Casi ha concluido el proceso electoral en el estado de Aguascalientes. Los resultados que ha validado la autoridad electoral se acercan mucho a los pronósticos más razonables: una cerrada elección en la gubernatura, ninguna mayoría absoluta en el Congreso y retención panista de los ayuntamientos de los municipios más grandes de la entidad. Sin embargo, es necesario continuar la reflexión, iniciada la semana pasada en el espacio de Esfera Pública, acerca del recuento de saldos, triunfos y retos.
Para estos días ya muchas de las elecciones municipales y distritales han quedado en firme. En otro tanto, los tribunales electorales, como ya es costumbre en nuestra joven y accidentada democracia, deberán resolver 24 recursos de impugnación interpuestos por estrategia política, agravios presuntos e interpretaciones discutibles. Paulatinamente, entre julio y diciembre, avanzarán los trámites de entrega recepción y se resolverá la validez de las diferentes elecciones.
Ha sido relevante la elección de Gobernador del Estado, que se decidió con el margen más cerrado de la historia contemporánea de Aguascalientes: trece mil 500 votos que representan el tres por ciento de la votación estatal. Igualmente, resalta que se mantuvo el esquema electoral bipartidista: el PAN y la Coalición del PRI concentraron el 85 por ciento de la votación para gobernador, frente a las demás opciones partidistas que, junto con la candidatura independiente, lograron apenas resultados testimoniales.
Como ha sucedido recientemente, en el Poder Legislativo no habrá una bancada partidista con mayoría absoluta. El PAN tendrá trece legisladores, el PRI seis, el PNA tres, el PVEM dos, y PRD, MORENA y PES tendrán uno cada uno. Por primera vez se utilizó el mecanismo de paridad de género para que, en lugar de una correlación 16-11, quedarán electos 14 diputados y trece diputadas.
Por otra parte, los nuevos ayuntamientos expresarán la mayor pluralidad política que se haya visto en nuestro estado: Aguascalientes, Calvillo, Jesús María y San José de Gracia tendrán autoridades surgidas del PAN; en Asientos y Rincón de Romos, habrá alcaldes de extracción neoaliancista; San Francisco de los Romo tendrá Presidenta Municipal priísta; Tepezalá, un alcalde postulado por el PVEM; El Llano, un alcalde petista; Pabellón, un alcalde perredista, y Cosío, un alcalde independiente. Destaca que, aun con la nueva legislación que promueve la paridad de género, sólo tres -Aguascalientes, San Francisco De Los Romo y San José de Gracia- de los once municipios serán presididos por mujeres.
Este panorama surgido del 5 de junio, más allá de vencedores y vencidos, implica importantes retos para todos los actores políticos. Los partidos que quedaron por debajo del umbral del tres por ciento están cuestionados en su existencia local y obligados a replantear sus estrategias y propuestas, pues en quince meses comenzará el siguiente proceso electoral local y federal.
Las opciones locales testimoniales PRD, Morena y PES tienen la disyuntiva de permanecer como propuestas ideológicas o desarrollar una estrategia de crecimiento que los lleve a ser opciones de gobierno. Esta situación refleja especialmente la situación de la izquierda local que, dispersa, no ha podido articular una propuesta y estructura que le dé competitividad.
También hay que valorar la consolidación de las candidaturas independientes. Se evidenció que no basta declararse independiente, sino que el electorado lo perciba y crea. El triunfador de Cosío y el candidato independiente a la alcaldía de Aguascalientes demostraron que esa forma de competir cada día tomará más fuerza.
La permanencia de la coalición Aguascalientes grande y para todos no se ve fácil. Aunque su intención fuera funcionar como coalición donde obtuvieron triunfos, se enfrenta a la posibilidad de que en el Congreso del Estado, PRI, PNA, PVEM y PT, y en los Ayuntamientos que ganaron -San Francisco, Asientos, Rincón de Romos y El Llano-, los representantes de esos partidos deban actuar por separado en la toma de decisiones. La experiencia local de coaliciones gobernantes se reduce al actual Gobierno del Estado 2010-2016, electo como PRI-PVEM-PANAL, y los actuales Ayuntamientos de Aguascalientes, Calvillo y Jesús María 2014-2016, que fueron electos como PAN-PRD. En esos casos se demuestra que aun logrando el triunfo electoral, las coaliciones apenas sobreviven en las apariencias. Sin un liderazgo fuerte e incluyente, intereses comunes y la posibilidad de rentabilidad política para sus componentes, las coaliciones tienden a desintegrarse.
Por eso, el PVEM, PNA, PT y sobre todo el PRI enfrentan ahora la necesidad de reorganizar sus fuerzas propias y replantear su estrategia, aunque las circunstancias nacionales los lleven a reencontrarse en el cercano proceso 2017-2018. Seguramente la mayor carga para cuidar y reorganizar su fuerza política, la tiene el PRI, pues su capital político de 140 mil votos, los coloca en la posibilidad de reconstruir su relación con la ciudadanía para intentar recuperar el apoyo mayoritario, o bien consolidarse como una determinante segunda fuerza política en capacidad de regresar al gobierno mediante alianzas.
Los organismos electorales, cada vez más experimentados y eficientes, enfrentan viejos y nuevos retos. Buena parte del dinero de las campañas sigue sin controlarse ni transparentarse. Al viejo reto de evitar que los funcionarios públicos influyan en los resultados electorales, se suma la necesidad de delimitar claramente los ámbitos religioso y electoral. Es un hecho que las iglesias han intensificado sus planteamientos en tiempos electorales. La autoridad electoral está ya obligada a precisar los límites para evitar que se lesionen los principios rectores del sistema electoral.
El PAN, que obtuvo la mayoría de votos y los principales cargos de elección popular, seguramente deberá atender los litigios ante los tribunales electorales. Sin embargo, el reto principal que tiene es el diseño de su propuesta política de gobierno en el campo de los municipios que gobernará en el Poder Legislativo, donde tiene una mayoría relativa y, sobre todo, en el Gobierno del Estado.
Además del deber concretar las propuestas de campaña, lo cual no será sencillo, la primera definición política estratégica será la de construir programas de gobierno que no respondan sólo a la militancia triunfante. En un enfoque de prudencia y sabiduría política, sobre todo desde el punto de vista constitucional, un gobierno legalmente electo se constituye para toda la sociedad y debe reflejar los intereses generales de la población, no los parciales de un grupo determinado. De ahí que el primer reto del nuevo partido gobernante sea la configuración de una “gobernabilidad democrática”, moderna, incluyente y tolerante.
@gilbertocarloso