El secuestro del futbolista Alan Pulido, en el estado de Tamaulipas, y su extra rápida liberación, exitosa, y sobre todo que hasta el gobernador Egidio tuvo tiempo para estar con él cuando lo liberaron, nos hace pensar que durante el año 2015 hubo 319 secuestros, y solo de enero a abril de este año iban 69 secuestros, lo que los coloca en el segundo lugar en la república, pues el primero, como siempre, se lo lleva el Estado de México con 90 en el mismo período de este año.
Ha sido tan cuestionado el secuestro de Alan Pulido, que hasta un exgobernador se atrevió a decir que era parte de la campaña sucia que se ha desatado por las elecciones del 5 de junio; algo muy temerario y hasta cierto punto inverosímil, pero bueno, es a lo que se llega en estos casos.
Algo que no nos explicamos es cómo de los 319 secuestros que ocurrieron durante el año pasado, en ninguno se interesó el gobernador, o hubo un despliegue como el que se dio a raíz del secuestro del futbolista, ¡vaya!, ni siquiera sabemos en cuántos de esos secuestros se rescató a la víctima; así de elitistas son las actuaciones de la autoridad. Y no solo eso sino, que la población no cree en la cantidad de secuestros y extorsiones que se reportan, pues en muchas ocasiones prefieren pagar y vivir bajo amenazas, a hacer las denuncias, por los pobres resultados.
Tenemos ahora el caso de las fosas “oficiales” de Tetelcingo, Cuautla, en el estado de Morelos, en las cuales se dice que se enterraron más de 116 personas, de las cuales se han exhumado 94 de esos cuerpos, muchos de los cuales sus familiares los siguen buscando y otros, que tienen familiares desaparecidos, esperan que algunos de esos cadáveres sean de los familiares que buscan.
¡Y qué decir en cuanto a los robos!, ya sean en carretera o a las casas habitación. Y ahora a cuenta habientes en los bancos. Una epidemia en la que a pesar de las denuncias, los resultados, a la fecha, son muy pobres, o bien los afectados no tienen el nivel de popularidad necesario para ser atendidos y que sus casos sean resueltos.
La sociedad se encuentra irritada y desconcertada por los casos de las desapariciones forzadas, en las cuales han participado miembros de las fuerzas de seguridad, y que en muchos casos las fosas encontradas ilegales son en donde han ocultado los cuerpos de los que han asesinado; y esto también solo en los casos en los que la sociedad civil se da cuenta y lo sube a las redes sociales, lo que obliga a la autoridad a que busque a los responsables, o bien, a quienes dice que lo son.
Y qué decir de la impunidad con la cual los movimientos magisteriales desquician las ciudades que son presa de sus acciones, y ahora ya también la nuestra, que no tenía esos problemas. El jueves pasado la ciudad se vio inmersa en una situación ajena a nuestra vida cotidiana. Todo esto sin que se les finquen responsabilidades a aquellos que quieren ver un país envuelto en llamas, o bien en la anarquía.
Así es como la incredulidad se fomenta y sigue creciendo ante la indefensión del que trabaja y quiere vivir en paz.