Changos de Chapultepec, chayoteros, prostitutos, inmorales, mitoteros e intolerantes (sic). Así calificó Chemita de la Torre, conocido jalisciense que está a la cabeza de la jerarquía católica en Aguascalientes, al gremio reporteril de la nuestra entidad. Declaración que puede consultarse en la página electrónica Metropolitano del pasado domingo catorce del presente mes; en la nota de Alan Palafox Porter.
Al Sr. De la Torre, no le gustan las opiniones. Paradójico en él que tanto gusta de opinar, tipo actriz Carmen Salinas: de todo cuanto le pregunten y si de política se trata, mejor. Quizá, como la popular actriz de una etapa poco plausible del cine mexicano; Chemita guarde baje su sotana, el sueño de ocupar un escaño para representar sus propias causas y defender sus cavernícolas banderas. Todo puede suceder y en una de esas, algún grupo ultraconservador se lo hará realidad. ¡Hágame usted el favor!
Sólo puede entenderse como intolerante a quien descalifica toda opinión contraria a la suya propia. Por ello, estimada lectora, apreciable lector, sé que a De la Torre no le habría gustado leer la revista Crisol: desde la pluralidad, con inteligencia; publicación hidrocálida que tras casi 26 años “detiene las máquinas” y nos deja luego de 183 números impresos y una multitud de opiniones difundidas en su versión electrónica.
Gustavo Arturo de Alba, fue “alma, corazón y vida” de Crisol, auxiliado por su propia familia, en especial por su hijo Diego. La personalidad inquieta y la eterna curiosidad de Don Gus (Gilberto Calderón Dixit) por adentrarse en el universo de opiniones, reunió durante poco más de un cuarto de siglo, a distinguidas “inteligencias hidrocálidas”, como Carlos Reyes Sahagún, Laura Cortés, Daniel Carlos García Gómez (mi compañero exregidor), Mario Granados, Gilberto Calderón Romo y Andrés Reyes Rodríguez, entre muchas otras.
Así como cumplió Crisol al exigir a sus colaboradores que se escribiera desde la inteligencia (aunque usted no lo crea, también se puede desde la estulticia), igual se comprometió a reflejar pluralidad. En un cuarto de siglo, no pudo señalarse la tendencia o vocación ideológica de la revista. Por el contrario, se colocaron una junta a otra, expresiones que fueron desde diversas, hasta encontradas, desde oficialistas hasta críticas; es así de tal manera, que el programa Diálogos en pluralidad con cuna en Crisol, debió dejar de transmitirse: al panista gobernador en turno, Luis Armando Reynoso, le acalambraron algunos señalamientos, tanto como en el pasado incomodaron a los priistas Miguel Ángel Barberena y Otto Granados Roldán. ¡Oiga usted!
La elegancia caracterizó a Crisol. Su director, Don Gus, se formó en el centro de la comunicación en México, en sus facetas de radio, televisión, prensa y desde luego cine; por lo cual Crisol rechazó la estridencia como elemento mercantil. Aun así hubo más de un personaje que actitud esquizofrénica, tomó lo publicado a título personal -cuenta el propio Gustavo Arturo-, pero nunca lograron que la autocensura se convirtiera en el método de supervivencia de la revista.
Autocensurarse o morir parecen ser las opciones que hoy tiene la libre expresión. Con dignidad y auténtica vocación periodística ante todo; Crisol eligió. Cierra por sí mismo una historia de 25 años en la entraña de la comunicación hidrocálida. No podría entenderse de otra manera, Gustavo Arturo de Alba Mora nació periodista, nació preguntando y preguntándose cómo, cuándo, quién y por qué. Especialmente por qué… y los porqués incomodan, irritan y ciegan.
Sin ambages. Nacida un 22 de octubre de 1990, y cerrada el pasado mes de julio de 2016; la revista Crisol no fue una publicación para la intolerancia.
Don Gus deja legado familiar. Según se aprecia Diego de Alba Casillas, padece del mismo “mal” paterno. ¿Es posible que Crisol renazca? No lo sé. ¿Es posible que una nueva generación “De Alba”, nos ofrezca otro espacio donde se acrisole la inteligencia y diversidad de expresiones hidrocálidas? No lo sé. Sólo sé que el vacío que nos deja esta era de la revista Crisol no podrá llenarse. Este crisol se vació ya y sólo ha quedado lo mejor de lo que fuimos; depurados por ese gran “fundidor” de pensamientos y opiniones, llamado Gustavo Arturo de Alba Mora.
Dicen por ahí que todo lo que se va, regresa; no siempre de la manera que partió, pero sin duda, vuelve. Seguro Don Gus, hombre inquieto, volverá por sí o a través de otros, a encender el fuego del pensamiento, para fundirlo como sólo él sabe hacerlo.
Nos vemos en la próxima. Recuerde usted que en esta su cocina se come, se lee, se estudia y se conversa de todo; particularmente de política.
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Muchas gracias, marstra. Muy generosos sus comentarios. Ojala Crisol reviva. G calderon