Al cierre de la campaña electoral en Aguascalientes, los panistas enarbolaron una carta desesperada, para esparcir el rumor de que la familia está en peligro, por lo que demandan proclamarse en favor de ella y de lo que llaman el derecho a la vida, un malentendido derecho que no empata con las garantías individuales. Para esparcir el temor recurren al clero y convocan a no votar por todos aquellos que defiendan el derecho a la búsqueda de la felicidad, sin importar en cuál partido militan, si forman parte del Gobierno Federal o son activistas por los derechos humanos, parte de los colectivos a los que les fue reconocida su lucha con el pronunciamiento de una iniciativa para modificar la Constitución y asegurar el matrimonio igualitario en todo el país.
A unos días de la jornada electoral, los sectores conservadores, al lado de la iglesia católica más retrógrada, está en el centro para poner en duda las libertades cívicas y garantías individuales. Tan es así que sin importar la marca de independiente que algunos candidatos han querido mostrar, no pudieron evitar unirse a la causa, esa a la que fueron convocados por el Consejo Mexicano por la Familia que pide a candidatos a que firmen compromisos por la vida y la “familia natural”, y olvidaron lo que desde la primaria se nos enseña: México es un Estado laico.
La religiosidad férrea, casi idolátrica continúa, demandando poner en entredicho derechos que no deberían estar a discusión. No hay más argumento que el miedo, sin ideas, apelan a lo emocional, a la amenaza, juran que la familia está en peligro y señalan que hay una conspiración en cuyo centro está un lobby gay.
No queda más que pedir al ciudadano que ejerza su derecho y obligación al voto con sentido y discernimiento, que lo haga no sólo por quien lo representará los próximos seis o tres años, que vote por el bien colectivo, por una sociedad donde todos tengan derecho a la felicidad y no la amenaza maniquea donde el mundo se divide en buenos y malos.
@jornadags