En el panorama nacional, los maestros han acaparado la atención por los desórdenes registrados en varios estados de nuestra república, particularmente en el sur. Acá entre nos, en Aguascalientes todo parece marchar en paz. Y es un buen momento para reconocer a las autoridades educativas en todo el país. Tal vez Usted no sepa que la Secretaría de Educación Pública (SEP) estimula constantemente a sus trabajadores a la superación. La carrera magisterial es una realidad. Veamos lo que ha ocurrido aquí en nuestra entidad. El Instituto de Educación de Aguascalientes (IEA) desde hace varios años promueve entre los profesores la capacitación a alto nivel. Muchos de ellos han cursado licenciaturas universitarias no solo en educación, sino también en otras ramas del saber como historia, letras, filosofía, sociología y muchas otras más. Claro que la sola motivación no suele ser suficiente, para convencerles se les apoya con becas y aún más, al terminar sus estudios se les mejora su calidad laboral con incrementos en el sueldo y elevación en sus categorías. Lo digo con conocimiento de causa. He tenido maestras como alumnas en la Maestría en Psicoterapia Gestalt y en Psicoterapia Infantil. Y además la tuve como compañeras de grupo en un Doctorado en Psicoterapias Humanista. Estoy hablando de una cifra cercana a las doscientas profesoras quienes en este momento se hallan frente a grupo, en calidad de inspectoras o en puestos administrativos de alto nivel y desde luego ejerciendo su sabiduría, conocimientos y considerable mejoramiento de su calidad humana. Esto tiene que impactar, tiene que tener algún efecto de superación en los alumnos, sus compañeras docentes y en el mismo proceso enseñanza-aprendizaje. Bien por la SEP, el IEA y por ellas. Claro que también ha habido varones, pero discúlpeme usted si no caigo en la trampilla discursiva de hablar de maestras y maestros, profesoras y profesores, ellas y ellos, todas y todos. Es plausible lo que hacen docentes y autoridades. Algo que lamentablemente no ocurre con los médicos. Las sociedades médicas, colegios o asociaciones son organizaciones civiles con interés académico que buscan la superación del galeno mediante cursos, congresos y diplomados. Y además se inventaron un mecanismo que en teoría suena muy bien: “La Certificación”. Esto es un examen que anualmente realiza el colegio de la especialidad, sea Medicina Familiar, General, Cardiología, Cirugía, Medicina Interna, Pediatría y todas las demás. Al médico que lo presenta se le otorga un documento que avala que está debidamente certificado. No para ahí la cosa, un año después vuelve a presentar el examen y entonces se le llama re-certificado. ¿Y sabe usted para que sirve la tal certificación? Absolutamente para nada. La certificación no es requisito para encontrar empleo en alguna de las instituciones de seguridad social. Al médico que se certifica y se recertifica no se le mejora el sueldo en un solo centavo, ni mejora su categoría dentro de la institución. Las direcciones de hospitales o de departamentos clínicos, son nombramientos emanados de la autoridad superior, sin que para ello cuenten los méritos académicos del profesionista. Puede ser que se otorgue la dirección del hospital a alguien muy calificado, pero si no lo está no importa, igualmente tiene derecho a ser directivo. Tal vez suena a democracia, pero también suena a injusticia académica. Un médico puede tener su base en una institución de seguridad social y pasar toda su vida profesional sin haber tomado un solo curso de actualización y no por ello dejará de percibir su cheque quincenal, al igual que su compañero que cursa todos los diplomados que le ofrecen. En estos momentos, la certificación es solamente requerida en aquellos médicos que quieren trabajar para las aseguradoras. Tal vez usted no lo sabe, pero las aseguradoras no son la fuente ideal de trabajo para un profesional de la salud, así que tampoco representan ninguna garantía. De manera que en cuestión de apoyo académico y reconocimiento a la superación, la SEP supera considerablemente a la Secretaría de Salud.
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