- En el lugar en que se pretende fincar un enorme desarrollo inmobiliario hay restos de una cultura que se instaló en Aguascalientes
- La zona también contiene fósiles de fauna prehistórica
El bosque de Cobos alberga vestigios de una civilización prechichimeca que se instaló en Aguascalientes entre los años 200 y 900 d. C. pero que no se ha descubierto en su totalidad por falta de recursos para la investigación, aseguró Marco Alejandro Sifuentes Solís, especialista en arquitectura histórica.
En el sitio, localizado al sur de la ciudad, se han encontrado metates, tallados de piedra y cerámica e incluso restos de estructuras habitacionales que pudieron haber pertenecido a una cultura sedentaria. Tras el hallazgo de estos materiales arqueológicos, que presumiblemente han sido saqueados a lo largo de décadas, la zona fue estudiada por primera vez en el año 2000, pero los trabajos se detuvieron por insuficiencia presupuestal hasta 2010, cuando se iniciaron los trámites para la construcción del fraccionamiento Centenario, el cual no prosperó.
En apariencia, las ruinas de Cobos pueden no ser tan espectaculares como las de otros estados ricos en patrimonio cultural y arqueológico: “No se puede juzgar con el mismo rasero a las culturas de Mesoamérica y a estas culturas que pertenecían geográficamente a la América árida (…), no esperemos encontrar aquí un centro ceremonial como Teotihuacán”.
Según el investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), el estudio de estos vestigios dará un giro de 180 grados a los antecedentes que se conocían de la entidad: “Porque los libros de historia por años han manejado que en Aguascalientes solamente hubo chichimecas, grupos nómadas que no alcanzaron un grado de consolidación económico, político y social (…) la investigación arqueológica revelan una historia totalmente diferente, pueblos que construyeron asentamientos pueblos más grandes de lo que hubiéramos podido creer”.
La microcuenca Cobos-Parga-San Francisco está situada en uno de los yacimientos paleontológicos más importantes del país, donde se han identificado fósiles de una gran variedad de fauna prehistórica e incluso de especies endémicas, entre ellas un equino del que únicamente se tiene registro en Aguascalientes, agregó Sifuentes Solís.
En el lugar, donde se pretende construir más de diez mil viviendas, hay también edificaciones del virreinato, sobre todo cascos de haciendas y unidades de producción que datan de los siglos XVII y XVIII; lamentablemente los elementos probatorios de esta realidad histórica se han ido perdiendo, tanto por causas naturales, como por la acción del hombre.
Por falta de presupuesto para la investigación, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no ha logrado frenar el desarrollo inmobiliario que actualmente se tramita ante Semarnat. Académicos y arquitectos han financiado con sus propios medios, las pocas exploraciones que se han realizado hasta el momento en el bosque de Cobos.
Para el catedrático, la construcción del fraccionamiento constituye una amenaza para toda esa riqueza paleontológica, histórica y cultural, a pesar de que el proyecto en mención prevé la delimitación de polígonos de protección, toda vez que los vestigios sobrevivientes terminarían dañados por las actividades antropogénicas: “No estamos peleando por los cimientos de dos por tres y medio, sino por la importancia cultural de la zona, del lugar donde se asentaron los primeros pobladores de Aguascalientes de los que tenemos conocimiento, a sólo ocho kilómetros del centro de la ciudad”.