Sin saber qué rumbo tomar / Enredos financieros - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Estimado lector, el día de hoy empezaremos a diseccionar un sexenio que parece que ya terminó, el del presidente Peña Nieto. Generalmente, las elecciones intermedias eran las que marcaban o el reforzamiento del sexenio o su ruina. En presidencias anteriores, sobre todo las del PAN, nunca se tuvo la mayoría suficiente como para poder hacer los cambios necesarios. Las famosas reformas estructurales que tanto se hablaba llevarían al país a tener un crecimiento de más del 5% del PIB por año, se dieron demasiado tarde. Por envidia, sistema político o estrategia, el PRI nunca dio su brazo a torcer y por tanto las reformas se dieron hasta este sexenio.

El último presidente que tuvo tanto poder tanto en las cámaras de diputados y senadores como en los gobiernos estatales del PRI fue Carlos Salinas de Gortari. Él fue el primero, que más por estrategia política que por convencimiento, fue abriendo espacios a la oposición que más le convenía,  a la derecha, al PAN. Baste recordar que la famosa “caída” del sistema donde la leyenda dice que cambió el rumbo de las votaciones que daban como ganador al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas por Carlos Salinas de Gortari, había dado un empuje nacional a esa “izquierda” que era un apéndice del PRI. El mismo orquestador de esa “caída” Manuel Bartlett, como político experimentado chapulinesco, ahora está en la izquierda y no ha dicho una palabra respecto a esa “caída”. Las primeras gubernaturas para la oposición se dieron en esos momentos, y aunque pudo haber adelantado las reformas estructurales en ese sexenio, la realidad lo rebasó al tener que priorizar reformas, atacar oposición y despertar con el dolor de cabeza que representó el año 1994, con el alzamiento de un ejército guerrillero en Chiapas, y la muerte de varios políticos de primer nivel, entre ellos su candidato Luis Donaldo Colosio, dio por terminado el dominio aplastante de un partido político en el país.

Este sexenio, parece que está naufragando antes de tiempo. El gabinete que puso todo el capital político en la aprobación de las reformas estructurales junto con el PAN, y que pensó que una vez dadas las condiciones todo iría miel sobre hojuelas, se está desmoronando. Parece, otra vez, que tenemos un gabinete Montessori, en donde cada quién hace lo que quiere y tiene una agenda personalizada con miras hacia el 2018. En lugar de jugar en equipo, como siempre los mexicanos preferimos jugar de manera individual por sobre el beneficio de todos (pregúntenle al profe Osorio y la “súper” selección mexicana que da vergüenza).

Las elecciones pasadas, más que un refrendo para el gobierno de Peña Nieto, estaba dado para dar un espaldarazo o un fracaso a los posibles candidatos a presidente del PRI para el 2018. Uno de los más fuertes candidatos, Manlio Fabio Beltrones, apostó su capital político a ganar la mayoría de las gubernaturas en disputa, y perdió de manera estrepitosa, gracias a la ayuda de su presidente, que en un mal cálculo de tiempo, siendo un país mayoritariamente católico, pone sobre la mesa elevar a nivel constitucional la reforma para los matrimonios igualitarios. El resultado es la pérdida de su capital político y él lo sabe perfectamente, ya que ha renunciado al PRI, asume la derrota y como lobo herido quiere irse a lamer las heridas en privado. Osorio Chong y Nuño, de Gobernación y Educación respectivamente, entonces se convierten en los dos grandes prospectos del PRI. Sin saber quién está detrás de las marchas, mítines y demás desmanes que está haciendo la CNTE en varios estados, la famosa reforma educativa que había sido relativamente tersa, se está saliendo de las manos, y Nuño, el candidato de Televisa, es el más golpeado. Nadie le cree, y sobre todo, pensó que la mano dura era suficiente para calmar las aguas.

Osorio Chong, manda desplegar las fuerzas federales, pensando en que sería el salvador de la situación, dando pie a una reacción descomunal que lleva ya varios muertos sin saber quién disparó y en donde se pide cada vez más la cabeza del secretario.

Luis Videgaray siempre se vio como el sucesor de Peña Nieto, pero su estrategia de endeudamiento es una bomba de tiempo, y lo sabe. Por eso se conforma con ser el candidato a gobernador del Estado de México, y esperar que al próximo le reviente la situación económica. El tipo de cambio se le salió de las manos y el pleito con la comunidad empresarial desde sus políticas macroeconómicas hasta la famosa Ley 3de3, harán que fracase. Nunca pensó que Josefina Vázquez Mota fuera su contrincante en ese Estado.

El PRI, parece condenado a desaparecer o perder gran parte de su poder, y como animal herido, no piensa irse sin dejar también bajas y heridos, Peña Nieto, como lo ha hecho todo su sexenio, no hace nada. Esperar que en esa descomposición partidista no se lleven al país, otra vez, entre las patas.

Al tiempo.

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