Muchas noticias que reflejan un panorama internacional adverso, convulso y cambiante que se acalla y casi no se ve en nuestro país. Llama la atención una nota que se libra del filtro que cotidianamente ejercen las agencias internacionales y es rescatada por medios más o menos independientes: “La economía griega fue sacrificada en el altar del sistema bancario del norte de Europa y del euro.” Cita la fuente que en un informe del auditor interno del Fondo Monetario Internacional, FMI, la Oficina de Evaluación Independiente publicado el 28 de julio, se asegura que el Fondo actuó en los rescates a Grecia forzado por las presiones políticas europeas. Añade en su análisis que el FMI, organismo eje del Consenso de Washington, “sostuvo una estrategia que no funcionaba durante demasiado tiempo” usando proyecciones de crecimiento económico “demasiado optimistas” y sin tener en cuenta el verdadero “impacto de los ajustes fiscales en el crecimiento y en la dinámica de la deuda” (http://goo.gl/T74dDe ) . Esta nota desnuda la razón por la que los europeos, de los países ricos del norte y de los pobres del sur, ya no están cómodos con su Unión Europea, UE.
En el contexto del Brexit, la acallada molestia europea con su socio pendenciero, cuya necesidad de sostenerse económicamente mediante guerras les obliga a dar cobijo miles de refugiados, pone en riesgo la cohesión de los países del viejo continente. La UE, cuestiona ya el costo que les implica mantenerse en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, que fuera creada durante la guerra fría para contener a la Unión Soviética, URSS, que ya no existe. El más duro golpe que posiblemente logre fracturar a la UE y la OTAN lo ha dado Turquía que, después del intento de golpe de estado que se registró contra su gobierno, se ha acercado abiertamente a sus vecinos Rusia y Siria. El último bastión del imperio occidental, que había sido armado por éste hasta los dientes para contener la amenaza comunista de la URSS, con todo y armas nucleares decide cambiarse de bando.
En este segundo semestre de 2016 el mundo acusa ya inminentes y profundos cambios que obligarán a un replanteamiento del equilibrio económico mundial y, con ello, un reajuste geopolítico. Se esboza ya un posible nuevo eje de poder mundial con Berlín, Moscú y Pekín a la vez que se fortalece un nuevo sistema monetario sustentado en el BRICS (unión monetaria de Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica destinado a desplazar al FMI y Banco Mundial).Gran Bretaña se perfila como renovada potencia financiera mundial, en tanto que su aún militarmente fuerte pero cada vez más política y económicamente desgastado vástago enfrenta un crispado proceso de sucesión presidencial. Ya no es tan indiscutible la pertinencia de que la candidata demócrata, fiel y natural portaestandarte del “Nuevo Orden Mundial”, NWO, sea quien dirija a los EUA en este mundo en transformación.
Hillary Clinton y Donald Trump se enfrentan en un proceso electoral en el que sus partidos se fragmentaron durante su nominación como candidatos: Demócrata y Republicano respectivamente, por la presidencia estadounidense. Quien llegue a detentar el Poder Ejecutivo de aquella república muy posiblemente no tendrá consigo al Poder Legislativo para gobernar holgadamente. La señora Clinton, la heredera del NWO podría enfrentar un mundo mucho menos propenso a aceptar la política neoliberal que hasta hace muy poco se aceptaba e impulsaba indiscutiblemente desde los organismos internacionales. El señor Trump podría generar una nueva secesión racial, económica y cultural en su país al desmantelar la red de poderes fácticos ligada a los monopolios globalizadores y arraigados intereses del complejo industrial militar cuyas acciones han empobrecido a la clase trabajadora de los EUA. El nacionalismo que ha enarbolado para encender la pasión de los estadounidenses promedio, principalmente blancos, anglosajones y protestantes (identificados con el acrónimo WASP por sus siglas en inglés), obliga a un golpe de timón en el momento menos oportuno para aquella nación.
¿Y México? Obligado, como los griegos, a satisfacer la voracidad bancaria; calladito, cooperando con los monopolios. A éstos, que impulsaron la incrustación del neoliberalismo en nuestras leyes, se les permite aún pagar míseros sueldos en el país y a llevarse a precio de costo los recursos naturales como materia prima de lo que luego nos venden a precio de lujo.
Dado que ahora todo cambia, se abre una inesperada ventana de oportunidad para que el reacomodo geopolítico ante la modificación de los bloques de poder y para recuperar nuestra identidad económica y cultural iberoamericana.
México junto con Centro y Sudamérica guardan en su territorio cerca de una cuarta parte de la biodiversidad de todo el planeta. Al potencial biogenético y petrolífero de la zona se une el potencial único de energía solar y disponibilidad de agua potable, pero sobre todo una afinidad cultural de aproximadamente quinientos millones de seres humanos.
Con la oportunidad de abrirse a la Cuenca del Pacífico con el Mercosur, sin el TPP y la emancipación que otorgaría el acceso al sistema monetario BRICS, Iberoamérica podría echar muchas cosas al saco de los malos recuerdos del pasado. Libertad económica significaría el fin de la doctrina Monroe (América, para los Norteamericanos), de las alianzas para el “des-desarrollo”, los planes Cóndor, planes Mérida, los “gorilatos” avalados desde Washington y las obligadas servidumbres por orden del Imperio (como el grotesco “comes y te vas”) que tan vergonzosamente han ralentizado el dinamismo socioeconómico de la región.
Para México urge reencauzar el desarrollo con una verdadera reforma del sistema educativo y cultural, una firme y decidida política de respeto al Estado de Derecho y una Ciudadanía Económica con acciones, planes y proyectos como los que ya en esta columna hemos descrito. Pero ya que se ha abierto esta oportunidad, iremos recordando.
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