- Entrevista a Gastón García Marinozzi, sobre Viaje al fin de la memoria
- Road novel que une el pasado y el presente de personajes aquejados por el miedo y la necesidad de entender su destino
El 11 de septiembre de 2001, el periodista Mario Palmero fue enviado de la Ciudad de México a Nueva York a fin de cubrir el atentado contra las Torres Gemelas, pero dado que los vuelos estaban interrumpidos tuvo que viajar en auto hasta Manhattan sin soltar el volante durante tres días convencido de que pronto estallaría la Tercera Guerra Mundial. Lo acompañarán dos periodistas de la vieja guardia: un viejo corresponsal de guerra italiano y un viejo periodista latinoamericano con escrúpulos. Pero ese viaje al corazón del imperio azotado por el peor atentado terrorista de su historia también desataran en el protagonista de la novela la necesidad de entenderse, por fin, a sí mismo: hijo de exiliados políticos avecindados en México después del último golpe de estado militar en Argentina, Mario crecerá en una país que no es el suyo.
Eso es lo que el joven Mario recordará ahora que su vida se enfila hacia el norte, hacia ese país todopoderoso que ha sido tocado en su orgullo por una organización terrorista y que se respira en el aire los ecos de la Tercera Guerra Mundial. Así vemos que el camino hacia la noticia que tiene que cubrir Mario se convierte también en un viaje hacia su propio pasado, a ese lugar recóndito que es la memoria que choca con este presente que tanto agobia a Mario, el protagonista de Viaje al fin de la memoria (Tusquets), primer novela del escritor argentino Gastón García Marinozzi (Córdoba, 1974), que nos sorprende con una road novel que une el pasado y el presente de estos personajes aquejados por el miedo y la necesidad de entender su destino.
Javier Moro Hernández (JMH): Estos cuatro aviones que sobrevolaron el cielo norteamericano el 11 de septiembre de 2001 para ir a chocar contra las Torres Gemelas en Nueva York funcionan, me parece, como símil para la vida de Mario, de Merisi y de Beto, los protagonistas de este viaje sin retorno a ese Nueva York conmocionado por los ataques, ya que son personajes que viajan un poco a la deriva, sin saber muy bien hacia dónde van.
Gastón García Marinozzi (GGM): Y no sabemos sí a diferencia de los aviones van a sobrevivir, pero igual que los aviones estallan contra algo, van sin saber adónde van, al protagonista lo que le ha pasado la mayor parte de su vida es que las decisiones las han tomado otros, entonces por primera vez tiene que tomar las decisiones él, pero se hace cargo de su vida de cierta manera, porque todo le ha pasado han sido decisiones de otros, de su madre, de su jefe, del contexto histórico, entonces ahora tiene que asumir los costos que sus decisiones pueden conllevar.
JMH: Viaje al fin de la memoria es una road novel, una novela de carretera, una novela de viaje hacia el futuro, ese futuro que se desliza a través de los atentados en Nueva York, y sin embargo es también el viaje hacia el pasado de Mario, es el recuento que hace de su vida, de los pasos que lo han llevado hasta ese momento en el que todo parece explotar.
GGM: Creo que Mario descubre que no sólo no sabe a dónde va, sino que también descubre de dónde venía, entonces empieza hacer esta introspección y que es un pasado que sirve mucho a la historia también, porque es otro momento en el que las vidas cambian sin que lo decidieran las personas, yo creo que el 11S simboliza eso en muchos sentidos, los cambios que los atentados, las dictaduras, las revoluciones, las guerras cambian la vida de las personas, muy a su pesar, aunque no necesariamente para mal, en ocasiones son cambios positivos, y eso es lo que les pasa a todos estos personajes, sobre todo a Mario.
JMH: La reconstrucción que hace Mario de su pasado le permite reconstruirse a sí mismo a pesar de que parece no tener mucha conciencia de cómo había sido su propio proceso vital.
GGM: Yo creo que no tenía nada de conciencia de ese proceso, exactamente, hay una parte de la novela en la que su madre le dice “A partir de hoy ya no somos más argentinos, solo somos mexicanos”, y ese es un momento que a cualquiera lo partiría, pues dejar de ser algo que supuestamente te marcaba, te identificaba, y él ni siquiera se lo preguntó, lo acepto tal cual y así vivió el resto de la vida, un poco emputado, un poco sin esa parte de los orígenes, sin saberlo y en cuanto empieza el viaje también empieza a preguntarse sobre ese pasado y ahí es cuando inicia ese viaje al pasado.
JMH: La relación de sus padres también marca a Mario, es una relación nebulosa tanto para los lectores como para el mismo Mario, pero que podemos ver es una relación mal avenida, muy conflictiva, y justo esos conflictos marcarán la vida de Mario.
GGM: Él no cuestiono nada de lo que le pasó en la infancia, él se dejó llevar, él dejó que la vida tomará las riendas, parece que Mario fuera un treintañero adolescente, cuya única obsesión es Michael Jordan y un cassette de Lou Reed, es un personaje que en lo particular me cae muy mal, tengo que confesarlo, nunca se ha preguntado qué pasó con su padre, pero es evidente que le duele.
JMH: Es una novela en la que confluyen varios choques, por supuesto está el 11S, pero también está la historia que él está siguiendo previamente como reportero, que tiene que ver con el asesinato de unas niñas, una historia que nunca acaba, que nunca sabemos cómo acaba, pero que también lo conmueve a él internamente
GGM: Es que a pesar de lo que hemos platicado su vida no es cómoda porque al final el material con él que construye su día a días es bastante perturbador y tiene que ver con las cabezas de unas niñas que han sido secuestradas y asesinadas, y que él está buscando, pero ahí lo que tenemos es un material impuesto otra vez por la realidad, él tampoco decide tomar ese caso, le llega a él, porque la violencia es algo que está ahí creciendo al lado nuestro, y que a él en lo particular no lo deja en paz, lo persigue a pesar de que lo mandan a Estados Unidos a informar sobre los ataques al World Trade Center. Es parte de ese pasado que no lo deja en paz y que está detrás de él.
JMH: El 11S genera una serie de cambios a nivel mundial, pero poniéndolo en el contexto de la novela, este cambio es como una bomba que saca esquirlas para todas partes, y ninguno de los personajes saldrá incólume de lo que este hecho histórico provocará.
GGM: Creo que todo lo que ha sucedido en el mundo a partir del 11S fue tocado por ese hecho, tanto a nivel global, a nivel social y a nivel íntimo, creo que la nueva intimidad que vivimos las personas está tocado por eso, lo que me parece más terrible de ese momento es que se legaliza la sospecha, se legaliza la paranoia, a partir de ese día es legal que te disparen por tu color de piel, pero a nivel íntimo también nos cambió, la privacidad se alteró por completo, más allá de que todos parecemos muy felices con Facebook y que nos espíen todo, o por lo menos sin cuestionárnoslo demasiado, pero creo que todo tiene que ver con una nueva forma de vivir en el mundo, porque las guerras siguieron, los atentados siguieron, y esto también para mí representa el fin de la ingenuidad de nuestra generación, a nuestros abuelos les tocaron las guerras mundiales, a nuestros padres las dictaduras, las guerrillas, la migración, pero nosotros solo habíamos visto esto en películas, y nunca nos habríamos imaginado que pudieran atacar al gran imperio moderno, los Estados Unidos, pero de inmediato nos dimos cuenta de que este ataque nos afectaba a todos, entonces este traslado de cierta inmadurez o ingenuidad hacia una inevitable madurez es lo que le pasa al protagonista.
JMH: Justo mencionabas que Mario estaba obsesionado con Michael Jordan y con un cassette, pero me parece que tiene que ver con ese burbuja de protección que el capitalismo creo que parecía decirnos es cierto ya no hay más historia pero vivimos en la civilización más avanzada, pero después de las Torres Gemelas vino Irak, ahora está ISIS, es decir, la historia y sus conflictos siguen y se vuelven a hacer presentes.
GGM: Todavía no ha parado ese ciclo de darnos cuenta de que esa supuesta seguridad ya no existe, porque está ISIS pero también están los atentados en París, Charlie Hebdo, como que todo es consecuencia de lo mismo, todo lo que pasa en la región tiene que ver con la política de seguridad de los Estados Unidos.
JMH: Este cambio brutal que sufre el mundo es el escenario que te sirve para posicionar a Mario.
GGM: Me aprovecho de eso porque como decía ese cambio cultural y social y político, implica el momento de la pérdida de la ingenuidad, que es lo que le sucede a Mario, justamente, la pérdida de la ingenuidad, primero con respecto a sí mismo, y después con la relación de sus padres, con su madre.
JMH: Mario es un inmigrante que sale de la dictadura en Argentina cuando es muy pequeño, solo regresa una vez, cuando es el Mundial del 78 y su padre no lo lleva a ver a sus primos, a su familia durante ese viaje, no tiene una base sólida para crearse una personalidad.
GGM: Él está en el aire todo el tiempo, sin raíces, sin bases, y sí me interesaba esto, me interesaba que el viaje empieza en Bariloche, que es el sur de Argentina y acaba en Nueva York, de alguna manera es mostrar el viaje geográfico, del sur al norte, pero también quería mostrar toda la influencia histórica que tuvo el norte sobre el sur en las dictaduras, en las persecuciones políticas, que son finalmente la raíz de la migración, del destierro, justamente el 11 de septiembre del 73 fue el golpe de estado en Chile, y en todo eso estuvo involucrado Estados Unidos, me parecía importante hablar de esas referencias, de esos cruces históricos. Es una novela de ida y vuelta, constante, en lo geográfico, en lo vital del personaje, pero también en lo histórico.
JMH: La imagen que nos presentas del periodismo me parece muy interesante, esa búsqueda de la inmediatez y no del análisis, que podemos ver en el jefe de Mario, que lo manda de inmediato a Nueva York a cubrir la noticia sin tener mayores detalles, sin tener noción de todo el tiempo que les va a llevar llegar hasta allá.
GGM: La verdad es que a mí me divirtió mucho revisar los periódicos de esos días o ir a la fonoteca a escuchar justo los programas de esos días, que es lo que pongo, sin embargo también quise hacer un homenaje al periodismo de la vieja guardia, cuando los pongo los tres en el auto, te das cuenta de que ese viejo periodismo ya no se enseña ni en las escuelas, Beto es un fotógrafo maravilloso, que ha cumplido por años con su chamba sin buscar jamás los reflectores, algo que ya desapareció, el perdimos está mutando a algo que no sabemos hacia dónde va, pero sin duda el periodismo es uno de los oficios que más sufre los cambios de tiempo, si tiene serios riesgos tienen de desaparecer. Esta idea de lo instantáneo, de lo inmediato, le ha hecho mucho daño al periodismo.