El Museo Espacio de nuestra ciudad se exhibe, por tiempo limitado, una exposición In Situ titulada Como un juego de niños del artista contemporáneo francés Daniel Buren.
Como todos sabemos el Museo Espacio (MECA) no fue concebido para que exhiban artistas nacionales y locales, no por ser malinchistas, claro está, sino para que el vulgo aguascalentense puede cultivarse, aún sí dentro de nuestros artistas locales algunos tienen ya un nivel superior. En fin, Daniel Buren es el artista invitado quien en su presentación dijo que el arte puede ser llevado de la calle al museo y viceversa por lo que su obra exhibida en Aguascalientes es como un llevar el arte de lo abstracto y lo infantil a las salas de nuestro nuevo gran museo.
Daniel Buren es un amante de la simetría, las figuras geométricas, los colores, en sus exhibiciones que podemos apreciar en su sitio www.danielburen.com encontramos que lo más sencillo puede obtenerse a partir del punto y la línea, la materia prima que él convierte en arte.
El maestro Buren utiliza la línea en su contexto para formar un lenguaje con la arquitectura donde realiza su instalación. Las líneas parecen tener el mismo grosor en todas las obras y las coloca para dar un efecto de volumen y hacer una abstracción visual del objeto, en ocasiones le han llamado minimalista abstracto por el uso de la línea en las figuras geométricas y el impacto que producen éstas a la vista en un entorno blanco y sencillo.
Su pasión por la línea es tal que cuando era joven, llenó de carteles con rayas las estaciones del metro en París al punto de que las autoridades pensaron que era un acto vandálico hasta que su primera exhibición donde también pegó carteles rayados en la puerta de la galería.
Como artista conceptual es interesante el ver como Daniel Buren logra hacer que el techo, el piso, las ventanas, las paredes y hasta los visitantes sean parte de su obra y puedan verse recreados en ellas, no es sólo el tomar la arquitectura como lienzo sino también la perspectiva que la apreciación produce.
A diferencia de la exhibición inaugural del MECA, esta es más cautivante y fácil de digerir que la de Kounellis, pues niños y jóvenes pueden comprender el paso de un estado artístico abstracto a otro.
Debemos tener en cuenta que la instalación no es un tipo de manifestación artística que pueda ser comprendida rápidamente y por todos; sin embargo, un proyecto bien conceptualizado y sencillo es fácilmente asimilado y apreciado. Cabe destacar que sencillo no necesariamente es algo simple, sino algo bien esbozado y con un objetivo o una finalidad específica y palpable.
Buren es escritor y tiene un sin número de publicaciones en revistas y libros de arte contemporáneo alemanes, franceses e ingleses de los cuales algunos pueden ser leídos en su página de internet.
En ocasiones le han llamado “el hombre raya”, Daniel Buren como artista plástico es mucho más que eso.
Como un juego de niños es la exhibición con la que conocemos vívidamente al maestro Buren. A lo largo de las dos únicas salas del Museo Espacio podemos apreciar la diversidad de la geometría en la obra de este francés.
En la primera sala podemos apreciar triángulos, cuadros, colores, espejos y líneas negras que dan vida al arte objeto y de ahí a la interpretación personal.
Las líneas que forman los espejos y los colores son impactantes, la altura de la sala permite que las grandes figuras geométricas tridimensionales la iluminen por completo. Los visitantes pueden elegir la pieza que más les plazca ya sea para regocijo espontáneo o personal al soñar cómo luciría una de ellas en la sala de su casa u oficina.
El corredor a la segunda sala hace preámbulo a una suposición freudiana donde lo mínimo y lo abstracto manifiesta una realidad alterna de la psique, en ese momento en el que la materia se transforma y adquiere una nueva figura, el juego del blanco con la línea produce un vacío alucinante junto al volumen de las inmensas piezas geométricas hasta llegar a su transición donde todo es color.
El representar en una misma sala dos perspectivas de la exhibición con piezas idénticas, así como intención y orden hace que la vista a la sala dos se vuelva infinita y se repita ambas partes una y otra vez.
La magia que produce el color evoca los recuerdos de la infancia, hace el llamado al juego e induce a los visitantes a volverse infantes y jugar con las mismas figuras con las que fueron maravillados.
Los colores primarios y las figuras geométricas son el despertar de todo artista y el reflejo de los visitantes es el de crear y volver a esa espontaneidad que perdemos cuando maduramos.
Es impactante observar cómo al final del recorrido los adultos juegan a ser niños y artistas de manera natural como lo harían los pequeños, lo único que le hace falta al recorrido es poder hacerlo kinestésico donde al tocar la obra pueda ser más vívida; sin embargo, ésta en su totalidad, por antojable que parezca, no puede ser tocada.
La segunda exhibición del MECA, en sus pocos meses de apertura es más acertada que la anterior. Para crear espectadores lo recomendable es traer artista conceptuales cuya visión de la vida no sea tan compleja de manera que los aguascalentenses podamos comprender, apreciar y recomendar lo existente en las salas exclusivas para extranjeros.
Es una lástima que la obra, por su proporción y dinámica no pueda ser tocada, quizá se podría intentar con unos guantes aun si la sensibilidad táctil no sea la misma. La gran pregunta ahora es ¿qué vendrá después de Daniel Buren? Ojalá sea algo tan impactante y emotivo como lo que hay in situ ahora.
Laus Deo