Turnberry, Escocia. 24 de junio de 2016. El lamento de las gaitas se confunde con el sonido que hacen las olas del mar. De pronto, aparece el magnate mobiliario, Donald Trump, quien inmediatamente es rodeado por los medios internacionales, los cuales le inquieren su opinión sobre el resultado del referéndum para validar la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea.
Ni tardo ni perezoso, el virtual candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos comenta: “Dije que iba a suceder, y creo que es algo grandioso”. Tratando de llevar agua a su molino, Trump concluye: “Básicamente han recuperado su país”.
La escena arriba descrita sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar por qué la decisión del electorado británico de abandonar la Unión Europea, el Brexit, es, desde el punto de vista geopolítico y financiero, una caja de Pandora.
Para la mitología griega, Pandora fue la primera mujer mortal. Hefesto, dios del fuego y los artesanos, la forjó. Pandora fue dotada con muchos dones por los dioses del Olimpo, entre ellos una cajita, obsequiada por Zeus, quien le ordenó que no la abriera. Pandora fue prometida a Prometeo, quien había robado el fuego a los dioses para darlo a los mortales.
Prometeo rechazó a Pandora y a la cajita, pero su hermano Epimeteo desposó con Pandora, quien, desobedeciendo el consejo olímpico, abrió la cajita. Entonces, escaparon todos los males que afligen a la humanidad.
Geopolíticamente, el Brexit es una caja de Pandora porque pone en riesgo la supervivencia del Reino Unido en el largo plazo: Escocia e Irlanda del Norte, países británicos, votaron masivamente por la permanencia en la Unión Europea. El Brexit ha puesto sobre la mesa la posibilidad de un nuevo referéndum sobre la independencia, pues en el celebrado en septiembre de 2014, los escoceses votaron a favor de permanecer en el Reino Unido. En el caso de Irlanda del Norte, los partidarios de la unión con la República de Irlanda han alzado la voz para lograr la unificación con sus paisanos al sur de la frontera.
En los territorios británicos de ultramar, tales como Gibraltar y las islas Malvinas, las cosas no pintan bien: España ha propuesto la soberanía conjunta sobre el Peñón, algo a lo que se oponen los gibraltareños, fieramente leales a Gran Bretaña. Por su parte, los malvinenses han reafirmado los lazos con la metrópoli, y ningún gobierno argentino, por muy dócil que sea a los dictados de la Unión Americana, jamás les convencerá de que su destino está en Buenos Aires y no en Londres.
La Unión Europea también pierde pues el Reino Unido aporta el 13 por ciento de su población y el 18 por ciento de su Producto Interno Bruto. Al unísono de Bruselas, Washington también pierde a su principal aliado en la Unión Europea, pues los británicos, con sus posturas: en pro del libre comercio, y de la línea dura con Vladimir Putin y el programa nuclear de Irán, eran una especie de ayudante del sheriff norteamericano en Europa y apuntalaban a países como Estonia, Lituania y Polonia, quienes también tienen sentimientos a favor de los Estados Unidos, pues temen a la Rusia de Vladimir Putin.
Por ello, no debe de extrañar los vítores y burlas provenientes de la lejana Rusia con respecto al Brexit: el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, comentó: “Sin Gran Bretaña en la Unión Europea, nadie defenderá con tanto celo las sanciones contra nosotros”. Por su parte, el comisionado para los emprendedores, Boris Titov, dijo en su cuenta de Facebook: “¡¡¡El Reino Unido fuera!!! En mi opinión, la consecuencia más importante de todo esto es que la salida liberará a Europa de los anglosajones, es decir, de los Estados Unidos. Esto no es la independencia de Gran Bretaña de Europa, sino la independencia de Europa de los Estados Unidos”1.
Aparte de animar a Vladimir Putin, el Brexit envalentonó a los políticos populistas de derecha en el ámbito mundial: Donald Trump, recientemente vapuleado en las encuestas, sintió vindicada su postura con respecto a la inmigración, el tema que más influyó en el resultado a favor de abandonar la Unión Europea. Asimismo, Marine Le Pen, en Francia, y Geert Wilders en Holanda, lograron reflectores y más apoyo en sus posturas antiinmigrante y anti Unión Europea.
En el frente financiero, la libra esterlina sufrió una caída histórica ante el dólar estadounidense. La calificación crediticia del Reino Unido fue degrada por Standard & Poor’s y Fitch, lo cual hace más difícil y caro endeudarse al gobierno británico y financiar su deuda. De igual manera, la moneda única común, el euro, resintió el Brexit, pues ahora estará más vulnerable a los vaivenes geopolíticos y financieros.
Todo lo arriba mencionado nos lleva a formular una pregunta: Delenda est Britannia? (“¿Debe ser destruida Gran Bretaña?”) Para responder esa pregunta volveremos a la historia de Pandora: una vez que escaparon las miserias que afligen a la humanidad, Pandora tapó de nuevo la caja, en donde sólo quedó en el fondo, revoloteando, la esperanza.
¿Cuál es la esperanza para el Reino Unido? Primero, establecer un gobierno firme que negocie un acuerdo satisfactorio con la Unión Europea. Segundo, optimizar su membresía en varias organizaciones internacionales: como las Naciones Unidas, en donde es miembro permanente del Consejo de Seguridad; el G-7 y G-20, la Mancomunidad de Naciones y, por último, la OTAN, en donde el Reino Unido es su segundo miembro más importante y hace valer su calidad de potencia nuclear.
Es quizá esta organización militar la base para un renacer internacional, pues ahora que el Reino Unido “ha elegido devenir en un jugador económico relativamente marginal en el escenario mundial tendrá que buscar nuevos caminos de demostrar su valor en su sociedad con los Estados Unidos”2.
La economía británica es la quinta más importante del orbe y la capital británica, Londres, es el centro financiero del planeta, y su zona metropolitana “ha creado el 80 por ciento de los empleos en el Reino Unido desde la crisis financiera” y “la mitad de los estudiantes de las universidades británicas se dirigen a Londres cuando se titulan”3.
¿Y si el Reino Unido se desintegra? En este escenario, y por “largo y sinuoso” (Lennon-McCartney dixit) que sea el camino “Inglaterra posee enorme recursos en su gente, su cultura, su poderío económico y amplio apoyo a nivel mundial y probablemente le iría mejor sola que a la cabeza de satélites no dispuestos”4, pues como dice William Shakespeare: “¡Ninguna ruina puede esperarnos si Inglaterra permanece tan solo fiel a sí misma!”.
Aide-Mémoire.- ¿Para cuándo la visa, Sr. Trudeau, para cuándo?
- – How Brexit is a win for Putin https://goo.gl/Dbnigs
- – With ‘Brexit,’ Washington’s Direct Line to the Continent Suddenly Frays http://goo.gl/KkQWRe
- – Khanna, Parag. Connectography: Mapping the future of Global Civilization. Random House, New York, 2016, p. 75
- – Davies, Norman. The Isles: A history. Papermac, London, 2000, p.882