Como en toda historia, siempre hay un antagonista e impide que A llegue a B, como bien lo explica Sidfield en su paradigma de la trayectoria del héroe; así pues, el desinterés político educativo en nuestra ciudad ocasiona que el periodismo cultural sea desconocido y exista casi sólo en el exilio.
Es poco frecuente leer artículos culturales en los diarios locales cuyo contenido se diferencie de la reseña y no es que los profesionales del periodismo no sólo sepan hacer reseñas sino que su formación académica sobre esta especialidad es vaga y los contenidos en las aulas se estudian tan rápidamente que es imposible lograr un todo.
Se dice que para tener cultura hay que leer, sin embargo, la calidad de la misma debe cuidarse y aprender a seleccionar lecturas de calidad lleva su tiempo y, si a eso le sumamos que los profesores en las aulas no promueven, no incitan a la cultura, nos encontramos ante un número limitado de participantes para el periodismo cultural.
Las universidades no promueven de manera adecuada la cultura, realizan actividades sin buscar realmente crear espectadores, cumplen con las fórmulas sociales para evidenciar su poco interés y argumentar que atendieron a la obligación de tener un espacio para ello.
Ninguna universidad aguascalentense pública o privada cuenta con la carrera de periodismo, por ello lo más cercano es la licenciatura en comunicación, sin especialidad en periodismo. Algunas instituciones en su currícula imparten la materia de Redacción, impartida no por especialistas del área sino en egresados de la misma profesión y otras ofrecen talleres o la materia de géneros periodísticos.
La formación sobre periodismo que se imparte, por los tiempos establecidos, es general pues en un semestre o cuatrimestre poco se puede abarcar y la preferencia hace que los estudiantes se inclinen más por el periodismo deportivo, de espectáculos y el político dejando a un lado la especialidad que nos tiene hoy aquí reunidos.
Decíamos que en las aulas no se promueve la cultura sino el gusto por la crítica de espectáculos, la política, el amarillismo y la crónica deportiva, como si al público únicamente le interesaran esos aspectos de la vida cotidiana, olvidan entonces que la cultura, tal como el rock, es un estilo de vida. Las ofertas de trabajo más demandadas por los medios son para la nota policiaca.
Vivimos inmersos en culturas y subculturas derivado de lo que nos gusta y desagrada. Nuestras preferencias las dictan nuestros estilos de vida y lo que se cultiva en casa y en las aulas. Olvidamos que la cultura no es únicamente arte sino también tradiciones y costumbres, la visión del mundo, en la actualidad, es ser visto más que ser reconocido.
En muchos de los hogares se piensa que las carreras como Filosofía, Letras, Historia, Sociología y Periodismo no son profesiones reales por lo que ese paradigma tan afianzado sobre las áreas de humanidades es una barrera para la apertura de espacios de aprendizaje y laborales profesionalizantes. La influencia de la familia sobre la percepción de un proyecto de vida profesional y personal hace que los jóvenes decidan inclinarse hacia lo que parece más rentable. Se cree, firmemente que de la cultura, en cualquiera de sus divisiones, no se puede vivir.
Cuando a los estudiantes se les pregunta sobre los periodistas que han ganado el premio nacional de periodismo piensan que los galardonados son López Dóriga, Lolita Ayala y Javier Alatorre pues sus referentes no van más allá de los que ven en televisión.
Para enseñar periodismo cultural son necesarias dos tácticas pedagógicas, enamorarlos de la lectura y cambiar su perspectiva de vida.
El problema que presenta el periodismo cultural quizá sea general, pocos alumnos saben realmente leer y escribir adecuadamente, por lo que los cursos de géneros periodísticos tienen dos limitantes, la primera cumplir con el plan de estudios y enseñar lo que son los géneros periodísticos y la segunda corregir su escritura.
Por increíble que parezca, encontramos alumnos que no saben lo que significa “estaba” si es un tiempo verbal o el imperfecto de estar, algunos otros que no pueden construir párrafos coherentes y unos pocos con carencia de acentos y puntuación, para formar a un periodista las clases se convierten en cursos remediales de español de aquello que no aprendieron en primaria, secundaria, preparatoria. Lo más sencillo, quizá, sea mostrarles la estructura de un noticia y no intentar corregir su escritura, pero caeríamos en el mismo círculo de incoherencia y los errores sintácticos no mejorarían, y restaríamos a su aprendizaje oportunidades de crecimiento personal y laborales.
Para poder formar a un periodista necesitamos llevarlos a conocer la forma, a comprender y perfeccionar su idioma. Mientras más amplio sea el conocimiento de la lengua nativa más sencilla será la comprensión del mensaje y los receptores se multiplicaran.
Además de corregir la estructura lingüística de los alumnos y construir un entramado que les permita hablar y escribir correctamente, también es indispensable ampliar sus horizontes y mostrarles que hay mucho más allá del espectáculo, la política y los deportes. Indiscutiblemente, frente al grupo el profesor influencia a su audiencia. ¿De qué hablan los profesores, qué lecturas los inspiran, cuales comenta con sus alumnos? ¿qué critican, cual manifestación artística lo inspira, qué tradición difunde? ¿qué le interesa formar en sus estudiantes?
Si en Aguascalientes no se puede elegir Periodismo como carrera universitaria las instituciones educativas tendrían la obligación de proponer la formación de periodistas en talleres seriados que no estuvieran limitados al periodismo en general, sino desde la concepción de la escritura es decir desde la redacción hasta la especialización en los géneros periodísticos de manera que aprendan no sólo a redactar noticias y reseñas sino reportajes, crónicas, entrevistas, críticas y editoriales.
¿Qué se necesita para formar en periodismo cultural? Frente a grupo, y con la flexibilidad del tiempo y un programa dirigido para ello después de pasar por el estudio de la sintaxis y coherencia es indispensable enseñar las bases de la literatura, la pintura, la escultura, la música, el cine, para que al conocer la forma de las disciplinas artísticas los estudiantes puedan tener un sentido crítico que sustente lo que redacten en sus textos periodísticos.
Con respecto al cine, en ocasiones los jóvenes, cuando salen de la universidad, se creen cineastas y esto conlleva a que escriban sólo reseñas de las películas sin que tengan un perfil crítico sobre la cinematografía que les permita el crear textos distintos a una sinopsis.
Podríamos decir que en Aguascalientes tenemos periodistas de oficio, jóvenes que entran a trabajar y se forman haciendo notas y cubriendo agenda, y no buscan el especializarse en la fuente que les asignan así como perfeccionar aquella que les atrae, entonces pueden cubrir la fuente de Congreso y ampliar sus conocimientos sobre las tradiciones locales, las manifestaciones artísticas y por qué no, también las subculturas posmodernas.
Para que los estudiantes, los futuros periodistas se inclinen en la investigación, la promoción y concepción de la cultura, los docentes tenemos la obligación de enamorarlos de ella, de mostrarles que es una especialidad tan valiosa y reconocida como lo son las fuentes policiacas, deportivas y políticas.
Cuando la práctica docente se realiza in situ, la inquietud por encontrar el hecho, describirlo, criticarlo y mostrarlo inicia en los estudiantes la curiosidad por aprender lo visto y vivido en la práctica periodística.
Impartir géneros periodísticos o materias afines no puede ser únicamente teoría en cuatro paredes todos los días, es indispensable sacar a los estudiantes y llevarlos a buscar los hechos, acercarlos a la cultura, a los protagonistas. Los individuos al desarrollar el sentido de pertenecía buscan respetar la cultura a la cual se sienten afines y se convierten en promotores auténticos de lo que satisface a su ser.
El profesor se convierte en una guía que estimula la asimilación de los conocimientos y su percepción de la profesión y la preferencia que determinarán la inclinación de los estudiantes en sus prácticas, por lo que, si en el aula las entregas de las tareas periodísticas son sólo descriptivas y pocas enfocadas a la crítica y la cultura, es debido al estilo y la influencia que el docente tiene frente al grupo al impartir su cátedra.
Las universidades necesitan crear espectadores con bases suficientes para poder expresar de manera oral o escrita lo acontecido. Ya no están de moda los periódicos universitarios sino las cápsulas informativas producidas por sus propia microcadena de televisión y aunque para estructurar una cápsula se necesita tener conocimiento de causa sobre la estructura de la noticia o del reportaje, lo realizan bajo los criterio de los productores principiantes e ingenuos quienes creen que por llenar una escaleta saben ya cómo formar un contenido.
Necesitamos volver a los periódicos y revistas universitarios donde los alumnos puedan leer y creer en los espacios para establecer diálogos culturales con sus lectores ideales y con yo escritor.
Para ser periodista es requisito el tener un pequeño ego que quiere ser leído y reconocido no por escribir a destajo sino por el sentido producido por la otredad donde se reconoce a sí mismo en los otros y puede formar parte del ideario colectivo.
El antagonista del periodismo cultural es la sociedad misma quien no procura cultivarse y a decidido dejar de transmitir tradiciones y costumbres, dejarse llevar por la modernidad y copiar estereotipos.
Para poder encontrar un espacio para el periodismo cultural no necesitamos una reforma educativa sino involucrar a los estudiantes en el arte, la sociedad y su evolución humanística.
El periodismo cultural existe y continuará si en las aulas decidimos cambiar la perspectiva de nuestros estudiantes y promovemos la cultura como un estilo de vida y no como algo ajeno a sí mismo.
*Ponencia presentada en la mesa “La formación académica del periodismo cultural en Aguascalientes” en el Coloquio de Periodismo Cultural