Al inicio de este mes, junio 4, llegué a mi entrega semanal 365, de la columna Opciones y Decisiones editada por este diario La Jornada Aguascalientes. En tanto que ella como casa editorial cumplió su 7º aniversario de fundación, el pasado mes de diciembre 2015, y de publicación ininterrumpida hasta la fecha. Desde luego que la cita de estos hechos de calendario, no es más que una referencia simbólica, dado que la historia sigue su curso imparable, y no representa otra utilidad que hacer una marca en el flujo del tiempo. Sin embargo, me motiva a recuperar algunos datos de nuestra conciencia humana, capaces de reportar el sentido comunitario y social que cumple esta tarea editorial.
Asumo que no por escribir un artículo que es publicado por un diario, hace periodista a su autor, y que aparecer bajo la categoría de Opinión, clasifica necesariamente al columnista en redactor de una nota que no es esencialmente informativa, sino reflexiva acerca de hechos o dichos acaecidos en su entorno social; y que supuestamente cumplen la misión de fincar una interlocución, así sea mental, con los lectores que accedan a dichas páginas. De manera que, dentro del género periodístico propiamente dicho existen subgéneros gráficos que complementan y, ojalá, enriquezcan el contenido informacional. La publicidad o las notas de costumbrismo social, por ejemplo, son otras vertientes comunicativas de la importante veta central periodística. Recordemos que el acto comunicativo humano tiene a la voz –ya sea hablada o escrita- como la vía regia de intercomunicación e interacción entre dos mentes que, al intercambiar estos signos significativos, iluminan sus respectivos cerebros con significados capaces de comportar el conocimiento y conciencia intelectual de su entorno físico y social.
Dicho lo cual, podemos convenir en que compartir ideas o pensamientos relativos a hechos o eventos que suceden allí afuera, en el tiempo y en el espacio, enriquecen el acervo de conocimientos psico-sociales de la persona, que le permiten interactuar con su medio y activar esa facultad que caracteriza al ser inteligente y que es la voluntad, o poder para decidir y actuar. No tener acceso a este ciclo de estímulo-respuesta inteligente y emocional, nos situaría en carácter de robots que actuaran por una simple vía unidireccional, sin el filtro de una conciencia refleja y de una motivación bio-psico-social. Como seres humanos estamos predestinados a vivir con otros y con ellos decidir nuestra suerte colectiva. No tener conciencia de este factor fundamental es vivir a ciegas del mundo que no es otra cosa que un mundo de posibilidad, siempre cambiante, siempre alternativa, siempre optativa, siempre operacional.
Imbuidos en este contexto comunicativo, expreso mi sentir de tener la oportunidad de reflejar mi realidad, o al menos aquella que capto en mi entorno, para compartirla y hacerla visible para otro. La Jornada Aguascalientes ha sido el medio masivo de comunicación -escrita y digital- que ha hecho posible este ejercicio, y por ello le expreso mi reconocimiento. El acuerdo editorial de colaboradores como yo es muy sencillo y claro, se pacta la total gratuidad de las aportaciones personales, quedando como contraprestación única de la empresa, el hecho de imprimirlas y publicarlas, ¡ah! y de brindarnos a sus colaboradores con una suscripción gratuita anual de su tiraje. De manera que los escribidores de artículos de opinión, lo hacemos por el gusto y a la mejor vocación de comunicar contenidos comunicativos que permitan a la sociedad de referencia, subir al peldaño de la reflexión crítica un hecho, dato o suceso que, de otra manera, permanecería intocado, neutro o como simple referente histórico, que sucede aquí y ahora. Evoco la grata memoria de un articulista cofundador de nuestro diario, el finado Lic. Gustavo Granados Roldán, autor ejemplar de notas que se ocupó de la mejora del estilo de redacción de este medio.
Sin duda alguna que la recompensa de un escritor es la lectura de sus receptores; y quienes hacen de ello su oficio vital es justo que reciban el pago por sus trabajos. Ya está suficientemente normado el derecho de los autores al fruto económico o financiero de su trabajo, y por ello los derechos de un autor intelectual son tan legítimos e irrenunciables como los de cualquier otro derecho reconocido positivamente por la Ley. En este sentido debemos crecer y madurar como ciudadanos del mundo, sujetos a derechos y responsabilidades, explícitamente incorporados a un sistema jurídico constitucional, o de Estado. Salvada esta precisión legal, lo más valioso de la comunicación humana consiste en el intercambio de ideas, conocimientos, puntos de vista, tomas de decisión y de posición frente a tópicos y temas que forman el entramado de una red virtual que construye la cultura y la civilización humana contemporánea, y de ésta en el irrefrenable curso del tiempo que, en su turno, se convierte en historia, construye el presente y presagia el futuro. De este gran continuum está hecha la conciencia humana, ya como memoria, ya como intuición de futuro.
Pues bien, estas primeras 365 entregas editoriales, significan para mí un simbólico año de trescientas sesenta y cinco jornadas, en cuyo transcurso se han contraído siete años de historia, cuya inmensa plurivalencia, diversidad y multivariedad se condensa en una apretada síntesis de significados. Imposible cómo es que pudiera contener el todo, pero que en su defecto se privilegia una visión del mundo desde un punto de vista. Expresión ésta que ha interpretado muy bien la filosofía de la liberación, al determinar y reconocer que todo punto de vista es, al final, la vista de un punto. Por lo que podemos razonablemente asumir que no hay visiones totalizadoras, absolutas, que sean válidas; sino aquellas visiones del mundo relativizadas por naturaleza propia, pero que son dialécticas y, por tanto, capaces de comportar un evento dialogal mediante cuyo suceso se pueden producir nuevas síntesis, es decir, nuevas visiones realistas o con visos de ser verosímiles, que se autoconstituyen en panoramas plausibles, explicativos de la realidad.
Sin ningún afán de dogmatizar estas verdades de la comunicación social, me gustaría apuntar hacia tres de los imperativos éticos fundamentales del ser humano que son: 1) Sé inteligente; 2) sé racional; y 3) se raciocinante. Me explico. El primero, alude a la naturaleza propia y más digna con que vinimos al mundo y que es la capacidad de inteligencia, su origen etimológico “intus”+”legere” (ver hacia dentro, mirar a lo profundo), quedó consagrada en el ideal socrático y aristotélico-platónico de “conócete a ti mismo” y conoce el universo en que estás. El segundo, es la capacidad de juzgar, o establecer conceptos comparativos, para poder deducir de ellos una verdad. Ejemplo, el cielo es azul. Una afirmación que en su simplicidad une un atributo a un sustantivo y, en ello, descubre una característica o un valor traído, ahora, al conocimiento. Juzgar que traído al devenir social, cultural, político o económico es capaz de construir un gran proyecto de desarrollo para el nosotros comunitario. Juicios que si son falsos o sesgados conllevan el consecuente de ser factores destructivos de la convivencia pacífica, armoniosa y feliz. Por ello existe el deber de elegir con justicia y con verdad.
Por último, el ser raciocinante es imperativo superior del ser humano que es capaz de hilar lógicamente juicios completos, o capacidad de raciocinio, al contrastar unos juicios contra otros, y de esa vinculación poder deducir o inferir nuevos conocimientos o aspectos de la realidad. Es el mecanismo usado por el método científico, para establecer nuevas tesis o afirmaciones teóricas validadas. Al respecto, el ejercicio de la opinión es un derecho propio del ser inteligente, que intenta comunicar una percepción o una visión de la realidad, desde su óptica personal; que siempre es precautoria y que por definición es combatible, no es tesis inconmovible; pero, cuya función particular es servir como herramienta del encuentro humano comunicativo, y cuyo sentido existencial es propiciar o promover el intercambio personal, ya sea para asentir, para discrepar o para consentir y entrar en comunión.
Este ideario de la comunicación humana, descansa en otros dos imperativos éticos de la mayor importancia: sé libre y sé responsable. No basta conocer, así sea sólida y férreamente la realidad, hay que ejercer el poder de asentir o disentir con absoluta libertad, nuestra identidad última descansa en la libertad de y para ser nosotros mismos. Por ello somos seres con dignidad. Si aceptamos la premisa de libertad, implicamos el deber de la responsabilidad; pues sería absurdo que yo exija reconocimiento a mi autonomía, desconociendo la de los demás. Yo no soy un ser absoluto cerrado en mí mismo, soy un ser con otros y para otros de la misma dignidad, Ergo, frente a otros, soy un ser equiparablemente responsable. La gran maldición, desde el mito de nuestros orígenes fue proferida por aquel: ¿Acaso soy yo guardián de mi hermano?
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