Ser antisistémico es, en pocas palabras, ser contrario al sistema social o político establecidos. Sean buenos o malos, de derechas o izquierdas, simplemente es estar en contra de ese sistema social. Ese sistema que conjunta instituciones, culturas, tradiciones, costumbres, personajes, acciones, etc. No se trata de estar en contra de las leyes, eso lo debemos de establecer desde un principio, aunque sea difícil establecer la diferencia.
En México nuestro sistema no está escrito en las leyes, aunque nuestras leyes si forman parte de nuestro sistema social y político. Sin embargo, nuestro sistema se construye mucho más allá de las leyes, además que habrá que considerar que en nuestro peculiar país las leyes no se cumplen del todo, por lo que el estado de derecho es cuestionable, eso ya lo hemos hablado aquí.
Estar en contra del sistema social es estar en contra de la manera en que se eligen a los gobernantes, del sistema electoral, de la organización de las élites, del sistema económico que privilegia a la clase alta, de la recaudación de impuestos, de la corrupción, de las mordidas, de los baches, de la desigualdad, de la pobreza, de la intervención de la Iglesia en el Estado, de los conflictos de interés, de la televisión, de las telenovelas, de los monopolios, del futbol, de las actitudes ciudadanas ante la política, etc.
Existen muchas razones para ser antisistémico, pero Woldenberg, en la edición de Nexos de julio lo define muy bien:
“Luego de una gestación larga y penosa nuestra democracia defrauda a (casi) todos. Para algunos no le ha tocado ni un pelo a la desigualdad y la pobreza, no ha logrado un crecimiento económico como el que México requiere, no genera los empleos necesarios. Para otros, es incapaz de revertir la corrupción y la impunidad y no puede lidiar de manera efectiva con la espiral de violencia. Los de más allá observan unos partidos incapaces de suscitar el entusiasmo, de fijar un horizonte y penetrados hasta el tuétano por la podredumbre; acompañados de unos medios de comunicación que no ayudan a entender lo que sucede en el ámbito de la política. Los derechos humanos no acaban de ser el piso de nuestra convivencia, la agresión contra las mujeres se documenta todos los días, los abusos de los “poderosos” son parte del menú cotidiano de las noticias”
En México, esas son razones suficientes para ser antisistémico, en Estados Unidos tendrán las propias, en España las suyas y en Reino Unido algunas más complejas. Sin embargo, tienen algo en común, su historia política reciente y futura se escribe y se escribirá de la mano de los antisistémicos. En España, Podemos, nacido de la enorme manifestación del 26M, un partido socialista, antisistema, con un discurso radical, político, con un personaje que busca revolucionar la clase política con un socialismo moderno cercano a la socialdemocracia; ha logrado 71 parlamentarios, algunos lo llamaron derrota, otros no vieron que Podemos es la tercer fuerza política de España con apenas dos años de gestación.
El Brexit, antisistémicos radicales y viejos. Los antisistémicos no tienen que ser jóvenes, no siempre. El sistema que para muchos funcionaba era la Unión Europea, los antisistémicos votaron no, y así vamos a cambiar de sistema. Donald Trump es el antisistémico número 1 de Estados Unidos, aunque algunos nos moleste esa visión, porque pareciera, como afirma Bobbio, que los de la izquierda siempre son buenos y siempre son antisistémicos y revolucionarios y los de derecha, conservadores son los malos, entonces el populismo de derecha es malo y el de izquierda bueno, esa será otra discusión.
El punto es que Donald Trump es el candidato que se ha manifestado a favor de los pobres norteamericanos, a favor de quitarle el trabajo a los migrantes para dárselo a estadounidenses, de un muro que cambie el sistema estadounidense actual, en contra de las empresas. Vaya paradoja, críticos y periodistas critican a Trump, que siendo uno de los hombres más millonarios, que se ha beneficiado de cómo funciona ese sistema social y político sea un candidato antisistémico y lamentablemente, con serias posibilidades de ser presidente.
Andrés Manuel López Obrador se convierte en el principal y, si pudiéramos así llamarlo, único personaje antisistémico que a nivel nacional propone un cambio radical. No hay ninguno de su envergadura, de su cobertura mediática y con sus preferencias electorales. AMLO será candidato a la presidencia de la República en México por tercera ocasión, de la mano de un partido antisistémico: para él hay dos tipos de partidos en México, Morena y los demás.
Es un candidato que se ha pronunciado por atacar a toda la clase política, sancionar a los corruptos, criticar el modelo electoral, criticar las actuaciones electorales y denunciar fraudes a diestra y siniestra, quiere cambiar el sistema social por uno de una economía más solidaria con tintes socialistas y socialdemócratas (volvemos al mismo debate de hace unos párrafos, el socialismo no es malo ni bueno por naturaleza, no es una tragedia nacional ni la solución predilecta), busca la inclusión de los excluidos, un modelo de país antisistémico.
Este fenómeno del antisistema está vigente para las derechas y las izquierdas, es una causa de los fracasos de gobiernos, partidos y personas, no de ideas.
@caguirrearias
Es cierto que AMLO es antisistema, pero tambien deberia rascarse para adentro y criticar sus propias miserias – que las tiene – pero siempre es mas facil ver la astilla en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Por un lado apoyo totalmente a la gente necesitada y por otro pisoteo sus derechos, como si ellos fueran culpables de las desgracias de Mexico. Todo esto seguira siendo asi, con sistema o antisistema, si no se robustece en serio la justicia y se acaba con la impunidad, que toca a los sistemicos y a los antisitemicos, en la justicia y la impunidad es donde se debe dar la guerra total y absoluta, dejando de medrar en base a las carencias culturales y economicas de la gente y no avalando movimientos que acaban con los que dicen que defienden.