Don Enrique Pasillas comienza su texto mencionando el deseo de la ciudadanía de mejores gobiernos ante la mala gestión de algunos gobernadores del PRI cuestionados severamente por el manejo de los recursos públicos. Todo parece indicar que el voto en los estados donde perdió el PRI tuvo dos componentes: uno local intrínseco a las pésimas administraciones y otro externo por la baja popularidad del presidente de la república. Así todo indica que el PRI registró el revés más serio desde que perdió la presidencia de la República en el año 2000.
Como menciona Enrique Pasillas el triunfo se fincó en algunos casos en alianzas pragmáticas cuya bandera fue literalmente “encerrar a los exmandatarios una vez que terminen su gestión”. Sin embargo, estas alianzas tienen varias aristas. Primero, el PRD, según el propio senador Barbosa, tiende a ser el Partido Verde del PRI, es decir, él que era el principal partido de izquierda, hasta hace poco se está convirtiendo en un partido satélite del PAN, atrás queda la lucha histórica de la izquierda por los derechos de la clase trabajadores, la defensa de los derechos de las minorías y un estado benefactor y más justo, la lucha de Heberto Castillo, Valentín Campa, Demetrio Vallejo e incluso del propio Lucio Cabañas parece ser enterrada y olvidada por el pragmatismo y ambición de los Chuchos y Galileos. Segundo, estas alianzas carecen de un programa de gobierno con una bandera ideológica. Simple y llanamente es “quítate tú para que llegue yo”, caso concreto es el de Malova en Sinaloa que jamás tuvo rasgo alguno de un gobierno diferente y eficaz. Otro caso concreto es Gabino Cué que nunca se supo de qué tinte ideológico fue su gobierno y terminó peleándose con la CNTE para halagar al gobierno federal. Y tercero, algunos de los gobernadores que fueron electos no necesariamente representan los paladines de la transparencia y honradez, Yunes en Veracruz fue ampliamente cuestionado por los malos manejos en el Issste e incluso se menciona que cuenta con varias propiedades en EUA. Así, de lengua me como un taco al deseo de ver tras las rejas a algunos exgobernadores del PRI, todo indica que todo quedará en un show mediático gozando éstos de cabal impunidad.
Max Weber escribió: “La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido, o demasiado abyecto para lo que él ofrece; sólo quien frente a todo esto es capaz de responder con un ‘sin embargo’; sólo un hombre de esta forma construido tiene ‘vocación’ para la política”
Al final del día quien aspira a un cargo de elección popular debe de llegar a él convencido de la nobleza de servir a sus electores, y de retribuir la confianza que le han depositado, quienes aspiran a la gubernatura a las alcaldías, deben de regirse por un código de ética. La percepción ciudadana es quien ascienden a los puestos públicos exigen que se les sirva en lugar de servir y se deshonran a sí mismos.
Es común pensar que llegan a estos puestos porque implica cantidades millonarias en los famosos “moches” por obras públicas y compras gubernamentales, llegan a la política recetando un decálogo de buenas intenciones y terminan con cuentas millonarias y comparando propiedades fuera del país, asegurando el futuro de varias de sus generaciones, es decir, quieren el poder para lograr exclusivamente sus objetivos personales.
Hoy, como menciona Enrique Pasillas, la sociedad demanda gobiernos sensatos, eficaces y honestos. La política debe de estar al servicio del bien común, esto es, externalizar sus beneficios al conjunto de la sociedad y que se generen objetivos comunes para todos sectores del electorado, no importando su militancia política, esto sería la única manera de que un gobernante que al salir tuviera más adeptos que cuando entró a un puesto de elección.