Hace un año en esta misma columna escribí sobre un inminente cambio profundo en las finanzas del sistema sobre el que se ha construido el modelo político-económico que rige en la mayoría de los países del planeta. Las condiciones que aseguraban una cierta previsibilidad económica, ya desde 2015 han desaparecido. Sin embargo, con todo y los signos adversos respecto a la estabilidad del dólar y la visible pérdida de hegemonía geopolítica de los EUA, las cosas siguen su curso aparentemente con normalidad.
En el mundo de las finanzas, algo que parece inesperado, pero se intuye que sucede con regularidad, son las crisis ocurren aproximadamente cada 7-10 años. Hace un año utilizamos el ciclo jubilar judío (Shemitah), que ocurre cada siete años, como teoría sobre el patrón de regularidad con que tienen efecto tales acontecimientos inesperados, además de que su inicio y término coincide con el ciclo de negocios. El año fiscal de las grandes corporaciones es de octubre a septiembre del año siguiente, al igual que el año judío. Es en fecha cercana a estos días cuando suceden grandes acontecimientos sorpresivos e “inesperados” que, irónicamente, todo mundo intuye que ocurrirán. Esto se conoce como un “evento cisne negro”.
La teoría del Cisne Negro o teoría de los Eventos Cisne Negro, es una metáfora que encierra el concepto de que cuando tiene lugar un suceso de gran impacto, sorpresivo para el observador, se racionaliza a posteriori con el privilegio que otorga la retrospectiva, para encontrar ciertos patrones que otorgan lógica a lo ocurrido. Esta teoría ha sido desarrollada por Nassim Nicholas Taleb, un ensayista, investigador matemático y financiero estadounidense, en el libro “The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable” (“El Cisne Negro: el impacto de lo altamente improbable”, 2008) para explicar sucesos inesperados de gran magnitud, su consecuencia y su papel dominante en la historia. El término procede, por analogía, de una antigua convicción europea respecto a la inexistencia de cisnes negros, pero que posteriormente se asimila como verdad al descubrirse la existencia de cisnes negros en Australia.
Estos hechos, considerados atípicos en extremo, son mucho más impactantes que los sucesos que acontecen de manera regular. Sin embargo, se puede argumentar que estos eventos son a su vez predecibles en cuanto a que ciertamente VAN A ocurrir, sólo que el momento preciso de la ocurrencia de éstos es incierta.
Respecto a la más reciente gran crisis financiera, es común que las personas reconozcan en retrospectiva que los problemas eran ya inminentes en el año 2007 y principios del 2008, aunque de antemano, nadie parecía demasiado preocupado por eso, al menos públicamente. Esta situación se dibuja de manera extraordinaria en la película La gran apuesta y otras más que ahora forman parte de la cultura popular, así como ya son parte nuestro léxico los términos “subprime” o “Demasiado Grandes Para Quebrar” (DGPQ o TBTF).
En los últimos doce meses en esta misma columna he descrito cómo han cambiado las cosas en el mundo económico, pero nadie parece haberse dado cuenta de ello. O bien, habiéndose dado cuenta de ello, quienes lo saben hacen como si nada pasara, para continuar obteniendo utilidades especulativas hasta que algún día, efectivamente, todo llegue a colapsar en un “Evento Cisne Negro”.
Así como vimos en 2007 el crecimiento exponencial de los activos hipotecarios tóxicos que dio origen al evento conocido como crisis del 2009, ahora estamos viendo venir otro similar o mayor. Como síntomas que lo anuncian están hechos como que los bancos centrales ya no pagan intereses, sino que cobran por los depósitos que les confían los bancos comerciales. Que el oro que alguna vez tuvo como respaldo el dólar de los EUA, ahora es propiedad de China; que los Derechos Especiales de Giro (DEG), la “moneda” de reserva internacional que emite el Fondo Monetario Internacional, ahora se sustentan en el Yuan chino y ya no en dólares. Que el banco creado por los BRICS ha desplazado al Banco Mundial y que el petróleo que se vende en el mundo ya no se cotiza en dólares, sino en Rublos rusos o Yuanes.
Que al perder el poder económico el grupo poseedor de la banca internacional, la “mafia jázara” o sionismo financiero, el poder de sus testaferros también se ha perdido. Que los encargados del gobierno de los EUA se han dedicado a cuidar, proteger y defender los intereses de la banca internacional, incluso en contra del bienestar de los ciudadanos de aquella nación, y a emprender guerras para incrementar sus utilidades y expandir sus operaciones. Por ello, tales políticos al servicio de los poderes fácticos, según se sabe por información proporcionada por “wikileaks”, en estos momentos están siendo acusados formalmente por crímenes perpetrados contra la humanidad. Se sabe, que entre estos políticos se encuentran muy altos cargos del gobierno de los EUA, como la ex Secretaria de Estado y hoy candidata a la presidencia.
Con todo esto ocurriendo, el mundo continúa convencido de la inexistencia de los cisnes negros.
Los gobiernos han estado manteniendo en estos días críticos una actitud como de “aquí no pasa nada”. Cuando por fin sobrevenga el colapso financiero-monetario de los EUA que ya se intuye y se siente, no tendrá porqué ser un problema insuperable. Para efectos de nosotros, los ciudadanos, es preciso estar conscientes de que en cualquier momento esto podría ocurrir. Hay que prever, tal y como el gobierno alemán ha dicho a sus ciudadanos que lo hagan, almacenando agua, alimentos, medicinas y dinero en efectivo para sobrevivir un período crítico. Posteriormente habrá que adoptar una economía solidaria y establecer liderazgos cívicos, sociales y empresariales, que permitan acuerdos de soluciones viables, cuidando mantener la paz y confianza, en lo que se construye un nuevo orden social.
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