¿Por qué unos muertos o una masacre sí importan? / Entrevista a Julián Herbert acerca de La casa del dolor ajeno - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

 

  • Ni el Estado tiene una capacidad de respuesta para resolver los problemas del país ni la sociedad mexicana ha tenido una capacidad de respuesta efectiva frente a los problemas de la impunidad del país

 

 

Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911, alrededor de 300 ciudadanos chinos avecindados en la ciudad de Torreón que representaban la mitad de la colonia china que vivía en la región de La Laguna, fueron masacrados indiscriminadamente por tropas revolucionarias y ciudadanos de Torreón, lo que representa la peor matanza de chinos en el país.

Para el escritor mexicano Julián Herbert (Acapulco, 1971), la investigación realizada para entender lo que realmente sucedió en la ciudad norteña en esos días de mayo de 1911 sirven como metáfora para entender mejor lo que sucede ahora en nuestro país en donde la violencia y la impunidad conviven sin mayores problemas en regiones que, como se dice en el norte, son ejemplos de progreso y vitalidad económica: “La casa del dolor ajeno trata justo sobre la realidad que estamos viviendo, sobre lo que está pasando en México en estos momentos, pero trato de contar la historia reciente vista a través de la masacre de chinos en Torreón”.

Julián Herbert se ha convertido en una de las voces literarias más activas del país con libros como la novela Canción de tumba con la que se hizo acreedor del Premio Jaén de Novela 2011 y el premio Elena Poniatowska 2012. Algunos de sus libros publicados son Kubla Khan (2005), Pastilla Camaleón (2009), Álbum Iscariote (2013) en el género de la poesía, la novela Un mundo infiel (2004) y del libro de cuentos Cocaína (manual de usuario) del 2006.

En La casa del dolor ajeno Julián Herbert investiga y desmiente las versiones populares que culpan a las fuerzas revolucionarias de Pancho Villa de haber cometido la matanza, ya que estas se encontraban en Ciudad Juárez en el momento de asedio por las fuerzas leales a Madero a la ciudad de Torreón, y explica a detalle cómo se desarrolló la matanza a manos de ciudadanos y soldados locales. Sin embargo, Herbert además ahonda en el profundo sentimiento antichino que se había venido desarrollando en la ciudad proveniente en su mayoría de las clases altas de la ciudad, que tenían que competir económicamente con una colonia china que crecía y prosperaba rápidamente hasta convertirse en la colonia más de ciudadanos chinos en el país, más grande aún que la avecindada en la capital del país.

Javier Moro Hernández (JMH): ¿Cómo fue que llegaste a la historia de la masacre de chinos en Torreón?


Julián Herbert (JH): Fue algo muy azaroso, pues el tema es muy potente y yo tenía la referencia desde hace mucho tiempo atrás, pero en algún momento el historiador Carlos Valdez, al que está dedicado el libro, me hizo ver que había una tradición oral que culpaba a Pancho Villa de haber mandado matar a los chinos en Torreón, eso me llamó la atención y me dio curiosidad el saber la razón de por qué la tradición oral y la tradición popular se inventan una ficción sobre cierto hecho histórico y en algún momento fui a Torreón a rascarle un poco a la historia, acababa de leer el libro Entre el río Perla y el Nazas de Juan Puig, que es un libro que trata el tema, es un antecedente directo por decirlo así, y empecé a sentir la vibra de la ciudad, pero sin duda algo que me impulsó a escribir el libro fue el formato que le di al libro, la estructura que tiene el libro, porque de pronto me di cuenta de que tenía una historia, que sin ser una novela, podía tener la estructura de una novela, pero que lo ideal era contarla con el lenguaje de la crónica, y eso me sedujo mucho, la posibilidad del encuentro formal con un nuevo lenguaje, porque yo nunca había trabajado así, siempre había trabajado con historias que podía contar en una sola dirección, y en La casa del dolor ajeno podía abrir el espectro del tiempo sobre las cosas que quería o podía contar.

JMH: Quería preguntarte cómo se dio la decisión de acércate a un género como el de la crónica, distinto por supuesto al de la novela y que te permite entrar y salir de la historia como si de un personaje más se tratará.

JH: Creo que hay tres problemas estéticos, o tres que a mí me ordenan el mundo: uno es lo de lo sublime, otro es el de la parodia y otro el del punto de vista. Entonces yo creo que un libro se construye desde el punto de vista y esto le da la estructura al libro, y este punto de vista un poco gonzo que tiene La casa del dolor ajeno, a mí me servía para dar el punto de vista de un tipo que está experimentando el deterioro del país, de las instituciones, el sentimiento de la verdad, y de algo que ya está más allá de la indignación, que es la desesperanza, yo estoy muy pesimista sobre esto, no creo que la indignación esté alcanzando para los niveles de cinismo que hay en este país. ¿Cómo respondes ante eso? Este libro es mi intento de dar una respuesta o al menos un respiro, y de ahí viene el punto de vista con el que está construido este libro que me permite entrar y salir de las dos historias, porque también creo que la historia de la matanza de chinos en Torreón y lo que está sucediendo en el país actualmente son dos espejos que se están reflejando mutuamente.

JMH: Torreón es un ejemplo de las ciudades que “vencieron” al desierto, una ciudad que es herencia y reflejo del positivismo, que es una ciudad que se construye a partir del racionalismo y que sin embargo se convierte en escenario de una masacre de estas magnitudes.

JH: Claro, ahí suceden una serie de capas de metáforas que a mí me interesaban mucho, porque La Laguna es una región muy interesante, y este libro es un canto de amor a esa región, creo que es una región que nos sirve de metáfora sobre la forma en la que está construido el país, la forma en la que nace y crece Torreón, privilegiando el progreso sobre todas las cosas, y el hecho de que ahí se cometa esta masacre, es una metáfora del país, que es un sentimiento del progreso que desemboca en la barbarie, un sentimiento de la modernidad que desemboca en una masacre, y también un ejercicio de xenofobia en una comunidad eminentemente migrante, es decir, cuando sucede la masacre la ciudad de Torreón tenía solo 4 años de haber sido elevada al rango de ciudad, acababa de nacer como ciudad y en ese lugar en donde todos son migrantes hay una masacre contra un grupo de migrantes en particular, entonces siento que hay metáforas que se acumulan y que se refieren a estas situaciones que impiden que México termine de convertirse en un país real.

JMH: El tema de las mentiras oficiales me parece otra tema importante en tu libro, porque es algo que se sigue repitiendo en el país y en la historia sobre la masacre de chinos en Torreón sucede algo similar, la tradición nos dice que “fueron los villistas, gente que venía de afuera” o “fueron las clases populares, el populacho enardecido, no los torreonenses de buena familia”, pero en tu libro ahondas en las campañas antichinas promovidas por los empresarios y las clases altas de Torreón, demuestras que fueron fuerzas revolucionarias locales las que atacaron a la población china y mencionas que muchas veces la xenofobia tenía un impulso económico.

JH: Yo creo que hay una gran responsabilidad del desarrollo empresarial respecto de la masacre de chinos en aquella ciudad, hay una agenda antichina por envidia económica hacia la que era la colonia china más rica de México, y por eso el problema de fondo es que la historia no se ha integrado al discurso del contexto histórico mexicano, porque mientras la responsabilidad no recaiga en alguien de cierto renombre o con cierta responsabilidad, parecería no haber problema, mientras la responsabilidad recaiga en una masa anónima, cuando empezamos a hablar de los héroes de la patria o de los empresarios que generaron el desarrollo económico, como sucede en ciertas partes del norte del país, ahí ya no podemos avanzar, ya es tabú, y eso es algo que me interesaba mucho porque la matanza de chinos es tabú para muchos sectores sociales de Torreón incluyendo a los propios chinos, es decir los chinos de la ciudad no quieren hablar de este tema, y eso me parece bastante característico de la forma en que una sociedad busca borrar ciertos temas, hay una negativa a hablar de estos temas.

JMH: Hay un orgullo regional muy fuerte en la Laguna, muy particular, es una región muy orgullosa de su historia, pero que busca negar aspectos oscuros de la misma algo que sucede mucho en nuestro país en general.

JH: Sí, sin duda, La Laguna es un gran laboratorio cultural, porque es al mismo tiempo una sociedad en términos populares muy rica, muy festiva, con elementos de la cultura popular más rica del país como la música, la comida, la sexualidad súper viva, tienen algunas de las cosas que yo más admiro de la mexicanidad, algo que me emociona mucho, y al mismo tiempo tienen esa otra mirada muy acendrada de solo verse a sí mismos, de concebirse como una realidad separada, pero es una sociedad que le falta autocrítica en términos generales, aunque sí hay una mayor crítica de las clases medias intelectuales, pero sí creo que el discurso de la burguesía torreonense sigue siendo muy parecido al tradicional que es “nosotros vencimos al desierto y trajimos el progreso y somos una sociedad cohesionada”, lo cual no es cierto, porque a lo largo de su historia han tenido unas pugnas y unos conflictos muy fuertes que se han resuelto de maneras muy violentas a lo largo de la historia.

JMH: Este es un libro que nos habla sobre el tema de cómo la impunidad, un libro que refleja una tradición histórica de la impunidad, porque lo que vemos es que la impunidad se asienta a través del manejo de los recursos legales, algo que vemos en la investigación federal que se hace a partir de la matanza de ciudadanos chinos en Torreón, que no encuentra culpables o los que encuentra son los clásicos chivos expiatorios.

JH: Una vez escuché a alguien que decía que “los muertos nuevos matan a los muertos viejos”, una expresión que me parece horrenda, terrible, pero en el país hemos ido acumulando pilas de cadáveres, y nos vamos preguntando ¿Por qué unos muertos o una masacre sí importan? Pues porque se van generando ciertas metonimias culturales y entonces el caso de los 43 estudiantes no es el peor caso de desaparición forzada en el país, pero se vuelven el gran receptáculo del gran número de desapariciones que han venido sucediendo en el país, pero eso me lleva una vez más vuelvo al tema de la capacidad de respuesta, pues ni el Estado tiene una capacidad de respuesta para resolver los problemas del país ni la sociedad mexicana ha tenido una capacidad de respuesta efectiva frente a los problemas de la impunidad del país, porque la impunidad este metida hasta los huesos en nuestra tradición, y una se preguntaría ¿Por qué existen estos niveles de impunidad? Bueno cuando revisas la historia de cómo México no pagó la indemnización a la cual fue condenada por el asesinato de 300 ciudadanos chinos en Torreón es un ejemplo de cómo funciona la diplomacia y la burocracia mexicana que logra retrasar el pago hasta que al final simplemente no la paga, se niega a hacerlo, y pasan veintiún años en los que el gobierno chino está tratando de que el gobierno mexicano le pague por la gente que lo perdió todo, por los muertos, y te encuentras textos casi risibles de un embajador mexicano en Japón que viaja a China para investigar cuánto cuesta un chino, por ejemplo.


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