Así, estimado lector, tan cotidiano como respirar se presentan los hechos ilícitos en esta zona del continente americano, las acciones que nos sorprenden pero evitamos comentarlas, las situaciones embarazosas que por prudencia pasamos de largo o fingimos no ver; la crítica destructiva y la postura de víctimas para recibir la compasión de los demás.
El pasado martes en el PRI estaban estrenado presidente nacional, Enrique Ochoa Reza extitular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tomaba posesión y una de sus primeras declaraciones fue que el Revolucionario Institucional aún está en momento de rectificar…
¿Qué quiso decir con rectificar? El rumbo puede ser, en una retórica ambigua la hermenéutica hace de las suyas; es tiempo de rectificar el camino, echarle ganas y trabajar para el triunfo en 2018, es tiempo de rectificar y cambiar de manera superflua la imagen del partido tan raspado como siempre, es tiempo de decir las cosas de frente y sin temor a ser señalado o peor que eso, destituido del cargo. Manlio deja la presidencia con un déficit en las cifras de las elecciones del 5 de junio; los números son fríos, su partido sólo gobernará 15 estados, lo que representa el 45% de la población, eso quiere decir que está en riesgo 2018 para los tricolores. No conforme con los números rojos Manlio está pensando que puede medir fuerzas dentro de su partido para ser tomado en cuenta como candidato sucesor del malogrado Enrique Peña. Tan cotidiano como respirar, estimado lector, hagamos memoria, si bien la sociedad no tiene voz ni voto en la contienda al interior del PRI para definir en su momento al candidato para 2018, si tenemos la libertad de formular hipótesis y construir análisis en torno al hecho. Yo identifico a Manlio como un personaje no de la vieja guardia de su partido, pero sí como el discípulo más aplicado de Fernando Gutiérrez Barrios, lo recuerda, la esencia del tricolor personificado. Militar de formación, gobernador de su estado natal Veracruz, secretario de Gobernación con Carlos Salinas y senador en su último cargo, sus tendencias represoras lo distinguieron en todos sus cargos, para que me entienda, y haciendo una analogía al universo de Star Wars, el fue como el mismísimo emperador Palpatine y Manlio, su aprendiz más avanzado y mire que le aprendió bien; amigo (dicen por ahí que verdadero) de Luis Donaldo, que dicho sea de paso su única proeza fue haberse atrevido a leer el discurso del 6 de marzo de 1994 y perder la vida, lo que le convirtió en el mártir que su partido necesitaba para reivindicarse con la sociedad.
Dicen que lo retro está de moda, seguramente por eso Manlio en su momento incluyó dentro de su agenda como presidente de su partido un espectáculo mediático como aquellos de los viejos tiempos, reunió a la mayoría de los militantes de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares CNOP quienes espontáneamente le brindaron su apoyo; fue su momento, efímero pero lo fue. Entonces llega Enrique Ochoa y dice que es tiempo de rectificar, Manlio no es ni fue la solución, hasta los priistas de estas tierras se vieron afectados, ahí tiene a Lorenita, lista ella, con cuadros armados y gabinete selecto, don Carlos haciendo obras de fin de sexenio para juntar una lanita más, no vaya siendo que no se coloque pronto. Insisto, tan cotidiano como respirar es observar y dejar pasar este tipo de situaciones, le hago otra analogía, imagine que en su trabajo usted tiene una responsabilidad mediana, tiene personas a su cargo y la presión laboral es alta, pero su jefe no da el ancho, al contrario es un elemento que no promueve el desarrollo de la empresa y no por ser mala persona sino por incompetente, el negocio no crece, agréguele a eso que sus decisiones son erróneas y sus asesores pareciera que con toda intensión están haciendo las cosas mal para que su imagen y credibilidad se debilite. Regresando a la realidad, ¿será eso a lo que se refiere Enrique Ochoa? Tal vez; aunque en su discurso “inaugural” habló y habló de las bondades de las políticas públicas y económicas de Enrique Peña; será la línea, o la línea es que no hay línea.
Fue como en los viejos tiempos, aplausos, vivas, euforia como si se tratara del Mesías salvador del partido, la persona que estaban esperando (por el momento) para solucionar sus problemas internos. Y para cerrar con broche de oro, la flor obligada al jefe para que vea que la lealtad está intacta, “el mayor activo del PRI es el presidente Enrique Peña Nieto”…
Con razón están como están, no dude que dentro de poco Manlio se haga independiente (otro más), que tome los ideales de Luis Donaldo y salga a conquistar mexicanos, que no le extrañe la creación de un nuevo partido como en su momento lo hizo el expriista Cuauhtémoc Cárdenas del Río con el PRD o el experredista Andrés Manuel López Obrador con Morena, somos pero no somos, la inercia de las olas nos mueva para todos lados, hoy decimos que sí y hablamos mal de los demás, como un conocido mío que la semana pasada fue a visitarme para pedir apoyo para la revisión de una carpeta de producción de un documental y conseguirle inversionistas, además de materias para impartir porque necesita dinero (como todos verdad) y de pronto me encuentro a otro conocido que me comentó que esa misma persona le fue a ofrecer sus servicios pero no como docente porque él ya no está para eso, sino como coordinador, además de hablar mal de las “otras” instituciones que había visitado. A eso me refiero, estimado lector, en todos los niveles se presenta ese extraño fenómeno, somos pero no somos, estamos comprometidos, sí pero con qué o con quiénes. No sólo pasa en la esfera política, educativa o de producción audiovisual, acaso es como la esencia de nuestro ser, pues qué desafortunada esencia tenemos los mexicanos.
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