He estado conmovida por la muerte de un joven que fue atropellado por un conductor imprudente durante la Marcha del Orgullo Gay en Aguascalientes en días pasados. Me parece un acto que no debe “convertirse en una estadística más” o “evitar contar esta historia”.
Aun sin conocerlo, cuando se hace pública la noticia generó un gran impacto entre las personas que vivimos en Aguascalientes. De manera personal le di seguimiento en la prensa local y en redes sociales. Comenté y me comentaron el incidente con personas que al igual que yo pretenden construir ciudadanía en Aguascalientes.
Por esos mismos días recibo una llamada de Emiliano, mi hijo que estudia en la Ciudad de México y me comentó que estaba muy triste.
Con su candidez casi infantil me cuenta que un amigo de la prepa sufrió un accidente y murió, que estaba muy impactado con la noticia. Me dijo que desafortunadamente no fue un amigo tan cercano como le hubiera gustado porque no estaban en el mismo grupo, pero tuvieron intercambio de opiniones y actividades diversas en la prepa de Petróleos.
No me tocó ser su compañero de aula, me dice Emiliano, pero en los contactos que tuvimos me pareció siempre un muchacho con una gran calidez humana, brillante, estudioso, creativo y con gran potencial para desarrollar lo que quisiera.
Cuando salió de la prepa presentó examen en la UAA a la carrera de Medicina. Todos sabemos lo difícil que es ingresar a esta carrera por su alta demanda y lo logró con relativa facilidad.
Estuvo algún tiempo estudiando y se salió, tal vez porque su perfil estaba más orientado al área humanística, sobre todo literatura y artísticas.
Emiliano totalmente conmovido me seguía contando de “Ferra” como lo llamaban sus amigos, me decía que otra cosa que admiraba es que era un muchacho gay y que nunca lo ocultó, que siempre fue un activista social, que defendió con mucha dignidad los derechos de esta comunidad y todos los derechos humanos, pertenecieran o no a la comunidad homosexual.
Me contaba que escribía con frecuencia ensayos literarios y participaba en encuentros con otros jóvenes interesados en la literatura. Me decía que hacía especie de monólogos contando chistes creativos y con cierto humor negro, que es una actividad muy difícil porque requiere de una gran capacidad de oratoria y agilidad mental. Todo esto lo sabía porque eran amigos en Facebook. Le pedí a Emiliano que me permitiera ver información pública de los amigos y conocidos y confirmé que los amigos de Luis Fernando lo tenían en un alto concepto al igual que Emiliano.
Terminé triste, enojada, conmovida hasta las lágrimas porque él ya no estaba aquí. Pensé que un muchacho de esa calidad e inteligencia le hacía falta a Aguascalientes, a la democracia, a los jóvenes y a la comunidad gay.
No dejé de pensar que si él hubiera defendido otro tipo de derechos tal vez hubiera estado mejor resguardado por las autoridades que debieron proteger con mayor eficiencia la marcha y la integridad física de Luis Fernando y de los que estuvieron ahí.
Pensé también que tuvo que enfrentarse a un mundo hostil que lo segregó y discriminó por su preferencia sexual. Pensé en la impotencia que debió vivir a pesar de que fue un ciudadano ejemplar, un liderazgo destacado que no fue lo suficientemente reconocido por aquellos que consideran la homosexualidad como algo malo.
En estas reflexiones me preguntaba ¿por qué, los seres humanos no son valorados por sus acciones y sus cualidades. Por qué no asumimos que el objetivo fundamental de una sociedad es que las personas sean felices y que sean buenos ciudadanos independientemente de su preferencia sexual?
¿Por qué tenemos que imponer a otros una forma de ver la vida, una forma de actuar y de vivir, solo porque creemos que la nuestra es la mejor? Y si el resto no ve el mundo como lo veo yo, están mal o son anormales. ¿Por qué no aceptar y respetar que hay muchas formas de ser y de ver el mundo, y que todos tenemos derecho a verlo y vivirlo de la manera que nos plazca siempre y cuando no afectemos a otros.
Para algunos, que a veces no son pocos desafortunadamente, no importaron los logros y cualidades personales de Luis Fernando, su preferencia sexual fue más importante, y fue segregado por los que quieren imponer su criterio sobre los demás. Hoy no tenemos con nosotros a ese valioso y brillante joven. Descansa en paz, Luis Fernando, pero no tengas dudas de que muchos y muchas seguirán tu ejemplo.
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