Recuerdo en alguna ocasión, allá por la segunda mitad de los años setentas, mi buen amigo Alejandro Arenas Martell, que siempre, invariablemente, estaba a la vanguardia en términos de música, que la verdad, no sé cómo le hacía, por aquel entonces tendríamos unos 15 o 16 años de edad y de alguna manera él siempre tenía a la mano las novedades en música, pero no de esa música que podías escuchar en las frecuencias de la radio comercial, la desechable, úsela y tírela, esa no era de nuestro interés, y hablo en plural porque mis amigos y yo compartíamos los mismos gustos de música y desde esa temprana edad, en una especia de pre adolescencia, que por cierto, podríamos adolecer de muchas cosas pero no de un exigente, y por qué no decirlo, refinado gusto de música, pues bien, te decía, distinguido invitado a la mesa para degustar de este banquete, que por aquellos años Alejandro me grabó un cassette, ¿recuerdas los cassettes?, el disco completo de Zeppelin II, efectivamente, la segunda producción, para tu servidor, la mejor de Led Zeppelin y que había sido grabado en 1969, apenas seis o siete años antes de que semejante joyita cayera en mis manos gracias a la gentileza de Alejandro Arenas.
Pues bien, escuché la grabación con singular interés, yo no tenía la más remota idea de quiénes eran esos cuatro greñudos de Inglaterra ni de que se trataba su osadía musical, pero no tardé mucho en entender que estaba ante uno de los inmortales del rock.
El Zeppelin II contiene algunos de los más grandes temas musicales de Led Zeppelin, la inmortal Whole lotta love, Heartbreaker, con uno de los mejores solos de guitarra en toda la inmensa historia del rock, ambas canciones solían prolongarse interminablemente al ser ejecutadas en concierto, solían durar por ahí de los 30 minutos por las suculentas improvisaciones de las que eran capaces estos cuatro monstruos sagrados del rock: Robert Plant, Jimmy Page, John Paul Jones y John Henry Bonham. También en esta misma producción encontramos la emblemática “Moby Dick”, con uno de los mejores solos de batería en todos los catálogos referentes al rock, sin duda “Moby Dick”, al lado de canciones como “The Mule” de Deep Purple, “In a gadda da vida” de Iron Butterfly, y algunos otros que ahora se fugan de mi frágil memoria, son, sin duda, los solos de batería de la gran élite del género.
Después de escuchar completo un par de veces el Zeppelin II yo ya no era el mismo, algo había cambiado en mi interior, desde entonces se despertó en mí una devoción casi religiosa, casi del mismo tamaño que la que profeso por The Beatles o Bob Dylan, desde ese momento Led Zeppelin había entrado a formar parte de la exclusiva élite de mis diez bandas de rock favoritas, y claro, lo siguen siendo.
¿Sabes? Led Zeppelin es una de esas bandas de rock en las que encontramos un equilibrio casi perfecto, y digo casi considerando el hecho de que la perfección humanamente no existe, y junto con Led Zeppelin encontramos en ese mismo equilibrio de armonía a gigantes como los Beatles, a los canadienses de Rush, a la Jimi Hendrix Experience, The Cream y algunas otras, agrupaciones que podemos contar con los dedos de la mano, de tal manera es este equilibrio, que si alguno de los miembros llegara a faltar, esa armonía se perdería lo mismo que la magia que surge de la consistencia de una agrupación como estas. Efectivamente, cuando John Bonham falleció el 25 de septiembre de 1980 el grupo dejó de funcionar, ya no había un verdadero motivo para seguir juntos, faltaba uno de los engranajes de la poderosa maquinaria y la música, inevitablemente, no podía surgir con la misma sapiencia. Los tres integrantes que quedaron vivos, el cantante Robert Plant, el bajista, uno de los mejores sin duda, John Paul Jones y el guitarrista Jimmy Page se involucraron en diferentes proyectos solistas o bien, en asociaciones musicales a las que fueron convocados o que ellos mismos formaron, como aquella llamada The Firm de efímera existencia pero que funcionó por la iniciativa de Jimmy Page, o John Paul Jones que trabajó en alguna producción de Heart, grandes fans del Zeppelin las dos hermanas Wilson, o su muy afortunada participación en el disco Them crooked vultures al lado del guitarrista Joshua Homme, guitarrista de Queens of the Stone age y David Grohl, exintegrante de Nirvana y ahora de los soberbios Foo Fighters.
John Henry Bonham era un baterista fuera de serie y distinto a los que dominaban la escena en ese momento en el panorama del rock internacional, en ese momento, hablamos de finales de los años sesentas, lo importante era mostrar en la ejecución en la batería una fusión entre el jazz y el blues, Bonham rompió paradigmas, no obedeció las reglas, su ejecución era viva, fuerte, agresiva, casi violenta, salvaje, aporreaba los tambores con singular alegría, pero sin perder el toque mágico de la sensibilidad. Con Bonham surge una nueva forma de entender el trabajo de un baterista de rock. Casi desde sus inicios utilizó la batería Ludwig con quienes firmó un contrato a perpetuidad, usaba baquetas más largas y pesadas de lo normal, solía referirse a ellas como “árboles”.
John Henry Bonham murió de bronco aspiración en una casa de campo de Jimmy Page el 25 de septiembre de 1980 a los 32 años de edad, ese día el rock perdió a uno de sus mejores bateristas. Descanse en paz John Bonham, “Bonzo”.
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