La semilla del fanatismo, Resaca electoral / El peso de las razones - LJA Aguascalientes
04/07/2024

 

Fanatismo. El fanatismo, como casi todas las palabras -ismo, indica desmesura. Moralismo, malinchismo, fetichismo, conservadurismo: términos que describen una colección de creencias, deseos, actitudes y acciones desmesuradas. Cada palabra -ismo -con sus notables excepciones, como ‘falibilismo’, que indica la mesura entre el dogmatismo y el escepticismo- señala un conjunto particularísimo de colores dentro del prisma de la desmesura. El moralista cree que su forma de vida, y sus creencias en torno al mérito, la culpa, la bondad, la maldad y la responsabilidad, son las únicas correctas. El malinchista cree que lo local siempre es menos valioso. El fetichista venera con exceso a sus objetos, al punto de otorgarles incluso poderes sobre el mundo, los otros y sí mismo. El conservador conserva sin juicio, incluso lo que merece la pena abandonar definitivamente, así como teme nerviosamente al cambio y la innovación. Ahora bien, ¿cuáles son los colores propios del fanatismo?

El fanatismo es desmesura por antonomasia. El fanático suele ser un dogmático: cerrado a cualquier posible diálogo, defiende con una pasión desbordada sus creencias, particularmente políticas, morales o religiosas. Da igual si es vegano, no fumador y atleta, u homofóbico, machista y puritano. El fanatismo se da igual en la derecha o izquierda, en el progresismo o en el conservadurismo, en el liberalismo o en el comunitarismo. Contra el fanatismo, del gran Amos Oz, es una radiografía brillante y profunda sobre la semilla del fanatismo. Su diagnóstico: “El fanatismo surge por doquier. Con modales más silenciosos, más civilizados. Está presente en nuestro entorno y tal vez también dentro de nosotros mismos. ¡Conozco a bastantes no fumadores que te quemarían vivo por encender un cigarro cerca de ellos! ¡Conozco a muchos vegetarianos que te comerían vivo por comer carne! (…) Desde luego, no estoy diciendo que cualquiera que alce su voz contra cualquiera sea un fanático. No estoy sugiriendo que cualquiera que manifieste opiniones vehementes sea un fanático, claro que no. Digo que la semilla del fanatismo siempre brota al adoptar una actitud de superioridad moral que impide llegar a un acuerdo (…). Creo que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser. El fanático es un gran altruista. A menudo, está más interesado en los demás que en sí mismo. Quiere salvar tu alma, redimirte. Liberarte del pecado, del error, de fumar. Liberarte de tu fe o de tu carencia de fe. Quiere mejorar tus hábitos alimenticios, lograr que dejes de beber o de votar. El fanático se desvive por uno. Una de dos: o nos echa los brazos al cuello porque nos quiere de verdad o se nos lanza a la yugular si demostramos ser unos irredentos. En cualquier caso, topográficamente hablando, echar los brazos al cuello o lanzarse a la yugular es casi el mismo gesto. De una forma u otra, el fanático está más interesado en el otro que en sí mismo por la sencillísima razón de que tiene un sí mismo bastante exiguo o ningún sí mismo en absoluto”.

En diversas ocasiones he defendido que la única forma de combatir el fanatismo es mediante el falibilismo: actuar como si cualquiera de nuestras creencias pudiese ser falsa. Sólo mediante el falibilismo podremos desechar la actitud de superioridad moral que a cada uno de nosotros a veces nos vuelve un fanático.    

 

Resaca electoral. Han concluido las campañas electorales (aunque aún se avecinan impugnaciones y sus correspondientes resoluciones). Ciudadanas y ciudadanos celebramos el reposo del que podemos gozar: no más espectaculares, no más basura, no más canciones a todo volumen en las esquinas promocionando a sus candidatas y candidatos. ¿Qué aprendizaje obtuvimos de aquellos días de pugna política? En mi caso, tengo más preguntas que respuestas. El electorado favoreció a un candidato a gobernador que prácticamente no hizo campaña. No sé muy bien cuáles fueron sus propuestas, salvo por algunas exiguas sugerencias realizadas en algún video, ése sin baile incluido. También favoreció a una candidata a la alcaldía la cual prometió luces en las paradas de autobús, así como combatir con fervor la ola de suicidios con elotes, basada en una alguna teoría revolucionaria de un psicólogo que parece no entender la diferencia entre causas y correlaciones. El humor de lado: creo que es difícil entender qué pasó por la cabeza del electorado el 5 de junio. No tenemos la costumbre de estudiar con profundidad el perfil del votante mexicano. Me parece cuestionable (aunque quizá probable) la afirmación del clero: ganó el PAN gracias al voto de castigo, uno fundamentado en contra de la iniciativa del presidente Peña sobre el matrimonio igualitario. Deseo suerte a nuestro futuro gobernador y alcaldesa, pues después de la contienda lo que cualquier persona desea -entre otras cosas- es paz, estabilidad y respeto a los derechos de todas y todos. Pero entiendo mucho menos el gran apoyo que recibió Mauricio González: carente de propuestas, repetitivo ad nauseam y fundamentado sólo en su carácter de “candidato independiente”. ¿Cuál es la ideología de Mauricio? ¿Es de izquierda o de derecha? ¿Liberal o comunitarista? ¿Progresista o conservador? Pienso que lo único que tuvo claro él mismo fue su independencia partidista. ¿Con eso basta? Estoy convencido que no, pero un buen segmento del electorado no compartió mis convicciones. Tampoco entiendo muy bien por qué Alejandro Vázquez Zúñiga no recibió un apoyo mucho mayor: su campaña fue la más inteligente. Alejandro nos mostró una manera distinta de hacer política, la cual por desgracia no tuvo el eco necesario. Tampoco sé muy bien qué sucederá con sus propuestas sensibles y realistas. Deseo que el equipo de nuestra futura alcaldesa rescate las mejores propuestas no sólo de Alejandro, sino de todos los demás candidatos. Deseo que nuestro futuro gobernador haga lo mismo con las de Iván Sánchez y Nora Ruvalcaba, incluso con las propuestas de Lorena Martínez, quien realizó una campaña destacada, y muchas de sus propuestas merecen más que una nota a pie de página. Y esto no es sólo una lista de deseos: como ciudadanas y ciudadanos es nuestro derecho (también nuestra obligación) exigir a nuestro gobierno que gobierne para toda la población, no sólo para unos cuantos. También creo que es necesario que todas y todos abandonemos la apatía, porque la vida pública no la construyen los gobiernos, la construyen las personas. En tiempos de resaca electoral es necesario y urgente espabilarse y comenzar a construir ciudadanía.

[email protected] | /gensollen | @MarioGensollen


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2 thoughts on “La semilla del fanatismo, Resaca electoral / El peso de las razones

  1. No se te olvide que Tere propuso dejar de verificar en los tianguis, para “no molestar” a los tianguistas, como si eso fuera la solución para tener una mejor economía o por lo menos más formal, igual que poner internet gratuito en los parques para que los niños hagan sus tareas ahí (siento que un parque debe ser más un lugar de recreación y esparcimiento, pero en fin….) lo de Mauricio ya ni para que decirlo, solo de acordarme me da tanta rabia y hueva su “campaña” de independiente.

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