trató de error humano o de una estrategia para cometer fraude electoral? ¿Cómo puede ser posible que la contabilización de los votos hubiera fallado cuando hay muchas manos y muchos ojos al cuidado de cada uno de los votos que se emiten, porque detrás de cada uno de ellos, hay un mexicano o mexicana que, en uso de su legítimo derecho, acudió el día de la elección a sufragar, para que hoy, a cuatro meses de las elecciones, nos salgan con que no fueron considerados la totalidad de la votación.
¿Qué hacer ahora?
Los partidos políticos han fijado su postura; el PRI pide la cabeza de los consejeros electorales y el PAN dice estar ya ocupado en cómo hará el abordaje de las instituciones que a partir de noviembre, en el congreso, diciembre, en el gobierno del estado, y enero, en las alcaldías, se sentarán a gobernar. El resto de los partidos se han mantenido solo como espectadores.
La madre de las impugnaciones está en marcha y lo menos que pueden hacer los magistrados Del Tribunal Federal Electoral es retomar el caso y que su próxima resolución haga alusión a esta falta de votos contabilizados, con independencia a los términos de la resolución.
Para la anulación del primer distrito federal electoral, el año pasado, el tribunal federal incorporó, ya en pleno análisis, pruebas y elementos que el actor nunca aportó. Lo hizo, como en muy pocas veces, y demostró el marcado interés en la anulación.
Ahora, aunque la no contabilización de votos no haya sido motivo de la impugnación, sería saludable, por el bien y una mayor legitimación del proceso, que los magistrados se pronunciaran sobre este tema en su resolución, sólo así podría recuperarse un poco la legitimidad perdida a consecuencia de una cadena de errores y omisiones, que hoy traen de cabeza la credibilidad del proceso electoral.
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