La directriz de la tecnología es la misma, es decir, todo apunta hacia el desarrollo de aparatos, edificios, autos inteligentes, mientras que en las aulas y los empleos poco de ello se ve.
No es que no exista talento sino que cada vez hay un mayor número de alumnos quienes desean avanzar y obtener un título universitario con el menor esfuerzo posible y si a eso le sumamos la educación mexicana tan paternalista y precaria podemos deducir que el producto, es decir el educando, pocas posibilidades tiene de culminar sus estudios profesionales.
Ahora existen los estudiantes quienes piden un programa especial pues argumentan tener un tipo de problema de aprendizaje, sin embargo la pereza no es combatible con ninguna terapia pedagógica o psicológica sino con un cambio de actitud sino juzgue usted por los resultados sobresalientes que tiene México en los paralímpicos.
Ya no estamos en tiempos de justificar el bajo desempeño académico, y mucho menos con la gran oferta educativa que hay en el Estado, muchas más universidades que en España con un población estadísticamente menor.
Nuestros jóvenes no se preocupan por encontrar en las librerías el nuevo libro de Federico Reyes Heroles o David Toscana sino cuál app acaba de salir o bien dónde pueden atrapar pokémones. Si bien hay aplicaciones que son benéficas para facilitar la vida cotidiana hay algunas, por no decir la mayoría, que son grandes distractores de conocimiento y movimiento.
En la actualidad hay más niños obesos en México y la tendencia no podemos dirigirla únicamente a la alimentación sino también a la dinámica familiar y la omisión de los padres. En la época del Homo Videns los chicos veían mucha televisión y salían a jugar con sus amigos, eso no sólo promovía la sana convivencia sino también la actividad física. En estos nuevos tiempos los padres tiene dos niñeras dañinas, la televisión y los gadgets, ya no tienen que preocuparse por llevarlos con los amiguitos pues están en contacto por medio de las redes y ahí mismo juegan, sin moverse de la cama o el sillón. El uso desmedido y descuidado de las tabletas o los teléfonos celulares provoca que los infantes pierdan habilidades cognitivas y psicomotrices además de afectar su vista y en algunos casos el peso, por la falta de movimiento.
La pregunta para quienes estamos frente a grupo y vemos cómo decae la iniciativa de los jóvenes por el conocimiento es ¿las aplicaciones desarrollan habilidades cognitivas positivas? Pues con la ley del menor esfuerzo el homo app ya no memoriza, realiza operaciones matemáticas mentales, trepa árboles, lee contenidos de calidad científica, es auténtico y desarrolla contenidos propios, un ejemplo de ello no sólo sería nuestro presidente de la República sino los youtubers, quienes se copian unos a otros sin poder encontrar al creador original del contenido entre los plagiarios.
Todo depende también del estilo de vida de las familias y la sociedad en general. Podemos visitar la Ciudad de México y observar las librerías llenas de compradores mientras que en nuestro terruño el número de lectores es visiblemente menor.
Las conversaciones que podemos escuchar en nuestro hábitat cotidiano refieren a la compra de aplicaciones para jugar, tomar fotografías más pocos son los lectores que descargan libros electrónicos y disfrutan la lectura en digital.
¿Cómo podemos comprobar que la población no lee? Es muy sencillo sólo tenemos que analizar el contenido de lo escrito en las redes sociales para darnos cuenta de la carencia de buena ortografía, secuencia y coherencia, lógica entre otros aspectos relevantes sin embargo, se esfuerzan por lucir el mejor selfie.
Ya no es una prioridad para nuestros coterráneos el cultivarse sino él ser reconocidos por la imagen, una percepción vacía de sí mismos que les otorga pertenencia en su círculo.
Para dejar de ser una sociedad ensambladora necesitamos construir, producir conocimiento, no únicamente científico sino también artístico, social. El Instituto Cultural necesita ampliar su presupuesto para la publicación de libros, contratar investigadores dedicados a estudios sobre arte, en todas sus manifestaciones para crear conocimiento y abrir la puerta a nuevos espectadores, lo que produciría también más empleo para quienes anhelan vivir del arte.
Nuestros gobernantes municipales y estatales necesitan incurrir en el conocimiento para cambiar el rumbo y la historia de Aguascalientes, como Estado es urgente una reforma intelectual donde la formación docente sea verdaderamente de calidad y permita a la futuras generaciones no ser parte del embrutecimiento producido por las apps y la posmodernidad sino creadores y promulgadores de conocimiento y cultura.
Si la educación en casa no permite que como sociedad incursionemos en el conocimiento es importante entonces que los docentes sean los responsables de éste. No existen más pretextos para formar con faltas de ortografía orales y escritas, sin hábitos de lecturas, cultura deportiva, ecológica e interés por el arte, tampoco es posible que se deje todo a cargo de las reformas cuando la deformación es tal que el conocimiento está en coma y apunto de fallecer en el intento por sobrevivir.
¿De quién es la verdadera responsabilidad de la educación? ¿Quiénes son los más afectados de las reformas y la omisión intelectual? ¿Hacia dónde va México? ¿Qué queremos como sociedad para Aguascalientes? ¿Qué tipo de ciudadanos somos? Esta y muchas más preguntas podemos plantear sin encontrar respuesta, lo único que nos queda como individuos es luchar porque el conocimiento no se vea opacado por el mal uso de la tecnología, el abaratamiento de la educación y el embrutecimiento del homo app.
Laus Deo