El ciudadano que opina / Opciones y Decisiones - LJA Aguascalientes
24/11/2024

EI valor de opinar. Dicha la frase, queda abierto un mar de posibilidades para interpretarla. Comenzando por el término equívoco de “valor”, que igual sirve para indicar un bien ya sea individual o social, o la virtud y el temple personal para realizar tal acción. La primera dice referencia a una vía sustantiva u objetiva que tiene que ver con el ser o existencia de una cosa; y la segunda vía, que es más bien adjetiva y califica una cualidad moral de su portador. Ambas vías de interpretación, consideradas en sí mismas, abren todo un rango o espectro de posibilidades, para poder medir y dimensionar ese verbo activo, transitivo, que sin un complemento queda indeterminado, y está dicho en infinitivo: opinar.

Dado que las cosas y los hechos no se presentan solos, uno de los contextos príncipes del verbo opinar es el del periodismo. Perseguir la noticia, capturar la noticia, darle cuerpo a la noticia, estaríamos de acuerdo, construye el oficio artesanal de comunicar socialmente la noticia; que puede ascender a la cumbre de transformarse en un arte de la comunicación humana y societal. El que a su vez tiene su complemento indispensable, pienso yo, que es el de opinar. La una pretende captar los hechos, la sucesión de eventos en el tiempo y en un espacio determinados, el otro –opinar- modela la forma de aparecer ante los ojos y oídos del receptor. Si éste último traiciona la naturaleza o embosca el ser de la cosa referida, se convierte en un valor espurio, inútil, vacuo. En cambio, si logra hacer destacar la naturaleza -estructura y dinámica- del hecho de referencia, resplandece con una nota de agudeza inteligente más perspicacia cognitiva y, por ende, de excelencia en la comunicación.

La Jornada Aguascalientes, cuyo lanzamiento ocurrió en diciembre de 2008, inició aproximadamente con una veintena de colaboradores a título gratuito en el área de Opinión. La sorpresa fue que se trataba de ciudadanos con deseos de escribir al menos una columna semanal, que fuera publicada en sus páginas, pero que representaban una gama por demás plural y diversa en cuanto a tendencias, posiciones y posturas tanto en lo político, intelectual como cultural. En una primera comida de cortesía brindada a sus colaboradores por el director del diario, se evidenció cómo de manera espontánea los comensales se acomodaron “naturalmente” en dos alas perfectamente identificables, de izquierda y de derecha, dejando al centro -con el staff de la LJA– a los académicos, intelectuales e independientes; al verlo, todos acabamos riéndonos de ese imaginario colectivo. Sí sorprendió, en parte, que este diario local nuestro no siguiera la tendencia y posicionamiento socio-político original de su diario matriz, La Jornada –nacional-, mayormente empático de las izquierdas mexicanas. Característica que de hecho fue resaltada por lo más refinado de la denominada ‘comentocracia’, que en un tono de humorismo sarcástico apodó al diario como “The Ocosingo News”.

En ese mismo trending de referencias, Carlos Bravo Regidor. El México de la comentocracia. (Nota del 6 de junio de 2011), escribía: “El martes pasado escribió Héctor Aguilar Camín, en Milenio, sobre el tedio que en ocasiones produce la lectura de nuestros periódicos. Sobre cómo esa dosis cotidiana de declaraciones, violencias, escándalos, fiascos y opiniones al por mayor termina por enfermarlo a uno, como a los aviones o a los puentes, de “fatiga de materiales”. Sobre cómo a fuerza de repetir una y otra vez las mismas “anormalidades”, de servirnos el mismo “menú esperpéntico” un día sí y otro también, la prensa termina por sofocar toda sensación de novedad”. Y luego profundiza: “Me interesa su argumento (sobre todo esa segunda parte relativa no tanto al México de los periódicos sino, más bien, al México de la comentocracia) porque encuentro en él, paradójicamente, tres atisbos de novedad. (…) – La tercera es el reconocimiento de que ese México de la comentocracia es un México insoportablemente monótono (casi siempre habla de política), histérico (casi siempre está de malas) y de muy estrechos horizontes, que no sabe ver de lejos (más allá de nuestras fronteras) ni tampoco de cerca (al ras de lo local). Es un llamado a que los profesionales de la opinión asuman su responsabilidad con respecto al fatigoso estado de nuestra conversación pública. Ojalá”. (https://goo.gl/pn9TBC).

Lo anterior viene a colación, porque transcurridos ya casi ocho años de tiraje diario continuo de La Jornada Aguascalientes, vemos cómo aquella mesa feliz, a pesar de reconocerse discordante y plural en el modo de opinar, va mostrando cierta “fatiga de materiales” y más que monotonía, exhibe controversias o discrepancias de opinión, pero no tan solo con el mundo allá afuera de la realidad política, económica, social y cultural local de Aguascalientes, sino al interior del corazón editorial mismo de nuestro periódico; cabe el cual se han trabado ya algunas escaramuzas de columnistas con su propio war room editorial, llegando incluso a personalizar en su director esa divergencia de opiniones. Hecho que de ninguna manera nos llama ni debe llamarnos a escándalo, sino más bien a repensar nuestras posiciones honestas a la hora de opinar.

Muy seguramente, dichas posiciones polémicas, las podemos atribuir al ascenso de un mayor grado de madurez del equipo mismo que hace su tarea periodística. Pero, lo que sí es indudable es que la toma de posturas políticas específicas provoca, quizá necesariamente, la confrontación de lealtades a diversas éticas militantes. Digámoslo con sus epítetos políticos: priistas, panistas, perredistas o morenistas, por señalar sólo los más icónicos. Efectos colaterales de controversias políticas locales, como son los resultados impugnados de la elección estatal pasada, derivan lógicamente en posiciones de defensa que se expresan en polémicas perfectamente identificadas con nombre y apellido. Lo cual no está mal, pues es la expresión de opiniones divergentes sobre un asunto de suyo controversial.

El único punto que yo sí veo problemático es el de averiguar si esos choques, esgrimas o escarceos de palabras intercambiadas, van o no a cristalizar en confrontaciones o en rompimientos reales de relaciones, alineaciones o solidaridades de equipo de trabajo o grupo de pertenencia. Lo cual tampoco nos asusta, pues el análisis sociopolítico nos enseña que tales asociaciones forman parte sustantiva de los colectivos precisamente en su formación éticomilitante. Y ello es producto del encuentro dialéctico de las clases sociales. Dicho de otro modo, las cosas no están fijas e inmóviles, más bien las cosas están interconectadas y en relación dialéctica, ya sea por simbiosis, fusiones o contradicciones abiertas.

Me parece oportuno evocar el drama personal y periodístico de El Ciudadano Kane (Filme: Citizen Kane. Año: 1941. Duración: 119 min. País: Estados Unidos Estados Unidos. Director: Orson Welles. Guión: Orson Welles, Herman J. Mankiewicz), cuyo genio empresarial, de un pequeño periódico adquirido en quiebra, el Inquirer, y que estaría encantado de dirigir, hace disparar su tiraje cuando Kane contrata a toda la plantilla del periódico más importante hasta esa fecha, el Chronicle. Pero, tratando temas controvertidos consigue ir alcanzando una enorme popularidad. Al final, su ambición desmedida, su afán de protagonismo y egocentrismo derivan en el derrumbe de su empresa y su perdición, especialmente cuando decide empezar a publicar rumores que se hacían eco de la calle y noticias conflictivas que atacaran a importantes estamentos de la ciudad. (Ver: “Ciudadano Kane”. Reseña de la película 15-mayo-2008, arivero. Alonso Rivero Romero. (https://goo.gl/9ULkYd ).

Nuestras polémicas locales también pueden representar el núcleo ético-militante de una posición política, pero si se enderezan con argumentaciones subidas al periodismo de opinión, permanecen en el campo de la comunicación social y, por tanto, de la formación de opinión de la sociedad. Y como tales han de ser tenidas. Puesto que trasladarlas al campo propio de la acción política, en cuanto tal, entonces deben ser vistas como posturas políticas, en sentido estricto. La Lic. Lorena Martínez Rodríguez acaba de acatar el fallo del TRIFE que no le favorece, y procede la asunción al cargo de gobernador de Martín Orozco Sandoval. Zanjando ya cualquier controversia política y judicial. Hillary Clinton y Donald Trump no opinan, actúan políticamente.


De modo que la comentocracia local, puede aprender de esas tendencias históricas, nacionales o extranjeras, para brindar un mejor servicio a su comunidad. Y desde luego al periodismo local.

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