La mercadotecnia no puede saturarnos más, aún no terminaba el mes de agosto y ya empezaban a venderse los artículos para la fiesta de Halloween. Todos los centros comerciales se abarrotaron de vampiros, brujas, zombis, espantapájaros y demás, con la intención de que los productos fueran consumidos rápidamente para que, a finales de septiembre, se iniciara la venta de los artículos navideños.
Con tanta influencia de nuestros vecinos gringos y con la pérdida de identidad nacional es muy fácil el perder el centro e inclinarse a lo que el consumismo dicta. Con casi tres meses de anticipación se venden los artículos de Halloween y se anuncian las películas de terror a estrenar por dicha fecha, entonces el público está cautivo antes de que sea 31 de octubre y se lleve a cabo el aquelarre. A diferencia de la celebración del Día de Muertos, que bien si Aguascalientes tiene su ya conocido festival, aún no logra evitar que sea más esperado el Halloween que nuestra propia tradición.
¿Qué consumen los aguascalentenses en cultura de la muerte? ¿Será que el burlarse de la muerte nos ha hecho perder el interés en promover la cultura que respetaban nuestros antepasados? Pues cada vez es más recurrente el tener fiestas de Halloween y menos altares de muerto en los hogares mexicanos.
Muchas familias se preocupan por decorar de Halloween las casas, compran figuras salidas de los cuentos y las películas hollywoodenses, mas no vemos colgados de los balcones catrines, nahuales o alebrijes. Las fiestas de disfraces son de personajes distintos a nuestra tradición, observamos menos rancheros muertos, lloronas, aunque sí algunas pocas Catrinas sin Catrín.
Si nos acercamos a los autoservicios y observamos los productos que venden para la ocasión, es notable que poco a poco se ofertan menos artículos relacionados con día de muertos, lo mismo sucede con las tiendas de disfraces y dulcerías.
Los niños y adolescentes, disfrazados o no, aún continúan con la tradición de pedir dulces, la diferencia es que en los últimos años es más común que los pidan el 31 de octubre y no el 2 de noviembre. Tocan a la puerta y solicitan su “Halloween” en gran número de participantes y sólo algunos pocos regresan el 2 de noviembre a pedir su “muertito o calaverita” y no se escuchan los cantos donde se pide al casero permiso para pasar y recibir la ofrenda sino el “dulce o truco” como en la tradición gringa.
En la época de la Colonia, los niños salían a la calle a pedir “para su calaverita” y llevaban en su mano una caja y una vela, entonces no se obsequiaban dulces, sino monedas para que pudieran comprar el dulce tradicional de la temporada, la calaverita, la diferencia en la actualidad es que se obsequian dulces, no mexicanos en su mayoría y tristemente no sólo el 2 de noviembre.
El mercado de las calaveras ha reducido su tamaño con respecto a hace 10 años y hay menos artesanos que se dedican a la elaboración de calaveras dulces y de barro, la población prefiere asistir al Festival de Calaveras promovido por Gobierno del Estado. El festival presenta eventos artísticos y culturales mas no promueve las artesanías típicas de la temporada, se venden muchísimos productos y el único que corresponde a la festividad es el pan de muerto.
Si como mexicanos perdemos la tradición de regalar calaveras, ocasionaremos que los artesanos produzcan zombies y vampiros pues es lo que vende, según las grandes influencias mercadológicas no mexicanas. ¿Cómo afecta el Halloween la economía social? Una respuesta es el reducido número de pequeños productores artesanales locales ante el volumen de artículos que ofertan los grandes comercios. Hace apenas unos años el mercado de calaveras abarcaba más de tres cuadras y en la actualidad su longitud equivale casi un 50% de lo que era antes ahora comercializan piezas hechas en China o Estados Unidos.
En algunas instituciones educativas recuerdan el Día de Muertos porque es feriado sin embargo, festejan Halloween en lugar de nuestra tradición y en lugar de narrar las leyendas tradicionales de muertos cuentan cuentos de escritores extranjeros.
El giro de la historia y de la cultura del Día de Muertos lo producimos los adultos quienes no fomentamos el poner altares a nuestros muertos, ofrecer calaveritas de dulces o de barro a los niños cuando piden su muertito y cuando decoramos con personajes que no pertenecen a nuestra tradición.
Es importante no dejar los festejos a las dependencias gubernamentales ya que la cultura y la educación inician y culminan en casa por tanto la promoción de las fiestas nacionales y culturales dependen únicamente de nosotros.
Como pobladores de un país rico en cultura y tradiciones no podemos permitir que la mercadotecnia y los banales estilos de vida nos alejen de lo que somos en esencia y gracias a ello. Nuestra responsabilidad como ciudadanos de México y para impulsar nuestra economía social es promover, desde nuestros corazones el culto a los muertos justo como lo vivimos de niños para que se mantenga de generación en generación.
Vale la pena sentirse y saberse mexicanos no únicamente porque aquí nacimos, sino porque por nuestros antepasados somos lo que somos, un pueblo guerrero, jocoso, creativo y con un territorio fructífero por ello inculquemos y recobremos nuestra vieja tradición del día de muertos sin contaminarnos de gringadas.
El Día de Muertos se celebra una sola vez al año, por ello es importante el hacer la reflexión: Y tú qué cultivas en casa ¿Halloween o Día de Muertos?
Laus Deo