Para L, que si votara votaría por mí.
(Hace algo así como año y medio esta columna, en una votación con menos alianzas y menos independientes en el espectro de la elección, proponía, modestamente, o quizá no tanto, al Frente Popular de Judea como una alternativa. En aquella elección obtuvo sólo un voto en todo Aguascalientes. Hoy propone, también modestamente, que vayamos a acompañarlos).
El Frente Popular de Judea es, sin lugar a dudas, uno de los partidos más interesantes a lo largo de todo el orbe político mundial. A pesar de su irrelevancia política práctica, nunca se presentaron a ninguna elección y nunca emprendieron ninguna acción destacable, sus propuestas, su modo de ingreso, sus eternas reuniones, su odio visceral a los otros partidos y sus intentos de acción en la Judea ocupada por los romanos han sido desde su fundación motivo de envidia de cualquier otra asociación política. Desde que en el año 10 fuera fundado el partido por Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin no hay partido político más votable que el Frente Popular de Judea, cuya misión es “Prevenir al mundo contra el imperialismo romano, encarnado especialmente en la figura de Poncio Pilatos, gobernador de Judea”, que no sólo se lleva lo que es de ellos sino “lo de sus padres, y lo de los padres de sus padres y lo de los padres de los padres de sus padres y lo de los padres de los padres de los padres de sus padres”.
(Pocas semanas han sido tan de guerra sucia como las pasadas. Tan pocas semanas han sido de remitirse al pasado y al pasado y al pasado. Tan pocas semanas han sido de, por usar la expresión bíblica, ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pocas semanas han sido tan semejantes a aquellos tiempos de la ocupación judía como estas y es que, dice el Eclesiastés, “Lo que fue, es lo que será, y lo que ha sido hecho, es lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol”. O Beckett, “El sol brillaba, no teniendo otra alternativa, sobre lo nada nuevo”).
En estos tiempos de regalos de mochilas, despensas u otros más valiosos presentes, lo primero que llama la atención de Frente Popular de Judea es la facilidad con la que cualquier ciudadano puede entrar a formar parte de las filas del partido. “Reg: El que quiera entrar en el FPJ tiene que odiar de verdad a los romanos. / Brian: Yo los odio. / Reg: Ah sí, ¿cuánto? / Brian: ¡Mucho! / Reg:… Bien, admitido”. Aunque no todos los miembros del Frente Popular de Judea tienen el mismo compromiso con la causa. “–Estamos dispuestos a derramar nuestra sangre por la causa. / –¡Yo no! / –¡¿Eh?! / –¡Qué yo no! / –Ah sí. Hay uno que no”.
(Las campañas fueron, han sido, y si esto no cambia, serán, de intercambiar trabajo por favores, de arrimar el hombro para luego asentar el cuerpo. Todos están dispuestos a apostar por la causa. Aunque siempre hay uno que no. O quizá tampoco).
De hecho, a pesar de ese deseo de derramar sangre por su visión política, el Frente Popular de Judea no llegó a participar en ninguna acción violenta a diferencia del Frente del Pueblo Judaico, que lanzaban comandos suicidas contra los invasores: “¡Somos el Frente del Pueblo Judaico! ¡Escuadrón de suicidio! ¡Escuadrón ataquen!” (Se suicidan atravesándose con la espada). “¡Así aprenderán esos rom…!”. Las acciones del Frente Popular de Judea involucran, aun por accidente, unirse al enemigo que así colabora en su propia derrota. En una de sus acciones terroristas, al hacer una pintada en casa de Pilatos, el militante escribe mal el latín del invasor, lo que hace que un centurión de los que vigila el palacio se le acerque. “¿Qué es esto? ¿Romanes Eunt Domus? ¿Gente llamada romanos ir la casa?”. Para castigarlo el soldado romano le obliga a declinarlo bien y pintar en la fachada cien veces la frase correcta: “Romani ite domum”.
(El error, en este caso y en el ya lejano, como forma de hacer política).
Para el Frente Popular de Judea lo importante es que, como buen grupo antiimperialista, en su programa y en sus reuniones queden bien establecidas todas las opiniones de las bases. En una de sus más famosas reuniones, el orador antirromano, como buen miembro del Frente Popular de Judea lanzaba al aire una pregunta retórica. “¿Qué han hecho por nosotros los romanos?”. Y, fiel a la tradición participativa del Frente Popular de Judea, esperaba la respuesta. “–Bueno, pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los romanos por nosotros? / –Nos han dado la paz. / –¿La paz? ¡Que te folle un pez!”.
(¿Quién ha hecho qué?)
El Frente Popular de Judea sería una broma genial de los geniales Monty Python si no fuera porque hace apenas un par de años se presentó, realmente, a las elecciones en Canarias con una justificación más que sencilla. “Si para los comunistas sus ideólogos son Marx y Engels, y para los capitalistas lo son Friedman y Keynes, nosotros consideramos a los Monty Python como nuestros referentes políticos”.
Su compromiso continúa la tradición del Frente Popular de Judea, ya que proponían en su campaña “liberar a Judea del imperialismo romano, pero como somos una sucursal en Canarias, vamos a liberar también a este archipiélago del colonialismo de Castilla. Sin embargo, lo primero es lo primero ¡y no es otra cosa que lapidar a los disidentes del Frente Judaico Popular de Canarias!”. Además propugnaban la ilegalización de los (deliciosos) calamares a la romana y el cambio de nombre del Parque Romano de Las Palmas, además de amenazar a la comunidad italiana de Canarias de que tomase partido y eligieran entre Roma o el Frente Popular de Judea. Obtuvieron 127 votos allá. Ojalá mañana recibamos dos.