Una vez más se ha perdido la oportunidad de que el médico psiquiatra y psicoterapeuta chileno, actualmente nacionalizado estadounidense, Claudio Naranjo, reciba el Premio Nobel de la Paz. Desde hace cinco años un grupo de profesionales de la salud mental de varios países hemos estado proponiéndolo. Incluso Aguascalientes tuvo un papel destacado en la propuesta, ya que le concedimos el Doctorado Honoris Causa en grado Summa Cum Laude para apoyar la causa. Sin embargo, una vez más el premio va a dar a un presidente de una nación y la razón vuelve a estar relacionada con los conflictos bélicos. Esto no deberá desanimarnos ya que Mahatma Gandhi fue propuesto en cinco años consecutivos y nunca se le otorgó. Todos los galardones Nobel son polémicos, porque a fin de cuentas se reconoce a alguien y se desconoce a alguien, pero posiblemente ninguno de los trofeos sea más cuestionado que el Nobel de la Paz que otorga anualmente el Comité Nobel de Noruega. Hasta la fecha lo ha recibido Estados Unidos, el país más guerrero de la actualidad, hasta en 20 ocasiones, incluyendo cuatro presidentes, un vicepresidente, un secretario de estado y dos ministros de la guerra. El segundo en número de premios ha sido el Reino Unido, otro de los grandes belicistas del mundo. El reconocimiento ha ido a parar a las manos de gobernantes y mandatarios en la enorme mayoría de las veces. En otras ha sido concedido a organizaciones como Naciones Unidas, la Comisión Europea y dependencias de estas instituciones cuya función es precisamente conservar la paz, o sea que son premiadas por hacer lo que deben hacer. Obviamente durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, no se entregó por no encontrar a ningún merecedor, pero posteriormente sí se ha otorgado a quienes participaron en ellas. Durante las guerras de Vietnam, la Guerra del Golfo, y las actuales se ha continuado con la costumbre de entregarlas. Por cierto el único caso en que ha sido rechazado fue por uno de los guerrilleros del Vietnam, que afirmó no tener los merecimientos, en cambio el otro ganador, el estadounidense Henry Kissinger sí lo aceptó. El israelí Menahem Beguin lo recibió y después se arrepintió, por haber iniciado la injusta guerra contra Líbano. Anwar el Sadat de Egipto y el israelita Isaac Rabin lo recibieron por aliviar el conflicto entre sus naciones y fueron asesinados por sus mismos enemigos. Poca gente sabe que el primer premio Nobel concedido a México fue para el michoacano Alfonso García Robles, secretario de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Adolfo López Mateos por haber creado el Tratado de Tlatelolco, para impedir las armas nucleares en Latinoamérica. Afortunadamente el premio sí se ha dado a personas de altos merecimientos y sobre todo a varias mujeres, la primera fue Bertha Von Suttner, austrohúngara que creó la Oficina Internacional de la Paz, aunque un año después se le dió al peleonero Teddy Roosevelt de Estados Unidos, creador de la frase “…decirlo tranquilamente pero con un garrote en la mano…” Entre las profesiones de los ganadores destacan con mucho los políticos y los militares. En menor número le siguen los profesores universitarios y después los ministros religiosos. Dos médicos, dos sociólogas y al final quedan las personas que son promotores de los derechos humanos, aún sin profesión, como Rigoberta Menchú. Ciertos premiados han sido severamente discutidos, aún cuando han gozado de la aceptación popular como el Dalai Lama en 1989 por ser un buen conferencista que habla de paz, pero que no hace nada efectivo y el de Malala Yousafzai, una carismática jovencita de 17 años que fue víctima de discriminación de género y alcanzó enorme impacto mediático, pero que en realidad no tiene nada que aportar ideológicamente. O sea que el Nobel de la Paz siempre ha sido concedido por fundamentos impredecibles y nunca a un científico de las áreas humanistas. ¿Alguna vez lo recibirá Claudio Naranjo? Francamente no lo vemos posible, aunque con el Nobel de la Paz, todo puede suceder.
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