Hablemos de corrección política. Un hombre renunció a un puesto prominente dentro de la burocracia cultural mexicana debido a comentarios clasistas y bastante idiotas acerca del recién fallecido Juan Gabriel. Creo que es un 101 de administración pública, en nuestro país solemne hasta el error, que cualquier persona que esté cobrando dentro de gobierno o instituciones públicas en general no puede tener pensamiento o idea. Se tiene que volver un lienzo en blanco lleno de lugares comunes y obviedades nivel para vivir hay que respirar.
Nicolás Alvarado. Mamerto, sobrado pero envidiable por su trayectoria y posición. Me parece bien que haya salido de TV UNAM, me informé acerca de sus plan de trabajo y no parecía algo extraordinario; las típicas chaquetas mentales de un directivo nuevo dentro de medios masivos culturosos. Al final pocos logran algo más que cambiar el diseño gráfico debido a que hay barras y consejos directivos, usualmente con gente todavía más cerrada, que no dejan trabajar. Y ahora sí que para un gran proyecto de medios, no hay como la iniciativa privada.
¿Por qué me parece bien la salida? Su columna acerca de Juan Gabriel ciertamente no comulga con el rol de directivo en la universidad pública más importante de México. Pues cómo. Lo criticable es el linchamiento colectivo, si tomamos en cuenta que decenas de obispos o líderes sociales, incluso políticos vieja escuela sin tacto, suelen cometer homofobia y clasismo a diario. ¿A ellos quién los castiga y recomienda ir a cursos de sensibilización? Insisto en que dicha crítica no reduce responsabilidad para Alvarado, quien fue un pelmazo por 1) Jugarse el puesto por dos chistes malos 2) Siquiera sacar de su cerebro dichas líneas.
¿Es el fin de la libertad de expresión? No mamemos. Claro que no. Lo cierto es que hay grupos vulnerables, que incluso arriesgan su vida día con día, como para que un supuesto prócer de la difusión cultural en México venga a volver turbia la conversación acerca de un lenguaje incluyente y adecuado. ¿Hay que tener cuidado con cómo hablamos de grupos LGBTQ? Por supuesto, ya que es un tema de dignidad, responsabilidad y derechos humanos. Solamente hay que pensar, por ejemplo, en el número de suicidios por parte de personas trans. Anden, gogleen. Es muy triste. Y mucho de eso es por personas que fomentan el odio y discriminación, como el mismo obispo de Aguascalientes. O más bien el obispo de odio.
Sería interesante una realidad alterna donde Nicolás Alvarado hubiera defendido su libertad de expresión y derecho a discriminar, quedándose en el puesto y aguantando vara. O siendo despedido por el rector. Quién sabe. Algo risible: las personalidad de la cooltura defendiendo a su amigo Alvarado porque [cito] alguien que ha sido un acercador incansable a la cultura merece una tarjeta amarilla. Yo ejerceré mi libertad de expresión: No frieguen.
@masterq | bocadillo.mx