Antes de iniciar esta serie sobre falsas autonomías universitarias, permítame informarle que el compromiso material públicamente adquirido por el gobernador constitucional para honrar a Jesús Terán será cumplido a más tardar el día 15 de noviembre próximo, de acuerdo con la notificación que la Dirección General de Desarrollo Cívico le hizo llegar el día de ayer a los Amigos de Jesús Terán.
Dicho compromiso consiste en restituir, sin mayor gasto, el busto de Jesús Terán que fue colocado solemnemente en el año de 1907 en el Jardín del Estudiante, en el acceso al Instituto Literario de Ciencias y Artes, para honrar su memoria por el hecho de haber organizado el primer sistema educativo en todo el territorio del actual estado de Aguascalientes, desde el nivel elemental hasta las bases de la educación superior.
Medio siglo después de haber sido colocado, el busto fue retirado indebidamente. Ahora, 109 años después de aquel memorable acontecimiento, cabrá el honor al gobernador Carlos Lozano de la Torre de restituirlo en su lugar de origen para que el pueblo en general y la comunidad universitaria en especial, no tengan duda alguna de que el verdadero fundador del Instituto -cimiento de la Universidad Autónoma de Aguascalientes- fue Jesús Terán, en la histórica ceremonia que presidiera como Jefe Político del Partido de Aguascalientes el 25 de enero de 1849.
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Ahora sí entremos en materia, tomando como ejemplo a la Universidad Nacional Autónoma de México para tratar de esclarecer lo que es la autonomía, para qué sirve y si las universidades que se dicen autónomas realmente lo son.
La Real y Pontificia Universidad de México se funda en 1553. Durante toda la colonia y parte de la independencia estuvo férreamente sometida bajo el control escolástico y confesional para proteger los intereses francamente feudales de los peninsulares, a diferencia de universidades europeas -incluso españolas- que habían alcanzado diversos grados de autonomía.
Durante la guerra intestina entre los conservadores que querían mantener el sistema colonial universitario; y los liberales que querían modernizar al país y establecer el estado laico mediante la separación de la Iglesia de las funciones del Estado y la sustitución de la enseñanza dogmática por la enseñanza científica, la Universidad fue clausurada varias veces por los liberales y restablecida otras tantas por los conservadores hasta que, durante la intervención francesa propiciada por los conservadores, Maximiliano de Austria, que era liberal, la clausuró definitivamente en 1865 ante la imposibilidad de reformarla.
Finalmente, en 1910, dos meses antes de que estallara la Revolución, Porfirio Díaz inauguró la Universidad Nacional de México que había sido promovida por nuestro insigne educador Justo Sierra Méndez (el “maestro de América”), quien se apoyó en el brillante maestro aguascalentense Ezequiel A. Chávez para diseñarla y organizarla en su estructura académica y administrativa.
En el artículo 3 relativo a su forma de gobierno, la Ley constitutiva estipulaba: “El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes será el Jefe de la Universidad…”.
El artículo 4 establecía que “El Rector de la Universidad será nombrado por el Presidente de la República…”.
Así pues, la Universidad Nacional de México nació sin poder gobernarse a sí misma, pero en ese mismo momento empieza a surgir en la comunidad universitaria la inquietud de luchar por obtener la autonomía, lucha que se fortalece con el movimiento de reforma universitaria latinoamericana que arranca en 1918 en Córdoba, Argentina. Y más cuando en 1921 se realiza en México el primer Congreso Internacional de Estudiantes de donde surge la Federación Internacional de Estudiantes.
En 1929, cuando Antonio Castro Leal era rector de la Universidad y Emilio Portes Gil, presidente de la República, la lucha del estudiantado contra el tiránico rector madura y gana las calles con manifestaciones y huelgas estudiantiles que son severamente reprimidas por el gobierno, especialmente la del 23 de Mayo, en que se desató una balacera que dejó varios muertos y decenas de heridos (De aquí la fecha del día del estudiante). El presidente se vio obligado a entrar en pláticas con los estudiantes, derivándose de allí la primera Ley Orgánica de la “Universidad Nacional de México, Autónoma”.
Pero si bien el título de esta ley otorga el calificativo de Autónoma a la Universidad, el texto de su articulado dice todo lo contrario. Veamos:
El artículo 8 señala que “El Consejo Universitario se integrará por consejeros… y por un delegado de la Secretaría de Educación Pública”.
El artículo 14 dice: “El Rector… será nombrado por el Consejo Universitario, eligiéndolo de una terna que le propondrá directamente el Presidente de la República”.
Y así como éstos, otra serie de requisitos intervencionistas del artículo 32 al 39 que hacen nugatoria la supuesta autonomía que sólo se ve bonita en la fachada. (Continuará)
“Por la unidad en la diversidad”
Aguascalientes, México, América Latina