Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
Ottawa, Canadá. 29 de junio de 2016. En su última participación en una reunión de Líderes de América del Norte, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, sonríe, agita su mano y voltea a ver a sus contrapartes norteamericanas: el mandatario de México, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro del Canadá, Justin Trudeau.
Trudeau, el jefe de Gobierno anfitrión, declara a la prensa: “Racionalizaremos el flujo de mercancías legítimas y viajeros confiables a través de nuestras fronteras, promoveremos vía aéreas y fluviales más limpias, y trabajaremos para lograr una economía norteamericana competitiva, baja en carbón que instaure buenos trabajos de clase media para nuestros ciudadanos”.
La escena arriba descrita sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar qué es la competitividad y cuáles son los pasos que se han dado para fomentarla en la América septentrional y qué significa para México.
Según el diccionario Larousse, la competitividad es la “capacidad para competir por algo”. En pocas palabras, la competitividad es la capacidad de un negocio o país de lograr rentabilidad en el mercado en relación a sus rivales.
Por lo tanto, y desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) -un acto de sumisión ante el odiado enemigo yanqui, según sus censores; nuestro camino a la prosperidad y al “primer mundo”, según sus corifeos- en enero de 1994, una preocupación de las élites empresariales y políticas de Canadá, la Unión Americana y México ha sido hacer de la América boreal una región competitiva.
Para tal efecto, se han tomado una serie de pasos para lograr este objetivo: el primero de ellos acaeció el 22 de marzo de 2002, en Monterrey, cuando se diseñó la instauración de una frontera eficiente para el siglo XXI. Esta iniciativa buscaba atenuar la problemática de la migración, acelerar el comercio y -en el contexto de los atentados terroristas contra Nueva York y Washington D.C.- crear una perímetro de seguridad en América del Norte.
El siguiente episodio ocurrió el 23 de marzo de 2005 en Waco, Texas, cuando los líderes los países signatarios del TLCAN anunciaron la rúbrica de la Declaración Conjunta de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), la cual buscaba, en su parte competitiva, “construir nuevos espacios de cooperación a efecto de dotar de mayor seguridad a nuestras sociedades, hacer a nuestras empresas más competitivas y a nuestras economías más sólidas”.
Sin embargo, la administración de George W. Bush, el texano tóxico, mesmerizada por los problemas creados por sus intervenciones militares en Afganistán e Irak y por la crisis financiera de 2008 poco pudo hacer por la competitividad en la zona.
Cuando Barack Hussein Obama arribó a la Casa Blanca, América del Norte no fue una de sus prioridades. No obstante, al aproximarse el vigésimo aniversario del TLCAN y dándose cuenta de que el surgimiento de nuevas potencias económicas -China e India- había transformado la dinámica de la competitividad global, el mandatario estadounidense, junto con sus socios en Canadá y México, decidió que era hora de poner manos a la obra.
En octubre de 2013, los ministros de Comercio de los países firmantes del TLCAN acordaron desarrollar una hoja de ruta para promover la prosperidad a través de la América boreal y fortalecer su posición como la región más competitiva del orbe.
En febrero de 2014 los líderes de América del Norte, Barack Obama, Stephen Harper y Enrique Peña Nieto, se reunieron en la capital mundial del chorizo: Toluca. En la ciudad mexiquense, se endosó el desarrollo de un plan de trabajo para la competitividad global de la América septentrional.
La hoja de ruta, ahora denominada Plan de Trabajo para la Competitividad Norteamericana, fue presentada el 2 de mayo de 2016 en Washington D.C. El Plan de Trabajo incluye 14 iniciativas trilaterales organizadas en tres grupos:
Primero, eficiencia en la cadena de suministro, incluye aspectos de seguridad fronteriza, turismo y logística. Segundo, innovación y desarrollo económico. Se enfoca en la internacionalización de las pymes, el fomento e intercambio de emprendedores y el mapeo de clústeres. Finalmente, consultas a los interesados y servicio especial de asistencia pública. Este aspecto busca fomentar el diálogo público-privado en la región y la seguridad cibernética con el sector empresarial.
En pocas palabras, Obama reconoce que para que la “economía estadounidense continúe creciendo y permanezca competitiva, los Estados Unidos necesitan mantener a las cadenas de suministro trabajando a su máxima eficiencia y a los mercados globales abiertos a los productos, servicios, inversión e ideas de América del Norte”1.
El eminente historiador británico, Hugh Trevor-Roper, que la “geografía, el clima, la población determinan las comunicaciones, la economía y la organización política”.
Luego entonces, el Plan de Trabajo para la Competitividad de América del Norte significa que las 120 millones de almas que poblamos el territorio comprendido entre Tijuana y Mérida debemos darnos cuenta que “la mezcla estratégica, económica, cultural y de infraestructura de América del Norte se ha convertido en un hecho irreversible”2.
Do you understand that, Mr. Donald J. Trump?
Aide-Mémoire.- La lucha por el liderazgo del Partido Conservador británico hace parecer a Game of Thrones y a House of Cards como los Teletubbies.
- – Hills, Carla A. “NAFTA’s Economic Upsides”. Foreign Affairs, New York, January/February 2014, p. 126
- – Khanna, Parag. Connectography: Mapping the future of Global Civilization. Random House, New York, 2016, p. 131