El discurso de la clase dominante nuevamente en el Museo Espacio: falacia de lo internacional - LJA Aguascalientes
14/04/2025

El pasado mes de junio, el Tate Modern reabrió sus puertas y mostró porqué es uno de los museos de arte más importantes en la escena internacional. La extensión renovó por completo este museo al incrementar su espacio de exposición en un 60 por ciento. El nuevo Tate Modern alberga a 300 artistas de más de 50 países, y cuyas obras en su mayoría han sido adquiridas por el museo desde su apertura hace 16 años (75 por ciento).

El nuevo museo tardó cerca siete años en concluir su construcción y tuvo una inversión de 260 millones de libras, de las cuales sólo 58 millones corresponden a impuestos de los ciudadanos ingleses. Para algunos, las más de 200 millones de libras representan un gasto excesivo para un museo; sin embargo, concuerdan con el argumento de las bondades que un museo con las características del Tate puede brindar a la escena artística de la capital inglesa, cuyas políticas culturales se estructuran bajo mecanismos de gestión y autogestión mucho más sólidos que los híbridos mexicanos.

Desde luego mucho habrá que cuestionarle a este museo, incluso basta darle la voz a quienes afirman que se percibe la ausencia de artistas ingleses en la colección, cuestionamiento que no debe pasar inadvertido ante la preocupación de los artistas de la localidad sobre lo que se muestra al público nacional y sobre todo extranjero que visita el museo. Y es que insistimos que al Tate, como a otros museos, mucho podemos discutirle pero es importante considerar que sólo una quinta parte de su inversión haya sido bajo el financiamiento público, y que además las cifras de su inversión son de consulta pública, algo que no sucede en México.

Esta semana en Aguascalientes el Museo Espacio vuelve a ser tema de discusión en el ámbito artístico de la localidad. Una vez más los aguascalentenses nos encontramos con un estado que no gestiona, para el que es más fácil pagar con los impuestos de los ciudadanos a un galerista que representa los intereses económicos del mercado del arte más allá de la discusión estética.  Si bien Daniel Buren es uno de los artistas más reconocidos en el mundo, cuya obra forma parte de la colección de museos como el Tate Modern en Londres, su llegada a tierras aguascalentenses muestra los mecanismos de validación del arte, donde el Estado se muestra como feudo, el pueblo como sirvo y el galerista como lo que es, un mercader.

El galerista Hilario Galguera ha sabido aprovechar los vacíos de un museo que nació sin colección, y en donde los agentes privados hacen su nicho en la promoción, representación, selección de la obra y del artista a costos millonarios provisto del financiamiento público para un espacio que dicho por el propio galerista, no es para los artistas de Aguascalientes.  Afirmar que es un cuestionamiento ridículo como lo afirma Galguera, podría hacernos pensar que los mismos cuestionamientos hacia el Tate Modern lo son, pero algo que Galguera busca soslayar es que este cuestionamiento es también ante la evidente dominación de una clase social y política, cuyo discurso busca denostar las otras formas culturales que no son aquellas que el galerista mismo representa. Porque es claro que en esta relación Estado-galerista se muestra que “las clases sociales despliegan diferentes patrones de gusto y consumo cultural -así como de disgusto y aversión- como parte de las característica de sus estilos de vida, junto con patrones cercanamente relacionados con material de consumo como, por ejemplo, la comida y el vestido. La consistencia interna (…) de los estilos de vida, al igual que la clara demarcación a través de las clases sociales, es producto y expresión de los hábitos de los individuos miembros de la clase… Miembros de las clases dominantes buscan demostrar y confirmar la superioridad de su propio estilo de vida sobre aquellos de las otras clases a través de la atribución de las formas culturales que ellos representan como ‘canónicas’, ‘legítimas’ o de otra forma distinguidas -mientras mantienen distancias estéticas de otras formas que consideran inferiores”.*

De esta forma, aunque el estado en su discurso afirme que se “ha recuperado y retomado la idea social de cultura”, y muestra como ejemplo al MECA y en particular al Museo Espacio como “un espacio abierto a las tendencias artísticas más influyentes de la actualidad”, no podemos ocultar la estratificación de la cultura que ya estudiaba Bourdieu, donde el capital cultural de la clase dominante se ejerce bajo la imposición.  De ahí que no sorprenden los argumentos peyorativos de esta clase dominante que califican de ignorantes a quienes no aceptan su discurso.

Así, el objetivo más significativo no puede ser “tener una amplia permeabilidad social en los aguascalentenses porque el arte y la cultura son parte del progreso económico de la entidad y una estrategia para fortalecer el tejido social” como el estado lo argumenta, si  lo que ahí se presenta ha sido obra de un merchante quien realizó la “selección de las actividades, selección de las exposiciones y en la definición de los artistas y personajes invitados” y sólo haya sido autorizado por un estado que evidentemente muestra que representa los intereses de progreso que su clase dominante considera, y que preserva su élite por medio de los medios que dispone al replegar otras formas de artísticas, estéticas pero también de convivencia y entendimiento de aquellos que considera inferiores.

Si su interés por el arte internacional estuviera fundamentando en aquello que pueda contribuir al enriquecimiento de las sociedades a través del diálogo artístico, entonces el estado, particularmente a través de la educación artística como instrumento democrático de la cultura, habría fomentado a lo largo de estos casi seis años programas reales y contundentes que abrieran el diálogo, la discusión y el disenso en el arte. Hoy se sigue abriendo más el espacio, la brecha entre las formas culturales que ellos representan y buscan mantener en su jerarquía política, social y cultural con la toma de decisiones individuales para deleite de sus propios gustos. Algo que a Carlos Slim y su museo Soumaya pueden hacer (y qué también podemos cuestionar si analizamos sus formas de enriquecimiento), pero no algo que al estado ni ética, ni económica ni políticamente corresponda.

Hace dos meses Michelle Obama anunció la continuidad de los programas de educación artística en las escuelas de alto riesgo, asegurando la continuación de este proyecto posterior al término de su administración en la Casa Blanca. “Un programa educativo sustentado en la idea de que las artes deben ser parte central en la educación de todos los niños, no sólo un lujo para los distritos acaudalados”. Y entonces así, es evidente que las estrategias para el fortalecimiento del tejido social en Aguascalientes siguen distando mucho de las prácticas internacionales, como también lo es en la desproporcionada inversión del recurso del estado, muy distante a las prácticas del Tate Modern.
*Tak Wing Chan, ed. 2010. Social Status and Cultural Consumtion. UK. Cambridge University Press. P. 3-4.



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1 thought on “El discurso de la clase dominante nuevamente en el Museo Espacio: falacia de lo internacional

  1. Aqui esta lo que es la definicion de arte para los del ME mientras la galeria se lleva parte de la misma —basura— como recompensa para exhibirse y venderse o lo que sea como obra aqui la dejamos como basura afuera mientras adentro el museo inaugura su nueva —expo—
    http://imgur.com/a/1DNrM

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